Tengo que mostrarle algo pastor -dijo Juan mientras desplegaba una larga tira de papel sobre mi escritorio. En ella había dibujado una muy definida línea de eventos proféticos, desde los tiempos antiguos hasta el presente, que se internaban profundamente en la senda del futuro.
Juan, usando una pluma como señalador, trazó ansiosamente una línea directa hacia el final del diagrama, tratando de interesarme en una innovación de un evento final que acababa de descubrir en un pasaje poco citado. A pesar de mi admiración por su capacidad artística y diligencia escatológica, confieso que mi interés no duró más que un instante, y pronto mis ojos buscaron algo más atractivo.
Juan debe de haber notado mi falta de interés, porque repentinamente me tomó del brazo y dijo:
-Pastor, estas son cosas que debemos saber absolutamente si hemos de estar listos para cuando Jesús venga.
¿Estaba Juan en lo correcto? ¿Es esto lo que significa estar listos para la venida de Jesús?
El mensaje esencial
Durante el año 1998 se cumplieron 70 años desde que la revista Ministry comenzó a publicarse. Mientras celebramos este aniversario, debemos reconocer las malas nuevas: todavía estamos aquí. Después de todo, ¿no deberíamos estar ya en el reino desde “hace mucho tiempo”? Sin embargo, han pasado 70 años, y nosotros todavía esperamos. ¿Qué deberíamos hacer mientras esperamos?
Nuestro primer director, L. E. Froom, entendió claramente que el asunto vital es el mensaje y no el tiempo. En nuestro número inaugural escribió: “La cosa más irresistible del mundo es un movimiento y un mensaje cuyo tiempo ha llegado’’.
Luego pasó a citar grandes movimientos y mensajes de la historia religiosa: Noé, Moisés, Juan el Bautista, Jesús, Pentecostés, la Reforma, y el despertar adventista. Y concluye diciendo: “Todos y cada uno de ellos ocurrieron, en la providencia y voluntad de Dios, en el tiempo señalado”.
¿Cuál es ese mensaje? Froom dijo: “La justificación por la fe no es un lema o una frase atractiva. No es meramente una doctrina que debe recibir asentimiento mental. Es una experiencia viviente que debe convertirse en un hecho personal en todo aquel que triunfará… Llámela como quiera, el mensaje del Cristo que mora interiormente, la lluvia tardía, una experiencia cristiana genuina, la vida más profunda, la vida victoriosa, la justicia a través de Cristo, el poder del Espíritu Santo -si se comprende correctamente-, son simplemente expresiones para referirse a una provisión esencial, culminante, a fin de preparar a un pueblo para encontrarse con su Dios. Es el llamamiento final de Dios a una capacitación experimental para el día de la traslación… y recordemos continuamente lo irresistible que resulta un principio nacido del cielo para dar paso a un tiempo señalado por Dios”.
Allí está. La pregunta no es si estamos esperando el retomo de Jesús, sino cómo lo esperamos. Nuestro desafío es hacer te que deberíamos en el tiempo señalado por Dios, y no en gastar nuestras energías calculando fechas y señales.
Aprendamos de nuevo la lección
Irónicamente, la primera lección que Dios enseñó a los creyentes adventistas fue que no se preocuparan demasiado por el tiempo del retomo de Cristo. En 1844 nuestros pioneros predijeron la fecha del segundo advenimiento, y se chasquearon. En el mismo instante decidieron que los adventistas esperarían siempre con ansiedad la venida de Jesús, pero nunca más establecerían una fecha de cuándo esperaban que regresara.
Esta es una lección que debemos reaprender continuamente. Porque aun cuando no establezcamos fechas exactas, nos hemos acostumbrado a permitir que los detalles escatológicos nos cautiven. Pensando que lo que hacemos es aplicar el consejo de Jesús de velar y esperar, algunos dibujan diagramas y hacen cosas fascinantes con los números bíblicos. Algunos buscan pedacitos esotéricos de conocimiento en pasajes fuera de contexto, mientras otros se concentran en eventos políticos y leen grandes portentos en todos los grandes encabezados de los periódicos. Otros estudian cada movimiento de las organizaciones religiosas, como si así revelaran el secreto.
Mi encuentro con mi super ansioso miembro de iglesia me motivó a escribir una quintilla un tanto jocosa. Su mensaje es lo que importa:
Un joven teólogo llamado Juan
Estaba escatológicamente en
“línea”;
Así que estudió y dibujó,
Pero los santos se fueron
Ya Juan le faltaban todavía tres
señales.
¿Nos preparamos para la venida “haciendo una lista y comprobándola por segunda vez?” ¿Podemos enfrentar los desafíos de la espera, mientras evitamos la trampa de dictarle los detalles a la Deidad?
Una vez le tomé una foto a mi esposa en una transitada calle de Hong Kong. Yo me había ubicado un poco distante de ella, sin embargo, porque cuando vi la foto revelada, difícilmente podía distinguir a Sharon en el abigarrado trasfondo. El cuadro estaba tan lleno de gente, carros, edificios, y anuncios, que Sharon simplemente desapareció en medio de ellos.
Cuando llenamos nuestras vidas espirituales con detalles acerca del advenimiento, el Señor del advenimiento puede desaparecer bien pronto en el trasfondo. Satanás se deleita cuando nos desvía. Son demasiados los que ven el gran conflicto como si el enemigo tuviera las riendas. Con tristeza observo que muchos creyentes son más diligentes manteniendo un ojo fijo en la bestia en vez de fijarlo en Jesucristo.
Recuerde, ¡Dios gana en el tiempo de Dios!
El “cómo” de la espera
Hay una mejor forma de esperar la venida de Jesús. Mateo 24 muestra a Jesús en el monte de los Olivos. Allí, mientras observa el templo que resplandece con el brillo del sol poniente, les habla a los discípulos acerca de los eventos que ocurrirán antes de su venida y les advierte que deben velar y esperar.
Pero sabiendo que lo que decía podía malentenderse, Jesús añadió una parábola. Imaginen a un pequeño comerciante poniendo a su siervo sobre sus negocios mientras él se va de viaje. Pero éste curiosamente se demora. Si el amo tiene un mal siervo, cuando regrese descubrirá que éste ha dejado de esperar, ha gastado su tiempo en “fiestas”, e incluso comenzó a pelear con sus consiervos.
¿Y qué se supone que el amo encontraría haciendo al buen siervo? Trabajando. ¡Eso es todo! Simplemente haciendo la obra que su amo quería que hiciese.
Eso es lo que significa esperar y velar. Los fieles siervos trabajan mientras esperan que su amo vuelva. Mientras lo esperan, se ocuparán de su negocio: predican el evangelio, ayudan a los que padecen necesidad, crean buenas familias, viven vidas cristianas, ganan almas para Cristo, pero no especulan acerca de fechas y tiempos.
Especulación versus fe
A medida que el milenio se aproxima, algunos -incluso nombres bien conocidos de nuestra iglesia- se han atrevido a declarar que ellos han estudiado estos detalles más diligentemente que el resto de nosotros, y pueden decimos, si no el día y la hora, al menos el tiempo general de la venida de Jesús.
Pero si bien esas tácticas venden libros, la popularidad de estas teorías no es una buena señal para el adventismo. Ellas sugieren que incluso después de 150 años no hemos abandonado todavía nuestro deseo de adivinarle el secreto por segunda vez a Dios. Esta es religiosidad tóxica en extremo y desafía las mismas palabras de nuestro Señor que dijo: El “día y la hora nadie sabe”.
He notado a través de los años que cada vez que nosotros los adventistas hemos estudiado las señales y las profecías intentando adivinar lo que ocurrirá después, perdemos nuestra perspectiva espiritual. Empezamos a “holgazanear”, a pelear unos con otros por los detalles, y a perder de vista tanto al Señor como a sus prioridades. ¡Podemos llegar a estar tan preocupados con la inminente ley dominical, que perdamos de vista al Rey venidero!
Pero cuando hemos estudiado los eventos pasados para ver cómo nos ha dirigido el Señor de acuerdo con sus profecías, nuestra fe se ha fortalecido.
¿Por qué, entonces, puede preguntar usted, se dieron esas señales, si no era para darnos algunas claves?
En ningún lugar dijo Jesús: “Les estoy diciendo estas cosas para que puedan tener una idea de lo que ocurrirá a continuación, antes que ninguna otra persona lo sepa”. Si eso fuera lo que él se proponía hacer, habría contradicho su propio consejo de estar siempre listos y velar porque “el día del Señor vendrá como ladrón en la noche”.
Lo que Jesús dice es: “Os lo he dicho antes que suceda, para que cuando suceda, creáis” (Juan 14:29).
Estar listos
Yo anhelo ardientemente que Jesús venga ya. Y concuerdo muy bien con Juan cuando dice que no estamos listos. Pero no se debe a que no hemos memorizado su diagrama sobre el tiempo. Se debe a que no hemos experimentado el otro advenimiento de Jesús. Usted sabe que hay una venida de Jesús que se registra en los evangelios y la que se describe en el Apocalipsis.
La venida entre Belén y el Armagedón es que venga a nuestros corazones y a nuestras vidas ahora mismo. Y enfáticamente digo que a menos que Cristo haya sido invitado primero a venir a las vidas y los corazones de su pueblo, nunca vendrá por nosotros en las nubes de los cielos.
Si nuestro Señor retarda su venida, no es porque no hayamos trazado bien nuestros diagramas o calculado la fórmula correcta, o vislumbrado el evento portentoso correctamente. Es porque hemos estado demasiado ocupados trazando, calculando y observando, que no hemos podido conocer y dar la bienvenida a nuestro Señor.
Leroy E. Froom estaba en lo correcto cuando comprendió la primacía de la justificación por la fe: fe en la justicia de Jesús que vivifica, transforma y, finalmente, traslada al pueblo de Dios. ¿Qué estará haciendo usted cuando el Señor vuelva?