El relato bíblico nunca fue tan oportuno como cuando dice: “El diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1 Ped. 5:8). Recientemente leí con preocupación las palabras de Elena G. de White, que dicen: “El poder de Satanás para tentar y engañar es diez veces mayor ahora que en los días de los apóstoles” Spiritual Gifts, t. 2, p. 227).

 Apoyando la profecía de Daniel que habla sobre el aumento del conocimiento en el tiempo del fin, Roberto Tiittle, presidente ejecutivo de la Corporación SPX, que maneja miles de millones de dólares, dijo que el conocimiento acumulado del hombre se ha duplicado en la última década y que se volverá a duplicar de nuevo cada cinco años. Por lo tanto, no es una exageración decir que se producirán más progresos científicos y tecnológicos el año próximo, que los que se produjeron en toda la década del setenta.

 Un cambio radical está impactando al mundo y a la Iglesia

 Ahora bien, si están ocurriendo cambios radicales en el mundo de los negocios, es lógico pensar que también están ocurriendo dentro de la iglesia. La Iglesia Adventista ha sido presentada recientemente en forma destacada en un importante libro de William S. Bainbridge, uno de los principales eruditos norteamericanos. Agradecemos que Bainbrigde fue muy amable con nosotros en sus comentarios. Después de decir que los Adventistas del Séptimo Día “han ocupado su lugar entre las principales denominaciones”, continúa con esta interesante observación: “La Iglesia Adventista, al igual que otras denominaciones conservadoras, ha estado luchando para mantener sus creencias y prácticas tradicionales y enfrentando, al mismo tiempo, los desafíos de un mundo cambiante” (Bainbridge, The Sociology of Religious Movement [La sociología de un movimiento religioso), pp. 107, 108).

 Cuando nos damos cuenta de que se está produciendo un cambio dinámico, nosotros como Iglesia debemos tener también una nueva forma de reaccionar. Si darse cuenta de que se está produciendo un cambio es de capital importancia, entonces el siguiente paso lógico debe ser responder a ese cambio. Hoy vemos que se está desafiando la autoridad y la integridad de la Organización desde adentro, y que se están multiplicando las falsificaciones y aberraciones teológicas.

Es imperativo dar una respuesta inmediata

Los términos visión, misión, enfoque y compromiso con el futuro casi han llegado a convertirse en clichés. Los autores de temas gerenciales, Tom Peters y Robert H. Waterman Jr., hablan acerca de preparación, dirección y propósito. Una cosa es tener un compromiso y una visión, y otra cosa muy diferente es actuar sobre ese compromiso y visión en el momento exacto. El famoso jugador de hockey sobre patines Wayne Gretzsky, dijo una vez: “No patino hacia donde está el disco. Patino en la dirección hacia dónde va a estar el disco”. Noé es un ejemplo bíblico de ese principio, ya que él no construyó el arca donde estaba la lluvia, sino donde iba a estar la lluvia.

 Lee laccoca, el famoso gerente de la industria automovilística es un ejemplo clásico de un visionario de los tiempos modernos. No sólo soñó, sino que también actuó como respuesta a sus sueños. Hace algunos años, laccoca llamó a uno de sus ingenieros y le preguntó: “¿Qué le parece, cree que la gente volvería hoy a comprar autos convertibles?” La respuesta del ingeniero fue: “No sé, pero se necesitarán tres años para diseñar uno y ver cómo reacciona el mercado”. laccoca le replicó: “¡No, eso es esperar demasiado tiempo; corte con una sierra la parte de arriba de un auto y tráigame un convertible esta misma tarde!” Cuando Lee laccoca manejaba esa tarde el convertible alrededor de la ciudad, fue contando las manos de las personas sonrientes que movían las manos y lo señalaban. Como resultado, al año siguiente la Chrysler tenía un nuevo modelo de auto convenible en el mercado.

 Los desafíos del mundo de hoy exigen, como nunca antes en la historia, una respuesta inmediata. Usted y yo, como miembros de la Iglesia, debemos estar preparados, a pesar de las complejidades y dificultades, para responder sin demora a los cambios que se están produciendo en nuestra Iglesia

Debemos enfrentar el futuro y, al mismo tiempo, recordar nuestro pasado

 La autopista que nos lleva al siglo XXI parece que se nos viene encima tan velozmente como la carretera que enfrentan los chicos en los video juegos de carreras de autos. Tenemos que mirar hacia delante, a través del parabrisas, para evitar los obstáculos y los baches del camino. Y al mismo tiempo, debemos mantener un ojo sobre el espejo retrovisor. atentos al lugar del cual hemos venido. Dichos populares, tales como: “Mire atrás, hacia el futuro” o “Pruébelo de nuevo por primera vez” deben ser más que simples slogans publicitarios.

 Nosotros tenemos una herencia formidable de la cual estamos legítimamente orgullosos. No tengamos, por lo tanto, temor de volver al pasado para descubrir lo que es fundamental.

 Nunca puedo olvidar la clásica apelación de Vince Lombardi, el entrenador de los famosos Green Bay Packers, cuando se ponía delante de su equipo y trataba de motivarlos enfatizando las cosas básicas “Caballeros”, les decía, “esto es una pelota de rugby”. Lombardi les enseñó a sus jugadores a jugar con superlativa destreza en el contexto de las cosas básicas y fundamentales.

 Por lo tanto, repasemos las cosas básicas dentro del marco del desafío que enfrentamos. Para ello, me gustaría sugerir una premisa muy fundamental. Esa premisa puede ser fácilmente ilustrada por un triángulo equilátero.

Mi tesis

Mi tesis es tan simple como esto: Yo creo que Dios levantó nuestra iglesia profética al:

  • Inspirar su teología,

  • la cual nos lleva a su misión,

  • la realización de la cual es posible por su organización.

 Estos tres elementos están intrínsecamente unidos entre sí. Los tres fueron y son ordenados divinamente. Socavar cualquiera de estas tres partes hará que todo el edificio se desplome o que, posiblemente, se produzca una implosión con consecuencias drásticas.

 Permítanme defender mi tesis

Nuestra teología histórica

 Nuestra herencia protestante nos dio una visión inspirada y correcta de la inspiración y la revelación. Esa perspectiva no fue ni compleja ni difícil de entender.

 Adaptando las palabras del entrenador de los Green Bay Packers, podríamos decir: “Señoras y señores, esto es una Biblia”. Esto es la Palabra inspirada de Dios. Este libro no contiene meramente su Palabra para ser evaluada, criticada, disecada, o adaptada debido a los datos científicos o arqueológicos, no importa cuán plausibles, estimulantes del intelecto o gratificantes del yo puedan parecer.

 Ni Cristo ni sus apóstoles gastaron tiempo señalando las supuestas inconsistencias de las Escrituras, incluyendo en dichas inconsistencias los relatos de la creación y del diluvio registrados en el libro de Génesis. Si la Biblia pudo predecir con detalles minuciosos los eventos que rodearon el nacimiento y la vida de Jesús, ¿no pudo registrar en forma específica y exacta la historia primitiva de la tierra?

 Si Pablo, en vez de escribirle a Timoteo, nos estuviera escribiendo hoy a nosotros, creo que nos diría: “Toda la Escritura es inspirada por Dios… y yo aún quiero decir TODO ESO” (adaptación de 2 Tim. 3:16).

 Una vez escuché el pensamiento de dos líderes citados en un programa de radio. El Dr. Billy Graliam, dijo: “Yo no tengo problemas con el relato de que un pez tragó a Jonás. Hubiera creído que Jonás tragó al pez. Si lo dijera la Biblia”. A. W. Tozier dijo: “Deme Génesis 1:1 (en el principio Dios) y el resto de la Biblia no me causa ningún problema”.

 Comprendo que hay quienes considerarán esa manera de pensar en forma despectiva y que rápidamente la rotularán como “fundamentalista”. Tales personas la contrastan con el ser dirigidos por el Espíritu Santo, lo que les parece que ofrece más libertad.

 La siguiente cita de Miguel Morse, ministro de la Iglesia Unida de Cristo, que apareció recientemente en el Washington Post, nos ayuda a colocar esto en la debida perspectiva y demuestra un resultado posible, o tal vez natural, de esta falsa dicotomía: “Para algunos cristianos -dijo él-, la Biblia siempre es autoritativa. A esos cristianos los llaman fundamentalistas. Sin embargo, para otros, Jesucristo es autoritativo. Estos últimos creen que tratar la Biblia literalmente conduce a toda clase de distorsiones y crueldades, mientras que tratar a Jesús seriamente lo lleva a uno a la conclusión inevitable de que él creía en estilos de vida llenos de igualdad, reciprocidad, compasión, compromiso, responsabilidad y amor. Los que piensan así, creen que hay mucho lugar en esos estilos de vida para los homosexuales e incluso para los matrimonios homosexuales” (Miguel Morse, ministro de la Iglesia Unida de Cristo, escribiendo en el Washington Post, citado en First Things First [Las primeras cosas primero], marzo de 1997, p. 62).

 Eso, evidentemente, es una falsa dicotomía, porque ser guiados por el Espíritu Santo y adherirse a la autoridad de la Escritura nunca son, ni serán, mutuamente excluyen- tes.

 Además, cuando necesitemos una amplificación adicional sabemos dónde podemos encontrarla. La mayoría de nosotros tiene un estante de su biblioteca lleno de aquellos libros con tapas generalmente encarnadas, que necesitan ser desempolvados y vueltos a usar. Reconozco que en el pasado se abusó de ellos o se han usado mal. Pero ahora es tan allí, sin usar, o, como la misma autora predijo, “que no tengan efecto”. [1] Cuando el presidente de una asociación entrevistó recientemente a un estudiante del último año de teología y le preguntó qué pensaba acerca de Elena de White, el estudiante le dijo: “¿Quién es Elena de White?”. Eso es una tragedia.

¿Por qué debiéramos ignorarla? ¿Por qué debiéramos avergonzamos de Elena de White? Ciertamente, hay otras denominaciones que tienen mucho menos que ofrecer con sus profetas. Y, sin embargo, los promueven. ¿Por qué debemos más bien citar una gota superficial de algún psicólogo desconocido cuando tenemos la mensajera del Señor que, si mi conocimiento es correcto, es:

   •  El cuarto autor más traducido en la historia de la literatura

   •  La escritora más traducida en la historia del mundo

•  El autor norteamericano más traducido, trátese de un hombre o una mujer

Recientemente hablé a un grupo numeroso de administradores de hospitales y les mencioné que no me sentía incómodo de confesarles que, aunque estaba obteniendo un doctorado en administración eclesiástica y una maestría en administración de empresas, había sacado algunos de esos viejos libros del estante, los había desempolvado, y había leído de tapa a tapa la Biblia, los cinco libros de la serie del Conflicto de los siglos, los nueve tomos de los Testimonies [ Testimonios], y la biografía de Elena G. de White. Les dije que tuve que hacer eso porque sentía mi necesidad personal de volver a lo que es básico. Yo quería volver a familiarizarme, y subconscientemente, si era necesario, fortalecer los fundamentos de mi modus operandi administrativo. Quería que esos libros fueran más que apenas buenos libros devocionales. Yo puedo testificar de cuánta bendición y ánimo han sido para mí.

 Indudablemente no vivimos en los tiempos de Elena de White y los nombres y las ciudades y la gente son diferentes. Pero los asuntos esenciales y los principios básicos son los mismos ¿Podemos, acaso, olvidar que el mismo Dios que inspiró a la gran visionaria Elena de White con el conocimiento para comenzar a establecer nuestras instituciones médicas, nuestras instituciones educacionales, o nuestra Iglesia podía, por acaso, dejar de darnos el suficiente conocimiento para su éxito presente y futuro? Fue Dios quien nos pidió -en realidad nos ordené)-, que seamos cabeza y no cola. Y nos recordó que los hijos de este siglo son algunas veces más sagaces y sensibles a la verdad que los que se supone que son hijos de la luz.

 Dentro de la Palabra de Dios y de los escritos de llena G. de White encontré consejos y filosofías que en verdad harán que seamos la cabeza, si los seguimos. Son consejos que nos garantizan el éxito aun cuando parezca que estamos yendo contra la sabiduría humana más avanzada o convencional (Contienen mejor información que cualquier libro que se haya escrito sobre teología, arqueología o psicología.

 No busquemos excusas. Leámoslos, volvamos a ellos y, sí, citémoslos en público.

 Creo sinceramente que a medida que volvamos a la Biblia y a las obras de Elena G. de White, encontraremos que predicen clara y concordantemente nuestro singular papel en el desafío que enfrentamos.

 Hay adventistas que defienden la idea de que debemos echar por la borda el equipaje de algunas de nuestras doctrinas históricas peculiares. En un ataque feroz y astutamente persuasivo, Kenneth Richard Samples declara en el prólogo al libro recién publicado de Dale Ratzlaff, The Cultic Doctrine of Seventh- day Adventists [La doctrina sectaria de los adventistas del séptimo día], que “algunas de las creencias distintivas adventistas que fueron originadas por sus pioneros todavía afligen como una plaga a la Iglesia contemporánea…” (extractado del prólogo a The Cidtic Doctrine of Seventh-day Adventists)

 Una idea similar que ha ganado aceptabilidad en algunos de nuestros círculos es la noción de que los adventistas pueden escoger y decidir qué doctrinas son importantes y cuáles no lo son, como si se tratara de un restaurante teológico de autoservicio. Cuando se le preguntó a una persona de qué lado estaba, respondió: “Yo soy lo suficiente adventista”. Pero uno debe ser más que eso. Aunque nuestras doctrinas son individualmente defendibles, están inseparablemente unidas Hay un hilo de oro que une y proporciona armonía, simetría y belleza a nuestro mensaje. No lo quebremos.

 Permítanme darles una sencilla ilustración. Algunos adventistas ridiculizan la creencia en un diluvio universal diciendo que es algo imposible. No obstante, permítanme compartir con ustedes dos razones por las que creo en el diluvio.

 En primer lugar, porque la Biblia lo dice. En segundo lugar, porque si Dios estuviera hablando solamente de una inundación local, entonces siempre que apareciera un arco iris en el cielo haría mentiroso a Dios. Porque esa es su señal de que nunca volverá a haber otro diluvio. Las inundaciones localizadas en un lugar no llenan los requisitos.

 Y si no hubo un diluvio universal, entonces tenemos un problema con la columna geológica. Y si hay un problema con la columna geológica, entonces la aparición de la muerte sucedió antes mismo de que se registrara el pecado. Y si eso es verdad, entonces tenemos un problema con la expiación sustitutiva y, por supuesto, tenemos entonces un problema con las 24 horas literales de los siete días de la creación.

 Tenemos también en nuestras filas a los que abogan por una escatología condicional, minimizando, o eliminando, la amenaza de las leyes dominicales. Piensan que el sábado no será la prueba finid y también creen que la bestia de Daniel 7 tiene otras explicaciones mis contemporáneas que la de aplicarla a la Iglesia Católica. De paso, recuerdo que no hace muchos años algunos adventistas aplicaron el símbolo de esa bestia al comunismo.

 Lo cierto es que cualquiera que lea libros actuales, tales como The Keys of This Blood [Las llaves de esta sangre], o quien haya viajado por países católicos, puede ver la validez de la declaración de Elena de White en El conflicto de los siglos, de que la Iglesia Católica no ha cambiado: “Y téngase presente que Roma se jacta de no variar jamás. Está acumulando ocultamente sus fuerzas y sin despertar sospechas para alcanzar sus propios fines y para dar el golpe en el debido tiempo’’ (El conflicto de los siglos, p. 638). [2]

 Irónicamente, si estuviera escribiendo los titulares de alguno de los diarios sensacionalistas de nuestros días, estaría tentado a colocar: ‘La princesa Diana, la madre Teresa, y la virgen María unidas en el cielo. Esperan visitar la tierra en el año 2000”.

 Con esta dinámica barriendo la nación, es natural que la doctrina del remanente que nos da peculiaridad y que es en realidad una razón para nuestra existencia, esté también siendo minimizada. Pero recuerden que el remanente bíblico no estaba constituido solamente de sobrevivientes individuales, sino que tenía también una identidad corporativa, un cuerpo. El remanente siempre tenía las características de una nación sobreviviente. El remanente que aparece en Apocalipsis 12 está formado por los que, como grupo, guardan los mandamientos de Dios en el tiempo del fin. Creemos que esta Iglesia fue levantada para desempeñar un papel peculiar e inconfundible en el período de clausura de la historia de la tierra. Si no fuera así, entonces podríamos perfectamente unirnos a los bautistas. O al menos, a los bautistas del séptimo día ¿no es verdad? ¡No, no lo es! A lo menos, no lo es para mí. Y lo que es más importante, tampoco es verdad para Elena de White. Escuchemos lo que dijo:

 “El hermano K,… en lo que concierne al sábado, ocupa la misma postura que tienen los Bautistas del Séptimo Día. Si se separa el sábado de los mensajes [mensajes de Apoc.14), pierde su poder; pero cuando se lo relaciona con el mensaje del tercer ángel, le asiste un poder que convence a incrédulos e infieles, y los fortalece para resistir, para vivir, crecer y florecer en el Señor” (Elena de White, Testimonies, t. 1, p. 337).

 La singular fuerza propulsora del mensaje de los tres ángeles es lo que le da poder a nuestro mensaje especial.

 Eso es lo que dijo Elena de White en aquel entonces, y creo que eso mismo es lo que le volvería a decir hoy a la red que se está formando en los Estados Unidos a través de la Internet, que discute la validez del sábado.

 Creo que eso es lo que les diría a los líderes de esa red que están en este momento decidiendo cuáles de las 27 doctrinas fundamentales son realmente importantes.

 Así que, si el remanente es demasiado limitado, si la escatología es demasiado condicional, si los evangelistas dependen demasiado de los textos de prueba, y si la organización es también demasiado pesada, ¿por qué deben nuestros hijos y la generación que nació luego de la Segunda Guerra apoyar este mensaje o estar dispuestos a morir por él?

 Dean Keeley, un profesor metodista invitado a dar algunas charlas en la Universidad de Andrews en el otoño de 1982 hizo este comentario increíblemente perspicaz: “Las cosas que he mencionado acerca del diezmar, del sábado como séptimo día, del lavamiento de los pies, etc., son las cosas que hacen de la Iglesia Adventista del Séptimo Día una iglesia única, distintiva, y exigente. Esas cosas son las que le dan su garra, su persuasión, su seriedad. Cada iglesia necesita tener su propia manera de insistir en que ‘usted tiene que vivir en conformidad con esto para ser uno de nosotros’. Si ustedes eliminan esos requisitos pueden convertir de la noche a la mañana al movimiento en algo débil, pálido y ordinario. Así que la respuesta a la pregunta ¿cómo puede la Iglesia Adventista dejar de crecer? es: Sean igual que los metodistas”.

 Enfáticamente afirmo que el Señor le dio a esta Iglesia sus doctrinas, sí, las 27 doctrinas, y que se las dio en un cuerpo maravillosamente interconectado. En su reciente artículo “American Protestant History” [Historia protestante americana], el pastor e historiador Doug Johnson muestra cómo hicieron frente los Estados Unidos a dos asuntos fundamentales en los años posteriores a su guerra civil.

 El primero era, cómo relacionarse con el nuevo enfoque de los teólogos alemanes para interpretar la Biblia, enfoque que llegó a conocerse como la alta crítica.

 El segundo era, cómo se relacionarían con la teoría de la evolución de Darwin, llamada evolución teísta.

 La aceptación de estas dos opiniones llegó a ser conocida como modernismo. Nuestra Iglesia rechazó este modernismo y se salvó del desastre. Sin embargo, muchas otras denominaciones, al aceptar la filosofía del modernismo comenzaron a experimentar una gran disminución en el crecimiento en la década de los sesenta y tuvieron pérdidas significativas en la feligresía en las décadas del 1970 al 1990. Estos cambios fueron, generalmente, sutiles y casi imperceptibles. Pero, sin embargo, sucedieron.

 Bradley J. Longfield escribió un libro que fue premiado, The Presbyterian Controversy [La controversia presbiteriana]. En las páginas 3 y 4 habla acerca del hecho de que las principales iglesias en los Estados Unidos están enfrentando una crisis. La iglesia Presbiteriana, considerada como una muestra de muchas otras denominaciones, perdió 1.200.000 miembros desde 1966 hasta 1987. El autor dice que, aunque la aceptación del pluralismo doctrinal mantuvo la unidad institucional, dejó a las iglesias “sin una voz teológica clara”. Además, añade que esta iglesia! que había mantenido una fuerte posición doctrinal, optó durante las décadas de 1930 y 1940 por “ampliar sus límites para preservar la misión de la iglesia a la cultura”.

 Longfield resume las consecuencias de esas posiciones, de esta manera: “La controversia presbiteriana rugió con furiosa intensidad durante 14 años sobre asuntos tales como los requisitos para la ordenación, la misión del Seminario de Princenton, y la ortodoxia de la Junta de Misiones Extranjeras. Aunque en el apogeo del conflicto, a mediados de la década de 1920, la iglesia se las arregló para mantenerse unida, las controversias produjeron un aflojamiento de las normas de la iglesia en cuanto a los requisitos para la ordenación, la reorganización del Seminario Teológico de Princenton, la creación del Seminario de Westminster, y la fundación de la Iglesia Presbiteriana de América (Ibíd., p. 4).

 No debemos olvidar el hecho de que los que fracasan en aprender del pasado están condenados a repetirlo.

 Dios no nos señaló como remanente en forma arbitraria. Nosotros hemos llegado a ser el remanente por el hecho de que, virtualmente, todas las otras denominaciones evangélicas han abrazado, o están en el proceso de abrazar, esas opiniones. Por eso, esas denominaciones han ido por descuido deslizándose en el modernismo, el posmodernismo, y la neo-ortodoxia. Corriendo el riesgo de parecer arrogante, debo decir que puede ser que nosotros seamos los únicos que hayamos sido dejados para guardar las preciosas verdades. Sin embargo, algunas fuerzas en nuestra Iglesia están fuerte e intencionalmente empujándonos a que olvidemos nuestro sagrado y singular llamado.

 I). A.Carson escribe sobre un tópico estrechamente relacionado, en un magistral libro de 640 páginas titulado The Gagging of God |La mordaza de Dios!, donde se refiere al asunto del modernismo y posmodernismo en su relación con las crecientes teorías del pluralismo teológico.

 En el campo religioso, eso significa que poca gente se ofenderá por la multiplicación de nuevas religiones. No importa cuán excéntricas sean; no importa cuán frágiles sean sus credenciales intelectuales; no importa cuán subjetivas y descontroladas sean; no importa

cuán descaradamente egocéntricas sean; no importa cuán claramente hayan sido manufacturados sus dioses para fomentar la promoción del yo, los medios de comunicación las tratarán con fascinación e incluso con cierto grado de respeto. Pero, si alguna religión afirma que en alguna medida otras religiones están equivocadas, se ha cruzado una línea e inmediatamente se agita el resentimiento… La exclusividad es la única idea religiosa que no puede ser tolerada. En consecuencia, el proselitismo es una palabra sucia. Uno no puede dejar de observar la ironía aplastante de que el evangelio de la tolerancia relativista es tal vez en este momento el movimiento más ‘evangelizador’ en la cultura occidental, y que es un movimiento que exige asentimiento y sin tolerar rivales” (pp. 32, 33).

 Así que, primero, Dios nos dio una teología singular, unificada y preciosa. Eso me lleva a mi segundo punto: Nuestra organización.

Nuestra organización

 Hoy día el término “pos-denominacionalismo” está ganando credibilidad en el mundo evangélico. En la gran reunión de los Promise Keepers [Los guardadores de la promesa] realizada en Washington D.C., el 4 de octubre de 1997, cerca de un millón de hombres vitorearon cuando Max Lutado proclamaba que el sectarismo es pecado. El 6 de julio de 1997 dio la vuelta al mundo un cable originado en Columbus, estado de Ohio, firmado por John Thomas, donde se decía que “la Iglesia I vida de Cristo decidió unirse con otras tres denominaciones protestantes, compartiendo congregaciones y ministros con estas denominaciones por primera vez desde el siglo XVI… Esto, por fin. concluye la separación ocurrida en dicho siglo… Esto es un estímulo para mirar más allá del aislamiento denominacional” (Willa Walla Union Bulletin [Boletín de la Unión de Malla Walla], 6 de julio de 1997).

 Peter Wagner, el gran gurú del crecimiento de iglesia, condujo recientemente una convención post-denominacionalista donde ministros de muchas denominaciones se unieron en lo que sería un movimiento precursor de un ecumenismo que los anteriores movimientos ecuménicos nunca habían logrado. Hoy día, hay muchos de nuestros miembros pertenecientes a la joven generación, que están repitiendo como un loro que no se sienten comprometidos con nuestra Iglesia. Estamos experimentando una crisis de identidad. Recientemente estuvieron en mi oficina los directores del Departamento de Jóvenes de dos Asociaciones, y me dijeron que algunos adolescentes y jóvenes adventistas, estudiantes del nivel secundario v universitario, eran buenos cristianos pero que no se sentían demasiado comprometidos con el llamado específico de nuestro mensaje.

 Tenemos que tener cuidado, porque, si como iglesia fuimos alguna vez culpables de enfatizar el adventismo a expensas del amor por Cristo, no debemos ahora caer en el otro extremo educando a una generación de adventistas sin compromiso alguno con el papel confiado por Dios al adventismo.

 Pero amigos, nuestra Iglesia, aunque quedando con su teología intacta, no sería una gran Iglesia sin su estructura organizacional. No se puede trabajar ni viajar alrededor de la iglesia mundial sin ver la necesidad de nuestro sistema de organización y financiero.

 Dios levantó a la Iglesia Adventista para realizar algo que ninguna otra denominación está preparada para realizar Como ustedes pueden ver, cuando Dios le dio a nuestra Iglesia su teología, nos dio también una estructura organizacional práctica. Ambas cosas van juntas, tomadas de la mano.

 Corno parte de mi tesis investigué cómo se desarrolló esa estructura. Aunque para algunos de nosotros es fascinante leer cómo nuestros pioneros elaboraron trabajosamente este tema, al profundizar en el asunto descubrimos que el desarrollo de la estructura organizacional de nuestra Iglesia fue inspirado por el mismo Diseñador que inspiró nuestras doctrinas.

 Ahora bien, soy dolorosamente consciente de que podemos llegar a ser burocráticos y super institucionalizados. Existe la posibilidad de que nuestra Iglesia como cuerpo pueda llegar a ser excesivamente corporativizada en apariencia y función. Con instituciones educacionales de calidad, con casas editoras, instituciones médicas y oficinas de uniones y de asociaciones, corremos el peligro de comenzar a construir nuestra autoimagen en función de nuestras instituciones en vez de hacerlo en función de nuestra misión. Y de que estas importantes e ¡reemplazables instituciones lleguen a ser un fin en sí mismas, en vez de ser un medio para alcanzar un fin.

 Joshua V. Himes, el segundo comandante en el movimiento Milerita. le escribió lo siguiente a Elena de White, en 1895: Hay muchas cosas buenas y grandes conectadas con la reforma pro-salud y las iglesias, con el aumento de la prosperidad, así como también con tos colegios, y a mí me parece que la obra en todos esos departamentos puede continuar por mucho tiempo en el futuro… Se está haciendo una obra grande y ferviente para enviar el mensaje del tercer ángel a todas partes, pero, todos los adventistas están prosperando en las cosas terrenales, acumulando riquezas, mientras hablan de la venida de Cristo como un evento que está a las puertas. Es una gran cosa ser consistentes y honestos con el verdadero mensaje adventista” (George Knight, “El adventismo: 150 años después’, citado en Ministry, oct 1994 n 13).

 Así que hay advertencias que necesitamos escuchar, pero las palabras que Elena de White escribió en 1893 aún son válidas: “Que nadie albergue el pensamiento de que podemos prescindir de la organización. la erección de esta estructura nos ha costado mucho estudio y muchas oraciones en demanda de sabiduría, que sabemos que Dios ha contestado. Ha sido edificada por su dirección, a base de mucho sacrificio y conflicto. Que ninguno de nuestros hermanos esté tan engañado como para intentar derribarla, porque así criaríais una situación en la que ni siquiera soñáis. En el nombre del Señor os declaro que la organización ha de permanecer, fortalecida, establecida, fijada”. (Testimonios para los ministros, p.28)[3]

 ¿Tiene imperfecciones la organización de la Iglesia hoy día? Por supuesto que sí. Desde el momento que tiene miembros como usted y como yo, es natural que tenga debilidades.

 Pero me siento triste por aquellos que gastan sus energías enfocando los pecados del pueblo de Dios, en vez de enfocar al Salvador del pueblo de Dios. Pero sea como fuere, después de reconocer los defectos, traten de nombrar una estructura denominacional de la cual les gustaría formar parte. Alabo a Dios por nuestra Iglesia “imperfecta y defectuosa”. Y creo que todavía es “el objeto al cual Dios dedica en un sentido especial su suprema consideración” (Elena de White, Los hechos de los apóstoles, p. 11).

Nuestra misión

 Recién después que Dios le dio a nuestra Iglesia un sistema claro de teología e instrucciones para erigir la estructura organizacional, es cuando estuvimos listos para cumplir nuestra misión profética. Sí, una misión que es diferente a la de cualquier otra denominación. Es fácil entender que en algunas denominaciones pequeñas que están divididas por la disensión y bloqueadas por el statu quo, resulte difícil concentrarse en la misión. ¡Es difícil entusiasmarse con la tarea de drenar el pantano cuando uno está metido hasta la coronilla entre los caimanes! Pero, señores, esta Iglesia está viva, vibrante, con un crecimiento explosivo. Sé que los cínicos dirán que no estamos creciendo tan rápido como la población. Pero mírelo de esta otra forma En 1870 había un adventista por cada 250.252 personas en el mundo. Hoy, todavía somos pocos comparados con la población mundial, pero el promedio mundial es ahora de un adventista por cada ~95 personas.

  Nuestra Iglesia organiza 4 iglesias locales y media por día alrededor del mundo. Se realiza un bautismo cada 22 segundos. Con una Iglesia que tiene ahora presencia en todas las partes del mundo excepto en nueve países; con la Radio Mundial Adventista en todos los continentes; con la evangelización por satélite disponible desde cualquier parte del mundo, es evidente que Dios está usando a su Iglesia poderosamente.

La misión de nuestra Iglesia no se logrará por una filosofía como la de Willow Creek, por buena que su tarea esté siendo hecha. También respeto mucho a Bill Hybels. Debiéramos imitar los aspectos legítimos de ambos. Pero ellos mismos dicen: “No nos copien” Y, además, en este momento están reestructurando sus sistemas. Pero hay una diferencia filosófica básica entre nuestra Iglesia y muchos de los modelos de las llamadas catedrales de cristal. Nosotros creemos y practicamos la benevolencia sistemática, ese sistema de compartir que capacita a nuestra Iglesia para llevar a cabo lo que de otra manera sería una tarea mundial imposible. Y creemos que a pesar de ese compartir, o en virtud de ello, se produce una maravillosa acción refleja que ayuda también a nuestra obra local. Creemos que la forma de fortalecer el programa de la iglesia local es promover las misiones de ultramar.

 Eso nos permite tener un programa de misiones fenomenal. Y nos capacita para dirigir un sistema educacional. La mayoría de las grandes iglesias en los Estados Unidos no tienen escuelas primarias, ni colegios secundarios y superiores, ni campamentos para jóvenes. ni promueven una misión mundial. De hecho, el famoso Willow Creek ni siquiera tiene en funcionamiento una escuela porque sienten que no es rentable. Y además de eso, podríamos hablar de las principales diferencias entre nosotros y ellos en las áreas de doctrina y profecía.

 Nunca olvidaré que durante el apogeo del proyecto Magadan en la Upper Columbia Conference [Asociación de la Alta Columbia|, las ofrendas para las misiones aumentaron y el diezmo creció un 26%. Y que durante la operación Bearhug los ministerios independientes que critican a la Iglesia perdieron impulso mientras que nuestros miembros se revitalizaron. Esa es la forma de Dios, la forma de Elena de White, y la forma adventista.

 Así que aquí estamos como la Iglesia remanente de los últimos días, de pie en la brecha. y eso hace una diferencia. Es duro. Estos días son tiempos difíciles. Los cínicos de entre nuestras filas están observando la demora de Ja venida de Cristo y desafiando nuestra comprensión histórica de la escatología.

 Recientemente, en el culto familiar, mientras estábamos leyendo el libro Historia de la redención, leímos que se le dijo a Moisés que libraría a los hijos de Israel de Egipto y que a los ancianos también se les dijo que él libraría a los hijos de Israel de Egipto. Después de casi 400 años de cautividad había, por lo tanto, una gran expectativa en todo el pueblo. Pero en aquel entonces pareció que el plan de Dios se frustró. Imagínense el chasco. Imagínense el cinismo, dirigido particularmente hacia los dirigentes que habían predicado la llegada de un salvador. Pero cuando todo se puso más sombrío, cuando las cosas eran aparentemente imposibles, Dios hizo lo mejor, trabajando entre bastidores. Y pueden estar seguros qué aun cuando tuvo que seguir el plan “B”, el plan “B” no fue ineficaz. Sí, podemos perder algunas batallas, pero recuerden que Dios siempre gana la guerra. Y a pesar de los críticos, de los cínicos, de los obstruccionistas, de los revisionistas, e incluso a pesar de todo el ejército de Faraón, Moisés sacó ciertamente a los hijos de Israel de Egipto, tal como estaba predicho.

 Aquí está una increíble cita con la que me encontré hace unos pocos días: “El Señor ha permitido que en nuestros días los asuntos de la exaltación del error sobre la verdad lleguen a una crisis, para que él, el Dios de Israel, pueda obrar poderosamente para la mayor elevación de su verdad en la proporción en que el error es exaltado. Con sus ojos puestos sobre la Iglesia, el Señor ha permitido vez tras vez que las cosas lleguen a una crisis, para que en la adversidad su pueblo busque sólo su ayuda… Dios reserva su graciosa interposición en su favor hasta el momento de la crisis” (The EGW Materials [Los materiales de Elena de White], p. 903).

 ¡Alabado sea el Señor por ello!

 En las biografías de Elena de White me encontré con una de las experiencias del pastor Arturo G. Daniels.

 Precisamente antes de las sesiones del congreso de la Asociación General, Daniels estaba cansado del conflicto de tener que tratar de mantener las cosas generales unidas, y particularmente en lo que se relacionaba con los ataques sobre Elena de White. De modo que, dedicó el sábado anterior al comienzo del congreso como un día personal de ayuno y oración. Daniels continúa diciendo: Luché hasta la muerte, clamando en voz alta, y casi reproché al Señor por no darme ninguna señal. ninguna evidencia de mi aceptación”. Durante esa lucha se postró sobre el piso, como aferrándose a sus tablas, mientras luchaba desesperadamente con Dios. Luchó toda la noche con el Señor. Después, relata Daniels, mientras el sol de la mañana irrumpía en la sala, “resonaron en mi mente, como un mensaje del cielo, tan claramente como si fueran habladas audiblemente, las siguientes palabras: ‘Si sostienes a mi sierva hasta que su sol se ponga en el ciclo radiante, yo te sostendré hasta la última hora del conflicto’ ” (Arthur L. White, Ellen G. White: The Early Elmshaven Years, 1900-1905 [Elena de White: los años tempranos en Elmshaven, 1900-1905], t. 5, p. 240).

  Más tarde, en aquel mismo año, llegó a agitarse más el debate sobre el panteísmo. Al tratar con los temas en discusión, un Dr. llamado Paulson, señaló con su dedo al pastor Daniels y dijo: ‘‘Usted está cometiendo el error de su vida. Después de toda esta confusión. uno de estos días se despertará y se encontrará arrollado en el polvo, mientras que otro estará dirigiendo las fuerzas”. El pastor Daniels se fortaleció en su abatimiento y desánimo, y le contestó con firmeza: “No creo en su profecía. De todos modos prefiero ser arrollado en el polvo haciendo lo que creo en lo profundo de mi alma que es correcto, antes que caminar con príncipes haciendo lo que mi conciencia me dice que es malo” (Ibíd, p. 297).

 ¡Qué testimonio poderoso! Alabo a Dios por su plan. El levantó nuestra Iglesia profética al: inspirar su TEOLOGÍA, que conduce a su MISIÓN, y que se hace posible por su ORGANIZACIÓN.

 E, increíblemente, ha confiado todo eso en manos débiles como las tuyas y las mías. Soy humilde y estoy eternamente agradecido al darme cuenta de esto. Oro para que estemos dispuestos a aceptar este desafío.

 Finalizo con un pensamiento de Elena de White: “Al recapacitar en nuestra historia pasada, habiendo recorrido cada paso de su progreso hasta nuestra situación actual puedo decir: ¡Alabemos a Dios! Mientras contemplo lo que el Señor ha hecho, me siento llena de asombro y confianza en Cristo como nuestro caudillo. No tenemos nada que temer en lo futuro, excepto que olvidemos la manera en que el Señor nos ha conducido y sus enseñanzas en nuestra historia pasada” (Notas biográficas de Elena de White, p. 216; Joyas de los testimonios, t. 3, p. 443).


Referencias

[1] Nota del traductor-editor Esta cita está tomada de Mensajes selectos t. 1, p. 54. Veáse también, tomo 2, p 89- El último engaño de satanás consistirá en convertir el testimonio del Espíritu de Dios en algo ineficaz

[2] Nota del traductor-editor; en el contexto de este párrafo cabe mencionar la Carta apostólica Dies Domini del Santo Padre Juan Pablo 11 al episcopado al clero y a los fieles, sobre la santificación del domingo del 31 de mayo de 1998 que se publicó en L Osservatore Romano en español, número 28, del 10 de julio de 1998, pp 9-20, un extenso documento en 5 capítulos una conclusión. Por su importancia, hago una síntesis Cap. l. Dies Domini celebración de la obra del Creador Ensalza el sábado y termina diciendo que del sábado se pasa al domingo. II Dies Christi el día del Señor resucitado y el don drl Espíritu Hay, dice él, una diferencia progresiva del sábado judío al domingo, el día de la nueva creación, la figura de la eternidad. el día de Cristo luz. de día de don de Espíritu, el día de la fe, un día inirrenunciable característico de la identidad cristiana, cap III Dies Eccklesiae la asamblea eucarístico, centro del domingo. Es d día de la iglesia, el día de la esperanza, de día de la misa y de la misa a la misión cap lV Dies hominis de domingo, día de alegría, descanso y solidaridad. Dice que el domingo es más que una sustitución de sábado, es su realización perfecta y por lo tanto recupera plenamente la teología bíblica de shabbath y más adelante día el decreto de Constantino, es d día de la solidaridad; cap V Dies dierum el domingo  fiesta principal reveladora del sentido del tiempo por Cristo alfa y omega del tiempo, el domingo en el año litúrgico y fuego de la Conclusión que habla de la riqueza espiritual y pastoral de domingo. establecido como sostén de la vida cristiana

[3] Nota del traductor editor. Tal vez convenga colocar en esta nota la siguiente cita de Elena de White. pues aclara el pensamiento ¡Oh, cómo se regocijaría Satanás si lograse tener éxito en sus esfuerzos para penetrar entre este pueblo y desorganizar la obra en un tiempo en que la organización esmerada es esencial y constituirá d mayor poder para evitar los movimientos espurios, y refutar los asertos que no son apoyados por la Palabra de Dios’ Necesitamos sostener en forma pareja las riendas, a fin de que no se quebrante el sistema de organización y orden que fue edificado por una labor sobria y cuidadosa No se debe dar licencia a los elementos desordenados que desean controlar la obra en este tiempo “ (Joyas de los testimonios, t. 3. P 406).