Josué era hijo de Nun, de la tribu de Efraín. Surge en el relato bíblico, aparece por primera vez, al lado de Moisés, en ocasión de la guerra contra los amalecitas. Antes de transformarse en el líder de toda la Nación, hubo tres momentos destacados en su ministerio. El primero, cuando le fue permitido subir con Moisés al monte en el que Dios entregó las tablas de la Ley al líder de Israel (Éxo. 24:12-14). Además de eso, Josué sirvió como guardia de la tienda de la congregación antes de que el Tabernáculo fuera construido (Éxo. 33:11). Por último, estuvo al lado de Caleb al dar el informe favorable al emprendimiento de la conquista de Canaán, a pesar de las enormes dificultades existentes (Núm. 13; 14:5-9).
Enseguida después de la muerte de Moisés, Josué tuvo dos grandes tareas delante de sí: sustituir al gran profeta y conducir al pueblo hebreo a la Tierra Prometida. Sin duda, eran desafíos mucho mayores de loque él suponía que pudiera soportar, y “con gran ansiedad y desconfianza de sí mismo, Josué había mirado la obra que le esperaba”.[1] Josué necesitaba orientación, motivación y sabiduría para tomar las decisiones correctas, y ser exitoso por dondequiera que fuera. En el primer capítulo de su libro, es posible notar las tres direcciones hacia las que él debía mirar, a fin de encontrar el rumbo correcto en su nueva misión.
Josué debía mirar hacia atrás
“Como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé” (Jos. 1:5). Antes de mirar hacia adelante como emprendedor, Josué debía mirar hacia atrás, como aprendiz, para observar las grandes manifestaciones de Dios en la vida de Moisés. El Señor demostró varios atributos al profeta de Israel: gloria, cuando lo llamó: poder, al libertar a Israel y dividir el mar Rojo; cuidado, al proveer protección mediante la nube durante el día y la columna de fuego cada noche; providencia, al conceder el maná; santidad, al establecer el Tabernáculo; seguridad, al librar a Israel de sus enemigos; y gracia, mediante la serpiente levantada en el desierto.
Como líderes, antes de iniciar las actividades de un nuevo trabajo, necesitamos ver cómo Dios actuó en la vida de aquellos que estuvieron antes de nosotros.
Josué debía mirar a un único libro
“Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien” (Jos. 1:8). La actitud de Josué fue de fidelidad, reflexión y obediencia para con la Ley, y eso definió el éxito de su liderazgo. Él necesitaba orientación clara, principios sólidos y sabiduría divina, y solamente en la Palabra de Dios estaría seguro.
John Maxwell, citando a Fulton Sheen, declara: “La civilización está en peligro cuando el derecho de comandar es concedido a aquellos que nunca obedecieron”.[2]
Como líder espiritual, antes de movilizar a un grupo de personas y esperar de ellos fidelidad, sé obediente a las instrucciones de Dios.
Josué debía mirar hacia adelante, y actuar
“Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas” (Jos. 1:9). Josué no fue llamado para mantener al pueblo en el lugar al que había llegado: fue llamado para hacer que Israel heredara aquella tierra.
Todo líder debe mirar hacia atrás con gratitud, y hacia adelante con fe, valor y disposición. Crecer, prosperar y progresar deben formar parte de la actitud de aquellos que dirigen al pueblo de Dios. Además de la fuerza, el vigor y los sueños de los ministros más jóvenes, “los ministros entrados en años y experiencia deben sentir el deber, como siervos empleados por Dios, de seguir avanzando”.[3]
Como Josué, sustituiremos a alguien en algún momento. Como pastores, pasamos por nuevos desafíos y experiencias en cada cambio, y necesitamos escuchar a Dios que nos dice: “Estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé” (Jos. 1:5).
Al asumir nuevas responsabilidades ministeriales, mira la manera en que Dios guió a tu antecesor, busca en la Biblia orientación, mira hacia adelante y actúa. ¡Ten la plena certeza de que la bendición del Señor será contigo!
Sobre el autor: Secretario ministerial asociado de la División Sudamericana.
Referencias
[1] Elena de White, Patriarcas y profetas, p. 458.
[2] John Maxwell, O Livro de ouro da liderança, p. 27.
[3] White, Testimonios para la iglesia, t. 4, p. 266.