¡Qué idea maravillosa! Muchos campos fijaron un día especial en el año con el fin de resaltar la importancia del pastor para la congregación local. Me gustaría ver a los adventistas disfrutando más ampliamente de la bendición de apoyar a su pastor y de expresárselo tangiblemente.

     Coordinadas por las uniones o la División, las iglesias podrían escoger un día, o tal vez un mes entero, para dar gracias a Dios por la tarea cumplida por los pastores. Este es también un momento apropiado para recordar el ministerio especial de la familia pastoral.

     En la iglesia a la que asisto escogimos el día del cumpleaños del pastor para rendir homenaje al ministerio que desarrolla entre nosotros. Separamos un momento especial del culto para orar por él, agradecerle y ofrecerle un obsequio. Un año hicimos arreglos, a cargo de la congregación, para que el pastor tuviera tres días libres de las presiones del trabajo. Otros años le dimos libros, vídeos o algún otro elemento profesional que lo ayudara en su trabajo y que aumentara su alegría de servirnos.

     El proceso de manifestar gratitud por la conducción pastoral es más importante que el obsequio en sí. Para los pastores que tienen hijos pequeños la congregación podría asumir la responsabilidad de cuidar de ellos por una noche cada semana, para que el pastor y su esposa dispongan de tiempo libre para ellos solos.

     Tal vez no haya tarea que requiera tanto sacrificio personal como la del ministerio pastoral; no sólo de parte del pastor, sino también de toda su familia. Como hijo de pastor, puedo entender los puntos fuertes y los débiles de la familia pastoral. Tiene oportunidades y privilegios especiales, pero al mismo tiempo encara grandes desafíos.

     Uno de los beneficios es el sentido de misión que puede experimentar al trabajar de forma unida para apresurar el regreso de Cristo. El ministerio no es una carrera: es un llamado que le llega a todo creyente, lo que incluye la familia del pastor. Al considerar que el ministerio es la tarea de toda la familia pastoral, y no sólo la profesión de los padres, cada miembro de ella puede experimentar la alegría que ofrece el bautismo de nuevos conversos, la ferviente labor en favor de las personas, y la satisfacción personal que brinda el crecimiento de los hermanos en la fe y su progreso hacia la madurez.

     Mi amor por los estudios bíblicos y las visitas pastorales nació cuando mi padre me llevaba con él, siendo niño aún, para que lo acompañara en su trabajo. Me asignaba tareas sencillas, como operar la proyectora de diapositivas, orar por la gente que estaba estudiando la Biblia o participar en la lectura de textos bíblicos. Yo creía firmemente que estaba dando mi estudio bíblico, y esa participación desarrolló en mí un gran amor por la evangelización personal.

     Otro de los beneficios es el amplio concepto que se tiene de la obra mundial de la iglesia. Cuando el Misionero trimestral se refiere cada semana a los avances del evangelio en lugares distantes, o a las aventuras de los misioneros en circunstancias desafiantes, esos valientes misioneros se convierten en los objetos de nuestras oraciones. Las necesidades misioneras se vuelven proyectos con los que deseamos contribuir voluntariamente.

     Son sabios los administradores que aprenden el valor de incluir a las esposas y los hijos de los pastores en las reuniones de desarrollo. Temas apropiados para cada grupo y la oportunidad de interactuar ciertamente ayudan a alimentar el concepto de misión y la satisfacción de la familia pastoral.

     Otro beneficio es el de la unidad de propósito, que a veces es consecuencia de la lejanía de otros familiares. El aislamiento del resto de la familia puede servir para unir al pastor, su esposa y sus hijos en el reconocimiento de que se encuentran en el frente de batalla, y que deben apoyarse mutuamente. Los padres que desarrollan estrategias para unir a la familia verán el saludable crecimiento que produce esa intimidad. Cuando las familias pastorales no residen cerca de sus parientes los miembros de la iglesia pueden sustituirlos, y los resultados de esto se verán en la eternidad.

     Las expectativas acerca de los hijos de los pastores se deben limitar a considerarlos personas normales, niños o adolescentes activos. Expresiones tales como “tú debes dar el ejemplo” deben evitarse, porque sofocan el espíritu. Los pasos en el desarrollo del niño, los desafíos de la adolescencia, y el proceso de la madurez física, social, intelectual y espiritual de los hijos del pastor también deben ser de interés para la iglesia.

    Por sobre todo, las congregaciones pueden fortalecer a la familia del pastor al reconocer su liderazgo, al poner énfasis en el valor de su ministerio y al animar a sus componentes a seguir el modelo del ministerio que desarrolló Cristo Jesús.

Sobre el autor: Secretario de la Asociación Ministerial de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.