En la primera parte de este artículo (enero-febrero de 2016), consideramos la misión adventista desde su inicio hasta el presente. Vamos ahora a considerar diez tendencias que, desde nuestra comprensión, deben liderar los esfuerzos misioneros de la iglesia en los próximos años:

    1. Compromiso personal: De acuerdo con lo que Gottfried Oosterwal notó, hace cuarenta años: “El movimiento adventista se mantiene, o disminuye, con el concepto de que la misión significa alcanzar a aquellos que no conocen a Cristo, no por procuración, sin por el compromiso personal con familiares, pueblos, tribus y lenguas”.[1] Ese principio se aplica en todo el mundo, últimamente, tal vez hasta más, en Occidente.

    La oficina de Misión Adventista en la Asociación General ha creado iniciativas para desarrollar la conciencia de líderes y miembros de la iglesia en cuanto a las diversas oportunidades de misión, como el reciente lanzamiento de la revista Misión 360°. Otros programas existen hace algún tiempo, como el proyecto Misión global, que comenzó en 1993. En este caso, los misioneros pioneros entienden la cultura, hablan la lengua local, viven y trabajan dentro de la dinámica del pueblo que debe ser alcanzado, a fin de establecer nuevos grupos cristianos. Ellos amplían el ministerio de sanidad de Jesús, ayudando a las personas en sus necesidades físicas y espirituales.

    En una esfera mayor, cada miembro de la iglesia debe comprometerse en una “vigilia de oración” por la misión mundial. La vigilia de oración de los hermanos moravos, que duró ininterrumpidamente cien años, nos recuerda la naturaleza de la batalla en que se encuentra la misión, y el poder de una comunidad que confía en Dios por medio de la oración.

    2. El alcance global de la misión adventista. El ámbito de la misión adventista es “cada nación, tribu, lengua y pueblo”. Cerca de 25 años atrás, la Iglesia Adventista estableció una estrategia de misión global destinada a alcanzar al mundo entero con el evangelio. Este trabajo incluye la apertura de centros de estudio dirigidos a promover relaciones y entendimientos con las principales religiones mundiales. La oficina de Misión Global estableció centros para la comprensión del budismo, el hinduismo, el judaísmo y el islamismo. También fueron implementadas recientemente estrategias para alcanzar a los posmodernos y secularizados, junto a las masas urbanas.

    El proyecto Misión Global instituyó la meta de establecer la iglesia entre cada millón de habitantes del planeta. Esta tendencia fue vista en las recientes decisiones de la Asociación General, que tienen como objetivo la capacitación de los laicos y proyectos en áreas con poca o ninguna presencia adventista, como en Pakistán, Myanmar y Brunei.[2] Bruce Bauer, director del departamento de Misión Mundial de la Universidad Andrews, observa: “Es empleado mucho recurso donde la iglesia viene trabajando durante cien años o más, y poco es dirigido a los mundos musulmán, hindú, budista y chino. Poquísimos misioneros están trabajando donde no hay ningún cristiano o apenas algunos cristianos de alguna confesión. Es hora de redirigir nuestros recursos hacia la Ventana 10/40, donde vive el 63% de la población mundial, pero donde apenas el 20% de los misioneros adventistas trabajan y solamente el 20% de los voluntarios adventistas se localizan”.[3]

    3. Estructuras flexibles de misión: La Iglesia Adventista continúa enfrentando dos grandes desafíos relacionados con la misión: las oportunidades y las “imposibilidades” en el territorio de la Ventana 10/40, y el crecimiento de la población secularizada y posmoderna, sobre todo en zonas urbanas. El relato de las misiones adventistas incluye una historia de iniciativas lideradas por el Espíritu Santo, así como actividades individuales e institucionales.

    En el pasado, muchos obreros interdivisión, así como locales, fueron llamados y enviados a partir del mundo en desarrollo para trabajar en lugares subdesarrollados, y así fueron implementados varios abordajes misioneros diferentes. Este sistema, o estructura, cambió considerablemente desde entonces. Antes de 1901, en algunas partes del mundo la iglesia estableció líneas de comunicación y de responsabilidades para que la expansión misionera avanzara de manera estructurada.

    Hace más de 110 años (1901–1903), cerca de seis décadas después del inicio del Movimiento Adventista (1844), una gran reorganización ayudó a la iglesia a entender mejor las necesidades de la misión. En algunos lugares, se han establecido hospitales y escuelas; en otros, la obra de Publicaciones prosperó. Misioneros y directivos de la iglesia estudiaron los mejores abordajes evangelizadores, y trabajaron bajo la orientación del Espíritu Santo a fin de alcanzar personas para Cristo. La mayoría de los esfuerzos fue destinada a la obra misionera. Se han implementado adaptaciones estructurales que favorecen movimientos y expresiones adventistas autóctonos en áreas tradicionalmente desafiantes, a fin de estimular la actividad misionera.

    La Unión Norte Africana Oriente Medio (Middle East and North Africa Union Mission – MENA), creada en 2011, nos muestra un ejemplo de esa flexibilidad en los últimos tiempos. Otro ejemplo es la Iglesia Adventista en China. Como resalta G. T. Ng, secretario ejecutivo de la Asociación General, ese no es un territorio desorganizado, sino fundamentado en “iglesias madres”. Bajo la órbita de esas iglesias (34 en 2012), existe un conjunto de iglesias menores y grupos. Entre diferentes actividades, las “iglesias madres” se transforman en bases de envío de misioneros en esas áreas.[4]

    4. Misión “de todo lugar para todo lugar”. El cambio en la concentración de miembros está comenzando a producir un movimiento inverso del Hemisferio Sur hacia el Hemisferio Norte, que redefine las nociones anteriores de países que “envían” y “reciben” misioneros.[5] El concepto “de todo lugar para todo lugar” promueve el movimiento de la misión tradicional (Norte–Sur) hacia la misión inversa (Sur–Norte), y la misión paralela (Sur–Sur), de acuerdo con los diferentes patrones de misión.

    De acuerdo con el avance de la iglesia en el siglo XXI, necesitan desarrollarse nuevas formas de misión. La iglesia necesita repensar sus métodos misioneros. Nuevos procesos y plataformas misioneros deben desarrollarse para movilizar a los laicos, especialmente en algunas de las regiones más desafiantes del mundo, en que el acceso a los tipos más tradicionales de evangelización se hace imposible.

    Un ejemplo de esto son los misioneros de sostén propio.[6] Ellos no solamente están siendo reclutados, sino también desarrollados entre las centenas de voluntarios adventistas que se mudaron hacia mercados de trabajo emergentes y buscan compartir su fe en esos nuevos contextos.

    Otro ejemplo son los misioneros no residentes, o personas (o grupos de personas) que concentran su atención, recursos y materiales para aproximarse de manera creativa a individuos, aunque todavía vivan en “casa”. Ese es el caso de quienes son especialmente entrenados para trabajar entre los estudiantes en las universidades de América del Norte, en América del Sur y en Europa. Se encuadran en esta modalidad también las personas que se concentran en ayudar a los millares de refugiados que viven en áreas de frontera, ministrando a aquellos que enfrentan traumas psicológicos, choques relacionados con la cultura religiosa y necesidades físicas. Imagina una Asociación que patrocine una “Escuela de un día”, en un campo de refugiados sirios en Turquía. Eso también puede incluir servicios de reinserción. Ese movimiento tiende a crecer, en un nuevo mundo globalizado y plano.[7]

    5. Sociedades estratégicas misioneras activas. El hecho de que la mayor parte del diezmo todavía provenga del Norte global y la mayor concentración de recursos humanos parezca estar en el Sur global lleva a diferentes tipos de sociedades estratégicas. No se puede hablar más de misión para, sino de misión con. “Nunca antes la actividad misionera fue más apremiante o la necesidad de una sociedad estratégica significativa entre el Norte y el Sur fue más urgente”.[8]

    Grandes cambios y transformaciones están ocurriendo en el mundo, y tienen un impacto directo sobre la iglesia y sobre la composición de sus recursos (humanos y materiales) utilizados en la evangelización. Por eso, la iglesia debe esforzarse por cumplir su misión, mirando hacia varios abordajes y tipos de oportunidades misioneras.

    De esa manera, varias cuestiones necesitan ser evaluadas: ¿De qué manera los voluntarios de corto plazo pueden transformarse en misioneros de sostén propio de largo plazo? ¿Cómo pueden ser estos misioneros mejor colocados para cumplir con un propósito específico? ¿Qué es “Misión de corto plazo” y cómo puede ser utilizada para generar un compromiso de largo plazo para un trabajo misionero transcultural? ¿De qué forma una multitud de personas de diversas ocupaciones puede ser entre nada para las misiones? ¿Para qué objetivos podrían ser enviadas misiones específicas o podrían comprometerse? ¿Cómo pueden ser mejor organizadas estas personas para una misión estratégica? ¿Cómo podemos integrar pioneros, misioneros de sostén propio y funciones institucionales para la divulgación más eficaz del evangelio? ¿Nuevas estructuras y plataformas para la misión pueden ser provistas, de modo que más misioneros sirvan en áreas menos evangelizadas (por ejemplo, en la Ventana 10/40)? La iglesia ¿puede crear más oportunidades de servicio en el continuum entre obreros interdivisión, Servicio Voluntario Adventista (SVA) y/o misioneros de sostén propio? ¿Qué métodos debe usar la iglesia para reclutar a personas específicas para tareas específicas de misión?

    “¿Por qué los miembros de una iglesia o de varias iglesias pequeñas no se pueden unir para sostener un misionero en campos extranjeros? Si ellos se niegan a sí mismos, podrían hacer eso”.[9]

    Un combinado de pionero/misionero de sostén propio/estudiante valdense/Servicio voluntario adventista puede ser una forma atrayente y viable para que la iglesia continúe su expansión misionera. Los costos podrían reducirse significativamente, y más personas de varios orígenes podrían ser incorporadas en el servicio misionero. Eso involucraría un misionero de sostén propio o un pionero que ya trabaja en una determinada región. Establecería una “plataforma” para el servicio

misionero por medio de sus habilidades profesionales o de su empleo. La iglesia lo ayudaría con un sueldo parcial, mientras él reclutaría, apoyaría y cuidaría a los demás voluntarios, o participaría en otros tipos de misión.

    6. Comunicación transcultural intencional. La comunicación es la base de la evangelización. Para ser eficaz y llegar a muchas personas, como parte de un plan mayor, la iglesia continuará utilizando nuevos medios de comunicación para evangelizar. Las dos primeras décadas de este siglo fueron testigos del surgimiento de nuevas formas de comunicación. Alrededor del mundo existen algunos ministerios adventistas de televisión e Internet muy dinámicos, pero tendrán que transformarse en eventos más integrados con la estrategia global.

    Como consecuencia, eso debe llevar a una discusión sobre la elaboración del mensaje para alcanzar a diferentes públicos. En octubre de 2013, los delegados al Concilio Anual dieron un paso más en un programa quinquenal, que tiene como objetivo comunicar las creencias fundamentales de la iglesia usando el “más claro –y frecuentemente inclusivo– lenguaje”.[10]

    En este mundo tan diversificado en el que vivimos, un lenguaje más claro e inclusivo significaría ser capaz de articular la fe adventista a través de generaciones, etnias, lenguas y fronteras geopolíticas.

    7. Misión integral. El mensaje de salud ha sido parte del entendimiento de la misión adventista desde el inicio. Sin embargo, muchas veces ha sido tratado con negligencia en la práctica. Los teóricos en el área de la misiología destacaron la necesidad de un abordaje coherente con la visión integral del ser humano defendida por los adventistas. Recientemente, la iglesia anunció la primera fase de una amplia estrategia para la divulgación del mensaje de salud. Mark Finley suscitó esta cuestión: “¿Qué ocurriría si setenta mil iglesias adventistas del séptimo día abrieran sus puertas para enseñar […] bienestar?” Él cree que “eso ampliaría la base de un abordaje evangelizador que vaya más allá de la predicación, alcanzando los aspectos mentales, espirituales y físicos”.[11]

8. Reflexión académica sobre la misión. Programas de posgrado en Misiología están siendo implementados en continentes en que las facultades y las universidades adventistas tradicionalmente poco tenían para ofrecer.

Programas de doctorado promovidos por el departamento de Misión Mundial en la Universidad Andrews son parcialmente responsables por esas nuevas oportunidades. El nuevo programa de doctorado en Misiología (DMiss) tiene como objetivo promover la discusión y transformar la formación en más accesible para aquellos que no van necesariamente a seguir la carrera académica. El Journal of Adventist Mission Studies también ha sido vehículo para la divulgación del pensamiento misiológico adventista.

    En la República del Brasil, el UNASP, campus Ingeniero Coelho, ha ofrecido un posgrado lato sensu en Misiología, con el objetivo de preparar a pastores para los crecientes desafíos de la evangelización.

    9. Misión relevante en las grandes ciudades. La mayoría de las personas vive en áreas urbanas. Sin embargo, nuestras iglesias no están –tradicionalmente– localizadas en esos contextos. Una de las consecuencias de la urbanización ha sido la desigualdad económica, que se verifica en el desarrollo de lujosos rascacielos que se elevan por sobre enormes asentamientos de emergencia. Ambas configuraciones representan desafíos a las estrategias tradicionales de misión. “Menos de uno en quinientos misioneros extranjeros trabaja en las villas miserias”.[12] Elena de White describió centros de ministerio integral, llamados por ella “Centros de influencia”, que deberían ser establecidos en las grandes ciudades alrededor del mundo. Tendrían el objetivo de dar oportunidades a los miembros de la iglesia para servir en sus propias comunidades. La misión urbana adventista no logra concentrarse exclusivamente en el intento de atraer a personas, como un imán espiritual, de las calles hacia los templos. La principal tarea de la iglesia debe ser inspirar, entrenar y movilizar a sus miembros hacia las comunidades.[13] Lugares de trabajo, oficinas, fábricas y tiendas deben ser vistos como “lugares sagrados”, en los que el Espíritu Santo está vivo y actúa. No podemos darnos el lujo de lamentar la Posmodernidad; en lugar de esto, debemos comprenderla como una cultura legítima y aprender a comunicar a Jesús dentro de este contexto. La misión debe abordar lo experiencial, así como lo que es cognitivo y tradicional.

    10. Persecución. Más cristianos fueron martirizados en el siglo XX que en todos los otros siglos anteriores sumados, y las estadísticas recientes muestran un aumento en la persecución religiosa. Casos de cristianos muertos por su fe se duplicaron en 2013 (2.123 casos) en relación con año anterior.[14] Eso confirma la tendencia de que se ha duplicado en los últimos seis años el número de países con acciones terroristas motivadas por cuestiones religiosas. De hecho, el número de naciones con elevado nivel de hostilidades religiosas ha aumentado.[15] En muchas partes del mundo, los misioneros están enfrentando gran oposición. A veces, religiosos extremistas crean grupos terroristas, y eso también debe ser tomado en cuenta en el cálculo de la misión.

Conclusión

    Aunque hay mucho por hacerse en términos de compromiso misionero en la Iglesia Adventista, la globalización nos transformó a todos en ciudadanos del mundo. Sin embargo, una cuestión permanece: ¿Te transformaste en un cristiano globalizado? Los líderes adventistas de hace una centena de años se sacrificaron para enviar misioneros a lugares distantes. Esos hombres y mujeres podrían fácilmente haber justificado su permanencia en sus propios países, ya que había muchas necesidades locales. Sin embargo fueron, y por causa de esto actualmente la Iglesia Adventista tiene presencia en todo el mundo.

    ¿Eres lo suficientemente valiente para hacer lo mismo y enviar obreros hacia la Ventana 10/40, o estás dispuesto a ir?[16]

   Otras sugerencias son:

• Continuar promoviendo una estrategia coordinada de misión adventista, un plan misionero estratégico de largo plazo, teológicamente y bíblicamente apropiado, y estructuralmente práctico, también desde el punto de vista de la misiología.

• Crear directrices y políticas modernas para ayudar a coordinar y definir parámetros para el envío y la recepción de misioneros.

• Elegir cuidadosamente, entrenar y enviar estratégicamente equipos visionarios de misión.

• Constituir algunos consejeros en los lugares en los que la iglesia busca intencionalmente información y opiniones, y conectarlos con formas específicas de aplicación de nuevas ideas.

• Establecer y acoger nuevas sociedades estratégicas con “ministerios de apoyo”, a fin de ampliar la visión, la misión y el trabajo.

• Invitar a misioneros voluntarios para que trabajen en cooperación más estrecha con las misiones de la iglesia, de las asociaciones, de las uniones y de las divisiones, y de la Asociación General. De esta manera, sus opiniones servirán como influencias para los planes y las decisiones cotidianas en que lo que se relaciona con el servicio en la misión.

• Crear nuevas categorías entre misioneros interdivisión, por un lado, y voluntarios del SVA, por otro. Por ejemplo: a) voluntarios que viven de renta o de los beneficios de la jubilación; b) misioneros con un contrato combinado (costos compartidos); c) misioneros enviados hacia un territorio o División diferente y apoyados por iglesias locales y/o asociaciones; d) misioneros enviados por instituciones afiliadas a la iglesia, como editoras, Sistema Adventista de Salud, ADRA; y e) laicos adventistas recién jubilados que irían como misioneros voluntarios.

• Designar ex misioneros como mentores para los nuevos.

• Tener un sistema de información que identifique rápida y adecuadamente a ex obreros interdivisión, voluntarios y personas que estén dispuestas al trabajo misionero, tan rápidamente como existan vacantes disponibles.

• Entrenar a un grupo de misioneros de largo plazo con habilidades avanzadas para el servicio de misión transcultural entre pueblos menos evangelizados.

• Emplear recursos de manera adecuada y eficaz, de acuerdo con los planes misioneros de la iglesia, en diversas áreas difíciles o no alcanzadas del mundo, como la Ventana 10/40. Elena de White afirma que “enviar misioneros a un campo extranjero a fin de que realicen la obra misionera sin la ayuda de recursos y medios es como exigir los ladrillos sin ofrecer la paja”.[17]

    Dios bendijo al movimiento adventista, y muchas personas alrededor del mundo fueron alcanzadas con su mensaje de esperanza. Ese es principalmente el resultado de que los miembros demuestran un estilo de vida coherente a aquellos que están acompañando su testimonio de fe, que incluye su comprensión profética, pasión por la justicia de Dios y celo misionero. Para que esa experiencia sea perpetuada, la misión específica (Apoc. 14:6-12; Mat. 28:18-20) dada por Dios a la Iglesia Adventista del Séptimo Día debe ser elevada como prioridad por los dirigentes de la iglesia en el ámbito mundial en toda planificación, en todo soporte y en la implementación de cualquier trabajo. Sin embargo, por encima de todo, la misión debe ser abrazada por todos aquellos que profesan a Jesucristo como Señor y Salvador, y se comprometen a ser sus discípulos.

Sobre los autores: Marcelo Días: Profesor de Misiología en la Facultad de Teología del UNASP, Ingeniero Coelho, San Pablo, Rep. del Brasil.

Wagner Kuhn: Profesor y director del programa de Misiología en el Seminario Teológico de la Universidad Andrews, Estados Unidos.


Referencias

[1] Gotfried Oosterwal, “Adventist Mission: After a Hundred Years”, Ministry (septiembre 1974), p. 26.

[2] Elizabeth Lechleitner, “Adventist Treasurer Makes Case for Inclusion of Young Adults”, Adventist News Network, <archives.adventistreview.org>, accedido el 20/7/2015. “Los diez países señalados como los que reciben al mayor número de misioneros por millón de habitantes, en promedio, 2.634 por millón de personas. Por causa del gran número de cristianos, sin embargo, juntos, ellos recibieron un misionero internacional por cada 32 no cristianos, en 2010”. Center for the Study of Global Christianity, Christianity in its Global Context, 1970–2020, jun. 2013, p. 77.

[3] Bruce Bauer, “O Desafio Restante”, Foco na Pessoa, 2013, No4, p. 47.

[4] “La iglesia Beiguan, en Shenyang, por ejemplo, se inició en 1985 con apenas una iglesia y algunos creyentes. Hoy, es un conglomerado de 8 iglesias madres y 130 iglesias hijas, con más de 7 mil miembros. Las iglesias madres administran tres asilos, un jardín de infantes, una escuela primaria y dos escuelas de enseñanza secundaria con dormitorios. En los últimos años, Shenyang se transformó en la base de una agencia misionera local, enviando jóvenes misioneros de sostén propio a diez localidades, dos de los cuales están en países extranjeros”. G. T. Ng, “Seventh-day Adventist Mission: The Shifting Landscape”, Journal of Adventist Mission Studies, 2012, No 2, p. 40.

[5] Ng, “Seventh-day Adventists Mission”, p. 39. “De los diez países que más enviaron misioneros cristianos en 2010, tres estaban en el Sur global: Brasil, Corea del Sur e India. La ‘segunda lista de los diez más’ incluye a otros seis países del Sur global: Sudáfrica, Filipinas, México, China, Colombia y Nigeria (transformando al Sur global en responsable por nueve colocaciones en el ‘top 20’ ”. Center for the Study of Global Christianity, Christianity in Its Global Context, 1970-2020, p. 76.

[6] Misioneros de sostén propio son aquellos que utilizan su propia profesión y sus habilidades para trabajar en áreas del mundo que no están abiertas a la evangelización tradicional, a fin de hacer discípulos y abrir congregaciones. Ayudan a la iglesia a establecer su presencia, aunque no trabajen para ella. No son dependientes del sostén de la iglesia, porque acceden a áreas y a pueblos no alcanzados por medio de actividades que corresponden con su educación, su experiencia y sus habilidades.

[7] Thomas L. Friedman hizo popular la idea de que el mundo es “plano” en su libro titulado: El mundo es plano: una breve historia del siglo XX (Río de Janeiro: Objetiva, 2007). En su análisis de la globalización, utilizó la metáfora para describir el mundo en un nivel de igualdad de condiciones en términos de comercio.

[8] Ng, “Seventh-day Adventist Mission”, p. 45.

[9] Elena de White, Obreros evangélicos (Tatuí, SP: CPB, 1993), pp. 466, 467.

[10] Elizabeth Lechleitner, “Annual Council Delegates Review Suggested Wording Changes to 28 Fundamental Beliefs”, Adventist News Network, última modificación el 22/10/2013, <archives.ad- ventistreview.org>

[11] Ansel Oliver, “First Phase of Comprehensive Health Ministry Will Promote Future Work”, Adventist News Network, publicado el 18/10/2013, <archives. adventistreview.org>

[12] Center for the Study of Global Christianity, Christianity in Its Global Context, 1970-2020, p. 85.

[13] Gary Krause, “Centros de Influência”, Foco na Pessoa [Centros de influencia: foco en la persona], 2013, No 2, pp. 14, 50.

[14] Tom Heneghan, “Christian Persecution Doubled in 2013, Reports Annual Survey by Open Doors”, Huff Post Religion, última modificación el 23/1/2014, <www.huffingtonpost.com>

[15] Angelina Theodorou, “Key Findings About Growing Religious Hostilities Around the World”, Pew Research Center, 17/1/2014, <www.pewresearch.org>

[16] Bauer, O Desafio Restante [El desafío restante], p. 49.

[17] Elena de White, Medicina y salvación (Tatuí, SP: CPB, 1991), p. 330.