Sugerencias prácticas que ayudan a fortalecer el núcleo familiar.

            Tiempo atrás, en su proverbial corrida en busca de oportunidades y conquistas inimaginables, la ciencia colocó al servicio del ser humano la posibilidad de dividir el núcleo atómico. Pero esa posibilidad también se transformó en una herramienta de sufrimiento y destrucción a gran escala: la bomba atómica. A su vez, aproximadamente hace seis mil años, Dios creó al hombre y a la mujer, y los estableció como núcleo poderoso de la familia humana. Insatisfecho y con mucha astucia, Satanás no perdió tiempo en poner en acción sus planes ma1éflcos, a partir del ataque al núcleo familiar, justamente cuando Eva estaba momentáneamente separada de Adán. Llevando a la primera pareja a pecar, el enemigo lanzó una bomba cuya onda se expandió y contaminó la creación, y todos los aspectos de la vida, incluyendo la propia familia.

            Hoy, tenemos evidencias suficientes para no tener dudas en cuanto a los resultados de un matrimonio dividido, no solamente después del divorcio o de la separación, silo también durarte una convivencia en la cual es imposible mantener el vínculo, ni siquiera amistoso. Y la pareja ministerial no está exenta.

            A pesar de que tenemos conocimiento de ese hecho, muchos de nosotros vamos por la vida como si nuestro núcleo familiar estuviese inmune a los peligros, hasta que aparecen las consecuencias de nuestras acciones y decisiones. Entonces, lamentablemente, comenzamos a buscar desesperadamente dónde, cómo, cuándo y por qué terminó dividido. Comienzan a aparecer las recriminaciones, las quejas, y los temores.

            Por esa razón, a continuación, se presentan seis recomendaciones para las dos partes del núcleo familiar (marido y mujer), con dos objetivos: prevenir contra problemas futuros e intentar resolver los problemas actuales

MEDIDAS PREVENTIVAS

Oír y entender: Dice el apóstol: “Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar tardo para airarse” (Sant. 1:19). Teniendo este consejo en mente, es necesario prestar atención a lo que el otro dice, más que simplemente oír. Para entender a1 cónyuge, es necesario querer entenderlo. Eso es especialmente importante en favor de las mujeres, pues, el hecho de sentirse entendidas les transmite seguridad y tranquilidad.

Valorización: Para valorar al otro, no es necesario comparar. Es imprescindible conocer, entender y observar. En la relación conyugal, mostrar gratitud por las cosas que suceden y son experimentadas todos los días es mucho más importante de lo que imaginamos. Valorar al esposo y agradecerle por el gesto de haber lavado los trastos, o valor a la esposa y agradecerle por la disposición a proveer la ropa y preparar la maleta para un viaje son solamente algunos ejemplos de lo que se debiera hacer.

Colaboración: Ayudar en los pequeños trabajos en casa va más allá que simplemente hacer lo que debe ser hecho. El objetivo debe ser aliviar la carga de la persona amada. Muchas parejas hacen solamente lo que les gusta hacer, pero no 1o que deben hacer. Nuestro cónyuge necesita nuestra empatía.

Paciencia: La paciencia, incluida por Pablo en el fruto del Espíritu, es una necesidad en el crecimiento y el fortalecimiento del matrimonio. Es necesario tener paciencia cuando el otro está cansado, cuando las cosas no son hechas en el momento o con la rapidez que deseamos, cuando los resultados no son los que esperamos, cuando las reacciones son diferentes a nuestras expectativas; la lista es larga.

Objetivo claro y realista: ¿Para qué vivimos? ¿Cuál es el objetivo de nuestro trabajo? ¿Cuál es nuestro objetivo como familia? Esas preguntas deben ser respondidas por la pareja, a fin de que no se tomen decisiones divergentes. Eso hace que el núcleo esté núcleo no solamente en el objetivo, sino también en el esfuerzo de contribuir para superar los obstáculos en el camino hacia la felicidad mutua.

Tiempo especial: Es sumamente importante establecer un tiempo exclusivo para la pareja; un periodo en el que marido y mujer pueden realizar alguna actividad placentera, cómoda y relajante para los dos. Durante este tiempo exclusivo, debe ser descarada cualquier actividad personal egoísta que impida que el otro se sienta bien. Por definición, el tiempo exclusivo de pareja significa tiempo del esposo y de la esposa solos, lejos de la presencia de amigos, hijos; sin que nada interfiera en lo que necesitan y deben realizar juntos, incluyendo el teléfono celular, la televisión y la computadora.

Cuanta más influencia espiritual ejercemos sobre las demás personas, mucho mayor esfuerzo invertirá el enemigo para que nuestra vida personal y familiar sea un fracaso. Somos colaboradores del Dios vivo; su Espíritu es una promesa real. Él nos ayudará no solamente a predicar, sino también a vivir como hijos de Dios.

Sobre el autor: Médico psiquiatra adventista en Hortolandia, San Pablo, Rep. Del Brasil.