El líder de la iglesia en Sudamérica presenta el proyecto misionero para 2014.
Uno de los grandes desafíos de nuestra actividad cotidiana es no perder de vista el foco del ministerio. Son demasiados los compromisos y los intereses, muchas las demandas, las prioridades y las carencias que compiten con lo que es realmente esencial, a punto tal que corremos el riesgo de escoger solo lo que nos entusiasma e interesa, dejando de lado la esencia de nuestra vocación.
He evaluado algunos de los riesgos que corremos, y que pueden debilitar o anular nuestra concienciación misionera. Son actitudes que terminan comprometiendo el ministerio y destruyendo la vocación. Aquí presentamos algunos de estos riesgos:
Distracción: el riesgo de perder el rumbo y distraernos con otras actividades interesantes y atractivas, pero no esenciales.
Secularización: el riesgo de abrir las puertas al secularismo, intentando ser agradables, contemporáneos, o ser vistos como alguien con “mente abierta”.
Acomodación: el riesgo de pensar en agradarnos a nosotros mismos y a nuestros amigos, haciendo de eso un fin en sí mismo.
División: el riesgo de no pensar en la iglesia como cuerpo general, sino tomar partido y seguir actitudes independientes y personales.
Materialismo: el riesgo de evaluar a la iglesia por el lucro, el dinero o el patrimonio; es decir, solo por las ganancias y las pérdidas materiales.
Artificialidad: el riesgo de decir algo y hacer lo contrario, viviendo artificial y falsamente, con solo una apariencia de piedad.
Superficialidad: el riesgo de buscar un conocimiento profesional sin obtener profundidad espiritual. El riesgo de ser hombres capaces, pero no hombres de Dios; de tener la capa de superhombres, pero no el manto del pastor.
Prioridad inconfundible
Ante estos desafíos, necesitamos trabajar con oración; pero, al mismo tiempo, de forma clara y disciplinada, de modo de alcanzar los objetivos de Dios para su iglesia. Pero ¿cómo definir lo que realmente es prioritario, en medio de tantos intereses y promociones? La respuesta es simple: concentrándonos en la misión, que es clara e inconfundible: “Preparar un pueblo para el encuentro con su Dios”. Eso incluye cuidar de los que ya están adentro, y redoblar los esfuerzos para alcanzar a los que todavía están afuera.
En el corazón de esa misión está el discipulado. Como iglesia, no hemos ahorrado esfuerzos en demostrar que el camino para tener una iglesia más saludable, profunda y fructífera es este: comunión, relacionamiento y misión. A medida que llevamos a cada miembro a experimentarlos, mantenemos el rumbo correcto y cumplimos plenamente nuestra misión. Con el énfasis en la comunión, fortalecemos a quienes ya están en el redil. Al acentuar el relacionamiento, integramos a los de adentro con los de afuera. Al realzar la misión, alcanzamos a aquellos que todavía no fueron atraídos a Cristo. Permanentemente debemos recordar que esa es nuestra prioridad absoluta. Tenemos que reorganizar el tiempo, los recursos, los proyectos, los programas, las promociones y los mejores talentos, para el cumplimiento de la misión. A fin de cuentas, como dijo alguien: “La iglesia no es un club de yates, sino una flota de barcos de pesca”.
Sobre la base de esta visión de discipulado, preparamos el proyecto de acción de la iglesia en Sudamérica para el año 2014. Para que se haga realidad este proyecto, necesitamos continuar avanzando unidos; lo que no significa uniformidad. Ya que tenemos una base de acción, pero también una variedad de iniciativas y creatividad en la ejecución, siempre con un tinte y una identidad locales.
Por otro lado, necesitamos trabajar fuertemente con la planificación de la iglesia local. Si el discipulado, con sus tres énfasis, es nuestra prioridad, cada actividad necesita ser preparada con el propósito de apoyarlo. No podemos estar multiplicando todo el tiempo programas que agraden los sentidos y no hagan del discipulado una realidad. La planificación de la iglesia debe ser construida sobre aquellos tres principios, y cada actividad debe ser preparada con el objetivo de profundizar su experiencia. Si no lo hacemos, estaremos demostrando que tenemos tres palabras bonitas pero que, en la práctica, no se transforman en realidad.
Con esto en mente, vamos a continuar clamando por el poder del Espíritu Santo, y actuando de manera osada en el cumplimiento de nuestra misión, pues “Hay delante de nosotros posibilidades que nuestra débil fe no discierne” (Elena de White, Parábolas de Jesús, p. 333).
ESTRATEGIA BÁSICA
En 2014, nuestra meta es compartir La única esperanza que está en Cristo Jesús. La principal estrategia es el evangelismo de la amistad, que es más eficaz, alcanza mayor número de personas, produce mayor resultado y propicia la permanencia de las personas en la iglesia. Dentro de este proyecto, la actividad principal será el día de los “Amigos de esperanza”, el sábado 12 de abril. Esta es la estrategia que seguiremos:
* Motivar a cada adventista a invitar a la iglesia a un familiar, un amigo, compañero de trabajo o de escuela, ex adventista, o alguien cuyo interés haya sido despertado por TV Nuevo Tiempo. Ese día, debemos tener un programa especial en la iglesia y, después, el invitado será recibido para comer en la casa del miembro adventista.
* Presentar un DVD especial que construya un puente para el testimonio personal. Se lo invitará para las reuniones de evangelismo de Semana Santa, que comenzará en las casas, en Grupos pequeños, y terminará en la iglesia.
* Continuar acompañando a los amigos, estudiar la Biblia con ellos y llevarlos a la decisión del bautismo.
Todo el programa está construido sobre la visión del discipulado. De esta manera, debemos trabajar tendiendo a fortalecer esta visión no solo en este programa básico, sino también en la planificación de la iglesia local. No podemos dispersar energías con una serie de acciones inconexas, ni actuar de forma independiente. Al actuar así, por mejores que sean las iniciativas, no causarán impacto, pues serán pequeñas, ante el tamaño de nuestro desafío. Por eso, necesitamos trabajar unidos en propósito, integrando a la iglesia en cada una de estas iniciativas:
Comunión: cada discípulo dedica al Señor la primera hora de cada día. El énfasis está en los diez días de oración, del 13 al 22 de febrero, y que termina con diez horas de ayuno y oración en la iglesia, el 22 de febrero.
Relacionamiento: cada miembro de iglesia participa en un Grupo pequeño. El énfasis está en la multiplicación de los Grupos pequeños y los prototipos. El gran día de la multiplicación será el 19 de agosto. Cada iglesia puede hacer una ceremonia especial, para celebrar el nacimiento de los nuevos Grupos.
* Día de los Amigos de Esperanza: el 12 de abril, y del 13 al 20 de abril.
* Distribución del libro La única esperanza, el 31 de mayo. La distribución debe ser integrada al impacto de las acciones para la comunidad.
* Dos bautismos especiales, como resultado de la actuación de los frentes misioneros: Bautismo de las Primicias, el 19 y 20 de abril, y el Bautismo de Primavera, el 27 y 28 de septiembre. Todas las personas bautizadas en esas ocasiones, y en los demás bautismos, deben ser incluidas inmediatamente en el Ciclo de Discipulado.
* Evangelismo vía satélite, del 15 al 22 de noviembre para zonas de habla hispana (del 22 al 29 de noviembre para habla portuguesa), con un cierre el sábado por la mañana. ¡Trabajemos unidos y comprometidos, para que esa iniciativa integrada de discipulado y evangelismo sea un gran paso dado en el cumplimiento de la misión!
Sobre el autor: Presidente de la División Sudamericana.