Dificultades cotidianas que atentan contra el bienestar físico, emocional y espiritual de la pareja ministerial, y cómo enfrentarlas.

La dinámica de la vida ministerial presenta constantes desafíos de naturaleza física, emocional y espiritual para el pastor y su esposa. Además del cuidado de las iglesias, el ministro puede actuar también en otras áreas. Puede ser administrador, director de un departamento, profesor, capellán de una institución, editor, escritor o comunicador…

 Investigaciones realizadas durante los últimos años ayudaron a identificar de manera más apropiada el perfil del ministro cristiano. Un estudio realizado con 1.050 pastores de diversas denominaciones en Orange County y Pasadena, en los Estados Unidos, reveló que el 26% de ellos tenía hábitos devocionales regulares, y que el 23% se sentía realizado en su ministerio.

 Por otro lado, el 90% de ellos informaron que se sentían constantemente fatigados; el 89% reconoció que, por lo menos una vez en la vida, había pensado en dejar el ministerio; el 57% mencionó que dejaría el ministerio si tuviera una mejor propuesta de trabajo; y el 71% declaró que estaba agotado y luchaba contra la depresión.[1]

 Una investigación realizada con pastores adventistas mostró índices más animadores: de los 172 entrevistados, el 94% declaró que se sentía feliz en el ministerio pastoral y el 82% que tenían la convicción de que era la voluntad de Dios que el matrimonio pastoral actuara unido en el ministerio. Sin embargo, el relevamiento también reveló algunos puntos preocupantes: el 58%, a veces, se sentía aislado en el ministerio; y el 28% admitió que había pensado en dejar el ministerio pastoral.[2]

La esposa del pastor

 Generalmente, los miembros de la iglesia esperan que la esposa del pastor sea hospitalaria, que visite a los enfermos y que colabore en el Ministerio Infantil, entre otras actividades. Si tiene habilidades musicales, que toque piano o algún otro instrumento.[3] O también, que prepare el boletín de la iglesia, que dicte estudios bíblicos, ¡además de cuidar de su casa y de sus hijos![4]

 Algunos estudios, como el conducido por Kilcher, Dudley, Cummings y Clark, con 157 esposas de pastores adventistas, reveló algunos factores interesantes: el 94% de ellas relató que el marido las consultaba sobre la aceptación o no de un llamado; el 85% declaró que se sentía feliz por ser esposa de pastor y el 82% creía que desempeñaba bien su papel como esposa de pastor. El estudio también descubrió aspectos negativos: el 72% de ellas estaba insatisfecho por el hecho de que el marido no tenía tiempo suficiente para la familia; el 67% se sentía solo en el ministerio; el 58% estaba insatisfecho porque el marido colocaba como prioridad los intereses de los demás, en lugar de los intereses de la familia; y el 21% confesó que había momentos en que prefería que sus maridos dejaran el ministerio.[5]

 Las esposas de pastor no están libres de estrés y de agotamiento. Las principales causas de estas situaciones son: 1) Carencia de atención pastoral, pues la esposa de pastor no tiene a quién recurrir cuando tiene problemas personales; 2) Falta de apoyo, en el sentido de no poder compartir confidencias; 3) Mudanzas frecuentes; y 4) Cuestiones financieras, y la necesidad de trabajar fuera de la casa.[6]

Diagnóstico

 Los pastores tienen un volumen de trabajo enorme y variado para realizar en forma cotidiana. Sus múltiples actividades ocupan prácticamente todo su tiempo, con la preparación de sermones, reuniones, visitación, ceremonias, reforma y construcción de iglesias, cuestiones administrativas… Eso, sin mencionar la responsabilidad de predicar el evangelio al mundo. En realidad, él sabe muy bien que su obra no termina nunca.

 Tanto la experiencia como los datos señalados por las investigaciones indican con claridad que ser pastor es, frecuentemente, convivir con presiones. En la lista de las profesiones más estresantes, el líder religioso ocupa la décima posición. ¿Cuáles serían las causas? El pastor no tiene una rutina regular, pues en cualquier momento puede recibir una llamada telefónica para visitar a un enfermo, para ministrar una sesión de consejería, para confortar a una familia que perdió a un ser querido o para solucionar las más variadas situaciones. Además de esto, su preocupación en llevar ánimo y palabras de valor al prójimo no raras veces lo priva de su justo descanso.[7]

 “El sistema de ocho horas de descanso no encuentra lugar en el programa del ministro de Dios. Él debe mantenerse a disposición a cualquier hora”.[8] La mayoría tiene conciencia de esa realidad y se esfuerza por cumplirla de buena voluntad. Sin embargo, la falta de límites bien establecidos en la administración de su tiempo contribuye para generar estrés.

 El principal reclamo de la esposa de pastor, como fue indicado por el estudio antes mencionado, es que el marido no le dedica tiempo suficiente a la familia. El trabajo incesante, sin pausa para el reposo o el ejercicio físico, puede conducir al ministro a la ansiedad, a la depresión o a la desesperación. Un estilo de vida desequilibrado, o un estrés no superado, puede ser un disparador para la tensión elevada.[9]

 Desdichadamente, la dedicación extrema al trabajo ha sido una de las causas principales del elevado índice de divorcios entre pastores. “He sido un workaholic en mi ministerio, y eso me costó la familia. Recientemente, mi esposa me pidió el divorcio, y se llevó a nuestros hijos con ella. Hoy mi vida es solitaria y vacía”,[10] lamentaba un pastor. La investigación de H. B. London Jr. Y Niel B. Wiseman, con 4.400 clérigos de diez denominaciones cristianas, señaló que el 13% de los pastores se había divorciado.[11] Por su parte, el estudio realizado por Francis A. Schaeffer Institute of Church Leadership Development, con 1.050 pastores, indicó que el 38% dijo estar divorciado o en proceso de divorcio, y el 30% declaró que se habían implicado en relaciones extramatrimoniales, o que tuvieron, por lo menos, un encuentro sexual con una persona de su rebaño.[12] Evidentemente, las caídas morales de los pastores, como las de las demás personas, tienen su origen en nuestra naturaleza pecaminosa: “Cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido” (Sant. 1:14).[13] Sin embargo, el estrés pastoral contribuye considerablemente a elevar el índice de adulterios y divorcios.

Remedio

 El pastor y su esposa son fuertes candidatos al estrés. Ambos necesitan de la sabiduría de lo Alto para vencer sus desafíos. En primer lugar, es preciso establecer su orden de prioridades: Dios, familia e iglesia.[14]

 Cristo también tuvo que lidiar con situaciones estresantes durante su ministerio terrenal. Sin embargo, “por la tarde, o muy santuario de las montañas en busca de comunión con su Padre”.[15] El matrimonio pastoral necesita desarrollar una comunión diaria con Dios. Eso debe ser una práctica constante. Es uno de los principales recursos contra el estrés.

 El matrimonio pastoral también necesita estar alerta contra el agotamiento mental. Uno de los grandes villanos que contribuye a esto es la dedicación exagerada al trabajo. Elena de White exhortó a los pastores a que estén siempre prontos para servir; pero también aconsejó a un ministro que ejerciera control sobre su trabajo: “Insisto con usted para que no trabaje de más. Debe realizar menos trabajo constante y arduo, a fin de que pueda mantenerse en reposo. Debe hacer una siesta durante el día. […] Va donde el Señor lo dirija, haciendo lo que él ordene. […] Pero no se requiere del hermano, ni de mí, estar en esfuerzo continuo”.[16]

 La utilización equilibrada de los ocho remedios naturales, concedidos por el Creador, es fundamental: “El aire puro, el sol, la abstinencia, el descanso, el ejercicio, un régimen alimenticio conveniente, el agua y la confianza en el poder divino son los verdaderos remedios”.[17]

 El pastor y su esposa deben, también, administrar su tiempo determinando: 1) lo que es urgente e importante; 2) lo que es urgente, pero no importante; 3) lo que no es urgente, pero es importante; y 4) lo que no es urgente ni importante.[18]

 Los ministros necesitan dedicarle tiempo de calidad a su familia. En el vivir cotidiano, la práctica del culto familiar, además de expresar el reconocimiento de que es el Creador quien nos mantiene y nos redime, ayuda a unir y a fortalecer a la familia. El día libre semanal y el período de vacaciones, disfrutados con la familia, contribuyen a estrechar los vínculos familiares. Sobre todo, el matrimonio pastoral necesita renovar de manera constante su compromiso de amor y fidelidad realizado el día del casamiento.

 Finalmente, el pastor y su esposa deben tomar conciencia de que, para ser más feliz, es necesario tomar decisiones, y aplicarlas en las áreas de la convivencia física, intelectual, emocional y espiritual.

Sobre el autor: profesor en la Facultad de Teología de la UNASP, campus Ingeniero Coelho.


Referencias

[1] Krejcir, Richard J., Statistics on Pastors (2007), www.intothyword.org. Acceso: 6/4/2016.

[2] Dudley, Roger L., Des Cummings, Jr. y Greg Clark, “Morale in ministry: A study of the pastor as a person”, Ministry, diciembre de 1981, p. 6.

[3] Avel-Cooper, Tabitha, “The changing role of the pastor’s wife”, Ministry, noviembre de 1990, p. 21.

[4] Nuessle, Karen, “Five faces of the minister’s wives”, Ministry, abril de 1984, p. 28.

[5] Kilcher, Carole L., Roger L. Dudley, Des Cummings, Jr. y Greg Clark, “Morale in ministry: A study of the pastor’s wife as a person”, Ministry, febrero de 1982, pp. 23, 24.

[6] Johnston, Madeline S., “Burnout in clergy families”, Ministry, junio de 1986, p. 25.

[7] “Lista das profissões mais estressantes”, www. saude.terra.com.br. Acceso: 6/4/2016.

[8] White, Elena de. Obreros evangélicos, p. 451. www.egwwritings.org

[9] Kilmer, James R., “Stop the Burnout, Enjoy the Ministry”, Ministry, junio de 1996, p. 19.

[10] London, H. B. Jr. y Neil B. Wiseman, Pastors at Greater Risk (Ventura, CA: Regal Books, 2003), p. 90.

[11] Ibíd., p. 86.

[12] Krejcir, Richard J., www.intothyword.org. Acceso: 6/4/2016.

[13] Salvo indicación contraria, todas las referencias en este artículo son de la versión Reina–Valera de 1960.

[14] Martin, Joan, “Lessons from my pastor’s”, Ministry, mayo de 1990, p. 19.

[15] White, Elena de, Ministerio de curación, pp. 47, 48. www.egwwritings.org

[16] __________, Conselhos aos Idosos, p. 125. www.egwwritings.org

[17] __________, Ministerio de curación, p. 151. www.egwwritings.org

[18] Ver Covey, Stephen R., Os 7 Hábitos das Pessoas Muito Eficazes (San Pablo: Editora Best Seller, 1989), p. 165.