Timothy Keller nos desafía a repensar nuestra postura en relación con la cultura urbana.
Pensar respecto de la iglesia y de su misión debe ser un trabajo continuo para los pastores y los líderes de la iglesia. Uno de los libros que se proponen ayudar en esta importante tarea es Iglesia centrada (Vida Nova, 2014, 463 páginas), de Timothy Keller.
Keller fue pastor durante casi una década de una iglesia en una ciudad pequeña, en el interior del Estado de Virginia, Estados Unidos. Después, fue a dar clases de Liderazgo, Homilética y Eclesiología en el seminario de Westminster, Filadelfia. En 1989, se mudó a Nueva York, a fin de plantar una iglesia en el corazón de Manhattan. Rápidamente se dio cuenta de que el modelo ministerial que había aplicado en el interior no servía para la metrópoli. Y vio, también, que muchas iglesias que eran exitosas en otros lugares no tenían tanto éxito en la Gran Manzana. El camino que él eligió fue entender la cabeza del típico habitante de la ciudad de Nueva York y la cultura de la ciudad.
El autor mezcla, como es raro de verse, capacidad de reflexionar teológicamente y aplicar pastoralmente. Tal vez él haya desarrollado esa habilidad por ser un teólogo que no se quedó restringido a la sala de clases, sino que se aventuró a plantar iglesias y a hacer misión. Este libro se transforma en un buen ejemplo de que no es necesario que haya una dicotomía entre la teoría y la práctica.
En medio del modismo de lanzar libros con títulos que comienzan con el término iglesia y son completados con varios adjetivos, Keller propone y ofrece una reflexión más profunda. De manera general, somos tentados a imitar modelos que están “dando resultados positivos”. Sea por pereza, pragmatismo, falta de capacidad o de tiempo, no hemos realizado la debida reflexión sobre nuestra eclesiología. De esa manera, nos volvemos rehenes de las “novedades” del mundo cristiano que no siempre se adecuan a nuestra misión, o nos satisfacemos con promover y ejecutar programas. El autor va a contramano de esa idea, diciendo que no existe iglesia de tamaño único. Lo que funciona en un lugar no funcionará –necesariamente– en otro. Por eso, los plantadores de iglesias necesitan realizar los deberes de casa, reflexionando sobre el mensaje que deben presentar, a quiénes se desea alcanzar y cómo harán eso. Keller usa la metáfora del hardware, el middleware y el software para explicar lo que es visión teológica. Él define al primero como las doctrinas, al tercero como las prácticas ministeriales y al segundo como la visión que aplica la doctrina en un determinado tiempo y lugar. En otras palabras, la visión teológica es la respuesta para la siguiente pregunta: ¿De qué manera las creencias doctrinales de la iglesia pueden relacionarse con el mundo de hoy? Desde una perspectiva adventista, podríamos decir: ¿Qué tienen que decir el evangelio eterno o la verdad presente en el contexto posmoderno, urbano y globalizado? ¿Qué es lo que ofrece nuestro mensaje de apoyo y confrontación para la cultura actual?
Para llegar a esas respuestas, Keller sugiere que volvamos a la Biblia. Ese es el primer paso, y es indispensable, pero no puede ser el único. Si fuese así, los libros En esto creemos y el Tratado de teología, en el contexto adventista, ya darían cuenta de nuestra tarea.
Esas obras importantísimas acostumbran describir las creencias, pero sin aplicarlas en un contexto contemporáneo. Por lo tanto, el trabajo de formar la visión teológica continúa con un análisis de la cultura, de la razón humana y de la tradición de la propia iglesia.
El autor denomina la visión teológica que él presenta como “iglesia centrada”, por cuatro razones: (1) porque el evangelio está en el centro del abordaje, (2) porque el centro es el lugar del equilibrio, (3) porque él pretende alcanzar centros urbanos y culturales como Nueva York, y (4) porque el evangelio está en el centro del modelo ministerial; es decir, es el puente entre las doctrinas y las prácticas pastorales. La visión teológica, por lo tanto, tiene que ver con posturas y énfasis de una iglesia; de cómo se va a colocar entre el ministerio de la Palabra y el de las obras; entre desafiar y apoyar la cultura; entre la tradición y la innovación; y entre el compromiso y el distanciamiento cultural. En la práctica, la visión teológica de Keller tiene tres ejes en los que él cree que logra mantener el equilibrio: evangelio, ciudad y movimiento.
Sobre el autor: editor en la Casa Publicadora Brasileña.