Consideraciones exegéticas sobre Romanos 6:14.

Entre los diversos temas que se destacan en Romanos, la significativa relación entre la “Ley” y la “gracia” es uno de los más caros al corazón del apóstol Pablo. Con todo, en el cristianismo esta reveladora correspondencia ha llegado a ser, recurriendo al léxico popular, un “tabú (teológico)”. De allí que la siguiente declaración del salmista resulta, en el pensamiento y en la experiencia de no pocos cristianos, ajena y distante: “La misericordia y la verdad se encontraron; la justicia y la paz se besaron” (Sal. 85:10 [RVA‑2015]). Elena de White no nos deja a oscuras en cuanto a la identidad del autor último de tal desenlace teológico: “Es sofistería de Satanás la idea de que la muerte de Cristo introdujo la gracia para ocupar el lugar de la Ley”. Y, en una suerte de paráfrasis de Romanos 3:31, agrega: “Esa preciosa gracia ofrecida a los hombres por medio de la sangre del Salvador establece la Ley de Dios”.[1]

“No estáis bajo la ley, sino bajo la gracia” (Rom. 6:14)[2]

Al leer la afirmación “no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia”, y al familiarizarnos con la discusión teológica que ha generado, una de las preguntas que se halla detrás de todos los debates es: ¿qué pretendía significar Pablo con la palabra “ley” en Romanos 6:14? Las respuestas más representativas son: (1) la ley de Moisés y (2) la ley como un principio general. Ahora bien, indistintamente de la opción que elijamos, todavía es necesario definir qué “connota”. Algunas propuestas acerca de lo que comprende “ley” en Romanos 6:14 han sido: (1) los conceptos “ley” y “pecado” trabajan de forma complementaria, precisando que vivir bajo la Ley es vivir bajo el poder del pecado (D. J. Moho & T. R. Schreiner); (2) Pablo se refiere aquí a la capacidad de la Ley para exponer y condenar pecadores (C. E. B. Cranfield); (3) “ley” indica una “distinción” entre judíos y gentiles (J. D. G. Dunn); (4) el empleo de “ley” en Romanos 6:14 confirma el estado de esclavitud del ser humano frente al pecado (J. Murray). Algunos, partiendo de una visión dicotómica entre “ley” (nómos) y “gracia” (cháris), han cuestionado la naturaleza misma de la Ley de Dios poniendo en duda su validez en el contexto de la experiencia cristiana. Pero, leyendo con detenimiento, resulta extremadamente improbable que Pablo socave tan denodadamente la ley que en otros lugares del mismo documento enaltece y caracteriza como normativa (cf. 3:31; 7:12, 14a, 22, 25; 8:4, 7; 13:8-10).[3] Otros han intentado aportar claridad señalando que la frase traducida como “no estáis bajo la ley”, en el idioma original, no tiene el artículo definido antes de la palabra “ley” (lit. “no estáis bajo ley”). No obstante, en griego koiné –al no existir el artículo indefinido–, un sustantivo sin artículo puede ser “indefinido”, “cualitativo” o “definido”. En tal caso, pese a los intentos realizados,[4] la ausencia o la presencia del artículo en el uso paulino de la expresión “ley” no nos permite derivar un principio lingüístico e interpretativo concluyente.[5] Por otro lado, un principio semántico ya consensuado en la erudición paulina es que el uso del griego nómos refleja la polivalencia de la expresión hebrea torah. Esto implica que “ley” en la literatura paulina abriga una diversidad de matices (e.g. Rom. 7:7; 8:2; 1 Cor. 14:21; Gál. 4:21; 6:2). Así, el contexto inmediato al texto en el que se inserta la palabra “ley” es lo que acabará por determinar, en última instancia, su significado.

En la primera sección del vers. 14, la partícula gár (“porque”) no solo introduce material aclaratorio, que refuerza o apoya lo que precede, sino también conecta lingüísticamente los versos 12 al 14. La oración continúa con el término “enseñoreará” (RVR60), que traduce la fuerza del futuro indicativo kyrieusei (de kurieuo, “dominar”, “gobernar”). En español, los traductores vierten este verbo como un futuro (indicativo), un presente (indicativo) o un imperativo (simple): “Pues el pecado no volverá a dominaros” (BJ); “Así el pecado ya no tendrá poder sobre ustedes” (DHH); “El pecado ya no es más su amo” (NTV); “Porque el pecado no se enseñoreará de ustedes” (RVA-2015); “Así el pecado ya no tendrá poder sobre ustedes” (TLA); “No os dejéis dominar por el pecado” (BLP); “El pecado ya no gobernará sobre ustedes” (PDT).[6] A pesar de la falta de consenso entre las distintas versiones y entre los exégetas paulinos respecto de las implicaciones hamartológicas de kyrieuse –¿una “orden” (J. A. Fitzmyer, B.M. Newman, E. A. Nida) o una “promesa” (T.R. Schreiner, F. Godet, L. Morris, J. Murray, D. J. Moo, J. D. G. Dunn)?–, entiendo que el contexto inmediato (vers. 12-14) y más amplio (cap. 5-8), junto con la dimensión cualitativa de hamartía (uso anartroso) y la naturaleza del futuro indicativo,[7] permiten sugerir que el apóstol no está afirmando aquí la “impecabilidad” de los cristianos sino la posibilidad que estos tienen de vivir a la altura de la fe que profesan.[8] Como pareciera evidente, la intensidad reflejada en la fraseología paulina conceptualiza una actitud condescendiente (epithymia [vers. 12]) y servil (hupakouo [vers. 12]) ante el pecado a través de las sugestivas expresiones “reine” (basileueto [vers. 12]) y “enseñoreará”(kyrieusei [vers. 14]). La propuesta cristiana, en su manifestación teológica más pura y elemental, procura restaurar la relación entre Dios y la humanidad. Esto supone abandonar una “filosofía de vida” sesgada por el pecado (“instrumentos de injusticia [adikías]” [vers. 13]), para adoptar una “teología de vida” (“instrumentos de justicia [dikaiosynēs]” [vers. 13]); es decir, un estilo de vida que superando la percepción mezquina y limitada inherente al ser humano adopte como base la Revelación. El enfoque paulino, de claro alcance existencial, presume una transformación del repertorio conductual del creyente (cf. 6:6, 16-20, 22); el hecho de confesar que Jesús de Nazaret es el Mesías comprende reconocerlo como nuestro Salvador y como nuestro Señor (“elseñorío de Cristo”, cf. “No [] reine […] el pecado” [vers. 12]; “Ni [medé] presentéis […] al pecado” [vers. 13]).

Las fórmulas “bajo la ley” (hypo nómon) y “bajo la gracia” (hypo chárin), en la segunda sección del vers. 14, exponen la razón que sustenta lo expresado al inicio del texto (nótese nuevamente el uso de gár). El trasfondo teológico de “bajo la ley” emerge de un modelo salvífico centrado en la Ley (nomocéntrico), que reduce la experiencia religiosa a un “quehacer” (ergocéntrico [cf. Rom. 3:20]). Sumado a esto, la estructura sintáctica hypó + acusativo devela que la palabra “bajo”, en nuestras traducciones modernas, entraña la idea de “control”. Alonso Schökel capta, con indudable sensibilidad, esta particularidad lingüística: “ya que no viven hypo nómon/sometidos a la ley” (BNP). Difícilmente pueda uno pasar por alto el acentuado contraste entre la impotencia del hombre y la contundencia del pecado; el cual termina subyugando sus estériles esfuerzos para, así, condenarlo a la desesperanza. La convicción del apóstol se materializa en un lenguaje de esclavitud y sumisión que no “victimiza” al hombre, sino que lo descubre en su ignorancia egocéntrica (“salvación por obras”). En oposición, “bajo la gracia” apunta a la potencia salvífica del sacrificio expiatorio de Cristo; en el conjunto del pensamiento soteriológico de Pablo, el mensaje parte de la macrohistoria (“conflicto cósmico” [5:12‑21]) para explicar

la microhistoria (“nuestra vida” [6:12-14]). En este marco, el bautismo es el punto de inflexión a través del cual el creyente acepta –y experimenta– el ofrecimiento divino (6:4).[9] Únicamente por la gracia y la misericordia de Dios, al igual que el apóstol, podemos exclamar: “Con Cristo he sido juntamente crucificado; y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en la carne, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios quien me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gál. 2:20 [RVA-2015]).

Sobre la base de lo dicho hasta aquí, Romanos 6:14 es una pieza fundamental de la teología paulina del bautismo (6:1-14); la singularidad del verso 14 radica en que, como testigo de una imperiosa necesidad de sentido, arroja luz sobre la cotidianeidad de quienes han aceptado en su vida la intervención salvífica y el señorío de Jesús de Nazaret.

Conclusión

La frase “no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia” nos permite vislumbrar, tras la plenitud de lo anhelado, un mensaje de claro corte cristocéntrico; el texto no discute la continuidad o discontinuidad de una determinada “ley”, sino que da testimonio de una hermenéutica cuya reflexión teológica gravita en torno a la obra y la persona de Cristo. Como es de esperar, las proyecciones no dejan área de la existencia humana fuera del marco teórico y, bajo la guía divina, consienten el deseo del hombre de visualizar un Dios tan trascendente como inmanente.

Finalmente, es posible intuir que el tema y la gran contribución de Romanos es manifestar de forma categórica nuestra dependencia vital de Jesús de Nazaret –y su justicia– al concientizarnos de nuestra ineludible, patética y autodestructiva condición pecaminosa.

Sobre el autor: profesor de la Facultad de Teología en la Universidad Adventista del Plata.


Referencias

[1] Elena de White, Fe y obras (Buenos Aires: ACES, 1984), p. 29.

[2] Las referencias al texto griego del Nuevo Testamento responden a Novum Testamentum Graece, eds. E. Nestle, et al. (28a rev. ed., 2 korrigierter Druk; Stuttgart: Deutsche Bibelgesellschaft, 2012). Las traducciones de la Biblia al español empleadas en esta reflexión son: Biblia de Jerusalén (BJ [2009]), Dios habla hoy (DHH [2009]), La Biblia de Nuestro Pueblo (BNP [2008]), La Palabra (BLP [2010]), Nueva Traducción Viviente (NTV [2010]), Palabra de Dios para todos (PDT [2012]).

[3] Ver N. T. Wright, Paul and the Faithfulness of God (2 vols.; Minneapolis: Fortress Press, 2013), t. 1, p. 513, nota 153.

[4] Véase E. De Witt Burton, A Critical and Exegetical Commentary on the Epistle to the Galatians (New York: C. Scribner’s sons, 1920), pp. 447-460; S. Westerholm, “Torah, Nomos and Law”, en Law in Religious Communities in the Roman Period: The Debate Over Torah and Nomos in Post-Biblical Judaism and Early Christianity (SCJ, eds. P. Richardson y S. Westerholm; Waterloo, Ont.: Wilfrid Laurier University Press, 1991), pp. 45-56. Un aporte reciente sobre el uso del artículo en griego es el de R. D. Peters, The Greek Article: A Functional Grammar of ὁ-items in the Greek New Testament with Special Emphasis on the Greek Article (LBS; Leiden: E. J. Brill, 2014).

[5]  Cf. J. H. Moulton y N. Turner, A Grammar of New Testament Greek, Volume 3: Syntax (Edinburgh: T. & T. Clark, 1963), p. 177.

[6] Encontramos el mismo uso de kurieuo en una inscripción de mediados del s. II d.C. (G. H. R. Horsley et al. eds., New Documents Illustrating Early Christianity [AHDRC, 5 vols.; Australia: Macquarie University, 1981-1989], v. 2, p. 105).

[7] Acerca del futuro indicativo, véase F. Blass, A. Debrunner y R. W. Funk, A Greek Grammar of the New Testament and other Early Christian Literature (Chicago: University of Chicago, 1961), p. 183; C. F. D. Moule, An Idiom Book of New Testament Greek (2a ed.; Cambridge: Cambridge University Press, 1959), p.10; S. E. Porter, Idioms of the Greek New Testament (2a ed.; Sheffield: Sheffield Academic Press, 1999), p. 44; M. Zerwick, El griego del Nuevo Testamento (4a ed.; Navarra: Verbo Divino, 2006), pp. 125, 126. Aunque en ocasiones se ha insinuado un influjo semita, la función del futuro indicativo en el Nuevo Testamento se alinea con el griego clásico y helenístico. Ver en tal sentido F. Rodríguez Adrados, Nueva sintaxis del griego antiguo (Madrid: Gredos, 1992), pp. 469-471.

[8] Los intérpretes reconocen una “tensión escatológica”. Véase, a modo de ejemplo, R. N. Longenecker, The Epistle to the Romans: A Commentary on the Greek Text (NIGTC; Grand Rapids, Mich.: Eerdmans, 2015), p. 616.

[9] “Cristo ha hecho del bautismo la señal de entrada en su reino espiritual. Ha hecho de él una condición positiva que todos deben cumplir si desean ser considerados bajo la autoridad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (Testimonios para la iglesia, t. 6, p. 97).