Uno de los primeros departamentos creados en la Iglesia Adventista del Séptimo Día fue el Departamento de Asuntos Públicos y Libertad Religiosa. “Su propósito es dar visibilidad a la Iglesia Adventista en la esfera pública, y trabajar para colocar a la iglesia y sus servicios en una posición de credibilidad, confianza y relevancia en relación con los Gobiernos en sus distintas esferas. Para alcanzar este objetivo, es necesario que haya trabajo intencional y diligente“.[1]

Por lo tanto, es necesario establecer contacto con autoridades públicas y religiosas, y cualesquiera otras personas cuyas funciones tengan influencia o estén relacionadas con los intereses de la Iglesia Adventista. El Departamento de Libertad Religiosa es nuestra cara pública, y funciona como un enlace oficial entre la iglesia y la sociedad.

También está involucrado en la mediación, legal o política, para solucionar los desafíos de intolerancia religiosa alrededor del mundo. Para ese fin existe la IRLA (International Religious Liberty Association), la entidad más antigua existente en la lucha en favor de la libertad religiosa, creada en 1888. Sus desafíos abarcan lidiar con la discriminación por motivos religiosos en escuelas, lugares de trabajo o en relación con la práctica de la fe. La IRLA también mantiene un representante en la ONU y un oficial que actúa en Wáshington, DC, para trabajar con la Casa Blanca, el Congreso y la comunidad diplomática de la capital estadounidense.

“El número de países con alta restricción religiosa disminuyó levemente entre 2013 y 2014 (de 37 a 32). En contraste, el número de países con restricciones moderadas aumentó de 45 a 57. En 2014, 93 países (47%) tenían bajos niveles de restricciones gubernamentales en 2014, siendo un poco menos que en 2013 (98 países o 49%)”.[2]

Al ser una parte intrínseca de la misión adventista, el Departamento de Libertad Religiosa necesita de pastores, profesores, administradores, abogados, teólogos, sociólogos, politólogos, economistas y otros profesionales en cada Asociación e iglesia. El Departamento hace planes y realiza esfuerzos en todas sus actividades para presentar al mundo la voz distintiva de la iglesia, su identidad, mensaje, actividades, perspectivas y valores.

Esa responsabilidad fue descrita por Elena de White: “El estandarte de la verdad y de la libertad religiosa sostenido en alto por los fundadores de la iglesia evangélica y por los testigos de Dios durante los siglos que desde entonces han pasado ha sido, para este último conflicto, confiado a nuestras manos. La responsabilidad de este gran don descansa sobre aquellos a quienes Dios ha bendecido con un conocimiento de su Palabra”.[3]

¿Qué hacer con esta herencia? Hay dos palabras que resumen muy bien toda acción en favor de esta causa: promoción y defensa. Debemos promover la libertad religiosa en tiempos de paz o de tribulación, como un derecho humano fundamental. Eso incluye la libertad de conciencia y de creencia, libertad de culto y de expresión, libertad de propiedad y libertad para realizar irrestrictamente las actividades de la iglesia. Creemos en esto porque deseamos que el mensaje de la salvación alcance a toda persona antes de que vengan los tiempos en que las restricciones impuestas dificulten la predicación del evangelio.

Como adventistas, creemos y trabajamos por una libertad inclusiva y no exclusiva; esto es, no pensamos solamente en nuestra propia libertad, sino también en la libertad de todo ser humano, aunque no compartamos las mismas creencias ni la misma ideología. Por eso, aceptamos plenamente lo que se encuentra dispuesto en el artículo 18 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que dice: “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia”.[4]

Además de promover la libertad religiosa, creemos en el derecho de defensa y protección de aquellos que son víctimas de la intolerancia en cualquier nivel o instancia. Como adventistas, fomentamos que todo conflicto intente ser resuelto primeramente en el campo de las relaciones interpersonales, con diálogo y comprensión. Cuando eso es imposible y persiste la intolerancia, la iglesia dispone de declaraciones y requerimientos que contienen solicitudes específicas, motivos correctos y abordaje adecuado de aquello que se pretende. Esos documentos son formales, y están a disposición en los departamentos y las asesorías legales de los campos y las uniones. Nadie debe crear documentos propios ni hacer uso de otros formularios que no sean los oficiales elaborados por el cuerpo de abogados de la iglesia. Ya enfrentamos funestas consecuencias por causa de la utilización de documentos no oficiales, aunque preparados con buenas intenciones.

Finalmente, cuando los esfuerzos preliminares no producen los resultados esperados, y cuando los intentos de solución por medio del diálogo y del entendimiento no logran el éxito; cuando las solicitudes por medio de las declaraciones y los requerimientos oficiales son negados, entonces, solo entonces, animamos a que se dé un paso más, esto es, el de buscar en la justicia los derechos presentados en la Constitución Federal de cada país. Es muy importante que antes de entrar en la justicia los abogados que defenderán la causa tengan fuertes fundamentos en los preceptos legales de cada nación. Las constituciones de los ocho países que componen la DSA aseguran derechos a la libertad religiosa, incluso en lo que dice respecto de los días de observancia. Es importante aclarar que los abogados de la organización actuarán siempre como consultores y no como defensores de esas causas, dando toda la orientación y el apoyo a los abogados constituidos. Podrán contar también con la orientación y la experiencia de la asesoría jurídica de la DSA.

En esta batalla, tenemos muchos socios que engrosan las filas de la lucha contra todo y cualquier tipo de intolerancia. No somos los únicos que llevan esta bandera. Hay varias organizaciones no gubernamentales, liderazgos religiosos de diversas confesiones religiosas y entidades de la sociedad civil unidas en esta causa. Necesitamos que más líderes y miembros se despierten a este ministerio y se involucren en acciones prácticas en favor de la libertad religiosa. Un primer y gran esfuerzo que cada pastor puede hacer es nombrar por lo menos un director de libertad religiosa para cada distrito pastoral. Enseguida los directores de departamentos de los campos podrán instruir y capacitar a esos hermanos y hermanas para actuar en el ámbito de la iglesia local. El Departamento de Libertad Religiosa de la DSA está preparando un Manual para facilitar y guiar esa instrucción.

Otra área de actuación del Departamento de Libertad Religiosa se refiere a las tendencias significativas que ocurren en el mundo religioso y político que impactan en la libertad. Monitorear e interpretar los eventos actuales que reflejan los escenarios proféticos es demasiado importante. Tenemos que evitar los extremos y huir de comportamientos marcados por la explotación del sensacionalismo o del fatalismo. Temas como el decreto dominical y la unión de las iglesias siempre despiertan la atención y el interés por parte de nuestros hermanos. Hay que conservar el equilibrio en el enfoque que se les da a estos asuntos tan impactantes, pero no podemos evitar el deber de estudiarlos y presentarlos bajo la luz de la Palabra de Dios y de los escritos inspirados.

Recientemente, tomamos conocimiento de la nominación de un sacerdote jesuita para presidir la Comisión de Libertad Religiosa de los Estados Unidos. Él fue designado directamente por el presidente Barak Obama, según anunció el 23 de junio de 2016 el sitio católico CNA, Catholic News Agency.[5] El titular del artículo decía: “La Comisión Internacional de Libertad Religiosa de los Estados Unidos tiene un nuevo presidente, y por primera vez esta función será ocupada por un sacerdote católico”. La noticia también decía que “El sacerdote jesuita cura Thomas Reese fue designado para un mandato de dos años, como miembro de la Comisión, por el presidente Barak Obama en 2014 y reelecto en 2016. Ahora asumirá como presidente de la organización, una comisión bipartidaria e independiente que monitorea y hace un seguimiento de las violaciones de la libertad religiosa alrededor del mundo, y prepara opiniones y recomendaciones para la Secretaría de Estado, el Congreso y el presidente”. Se puede acceder al artículo en el sitio catholicnewsagency.com.

Al escribir sobre la Reforma Protestante, Elena de White se refirió así a la orden de los jesuitas: “Con muy diversos disfraces se introducían los jesuitas en los puestos del Estado, elevándose hasta la categoría de consejeros de los reyes, y dirigiendo la política de las naciones”.[6] Recomiendo la lectura del capítulo “La reforma en Francia”, para una visión más completa de la actuación jesuita en ese período. Cuando analizamos el papel de los jesuitas en la lucha contra el protestantismo, debemos estar alertas al hecho de que otros miembros de esa orden, además del propio Papa, que también es jesuita, comienzan a ocupar posiciones de influencia en el escenario político mundial, especialmente en los Estados Unidos. No tenemos motivos para crear ningún alarmismo, pero es necesario que prestemos atención a esos movimientos.

Otro evento que llamó la atención del mundo fue Together 2016, que reunió a centenas de miles de personas en el conocido National Mall en Wáshington, DC, el 16 de julio pasado. Cristianos de varias religiones asistieron a una convocatoria para unirse en oración por la paz mundial y en especial en favor de los Estados Unidos, país en el que la discusión racial reapareció, después de algunos incidentes en los que ciudadanos negros murieron a manos de policías blancos, lo que hizo aflorar varias manifestaciones de odio y venganza por todo el país. Nuevamente, no debemos explorar el hecho de forma sensacionalista, como si fuera una evidencia definitiva de la unión de las iglesias. No obstante, debemos estar alertas para evaluar la posibilidad de que existan motivos no explícitos que van más allá de las oraciones y estar atentos a los sucesos que seguirán.

No podemos separar jamás la verdad de la libertad religiosa, como escribió Elena de White en el texto ya citado. Por eso trabajamos en defensa de la verdad y de la libertad religiosa. Como escribió Ganoune Diop, líder adventista mundial de Libertad Religiosa “Los adventistas se ven a sí mismos como un movimiento de restauración, siendo los depositarios de una identidad profética exclusiva, teniendo una misión específica para

el tiempo del fin, y presentando un mensaje único que está en completa armonía y con la expresión que se volvió una marca: ‘el evangelio eterno de Cristo Jesús’. Los adventistas tienen, por lo tanto, una voz distintiva entre los cristianos, entre las religiones del mundo, entre las varias filosofías y un destino singular inigualable”.7 Por eso creemos en la libertad religiosa, para que este evangelio eterno alcance a cada nación, tribu, lengua y pueblo (Apoc. 14:6).

Sobre el autor: director del Departamento de Asuntos Públicos y Libertad Religiosa de la División Sudamericana de la IASD.


Referencias

[1] Ganoune Diop, The Foundations and Functions of Public Affairs and Religious Liberty [Fundamentos y funciones de Relaciones Públicas y Libertad Religiosa], p. 5.

[2] Pew Research Center, www.pewresearch, Trends In Global Restrictions on Religions [Tendencias en las restricciones globales a las religiones].

[3] Elena de White, Los hechos de los apóstoles, p. 56.

[4] Declaración Universal de Derechos Humanos, www.un.org/es/documents/udhr, Artículo 18.

[5] CAN, Catholic News Agency [Agencia Católica de Noticias], www.catholicnewsagency.com, Noticias, EE.UU.

[6] Elena de White, El conflicto de los siglos, p. 216. * Ganoune Diop, The Foundatios and Functions of Public Affairs and Religious Liberty, p. 33.