Generalmente, cuando vamos a la iglesia esperamos que los responsables por la alabanza hayan trabajado de manera bien criteriosa al elegir la música para la adoración. Sin embargo, en muchas ocasiones parece que ese cuidado ha estado particularmente ausente.
Además del índice temático en la parte final del himnario, CD y DVD, hay una infinidad de nuevos himnos y música que están siendo producidos diariamente por los compositores cristianos contemporáneos. Las nuevas producciones pueden ser fácilmente encontradas en Internet. Ante tamaña oferta, ¿cómo decidir lo que puede ser utilizado?
En la obra Selecting Worship Songs: A Guide for Leaders (Triangle Publishing, 2011), Constance Cherry, Mary Brown y Christopher Bounds, profesores de Música y Adoración, utilizan una herramienta de evaluación, y presentan anotaciones y orientaciones litúrgicas para ayudar a los responsables por la adoración a elegir la música. Clasifican esta temática en tres categorías: teología, lenguaje y música. Los autores prescriben un sistema de puntuación, otorgando el máximo de puntos a la música que complete los requisitos en su respectiva categoría. Por ejemplo:
Proclamación
- Es fiel a las enseñanzas fundamentales del cristianismo, las que son innegociables.
- Expone la enseñanza de manera clara y completa.
- Elabora la enseñanza.
- Lleva al adorador a responder de manera específica (alabar, cambiar, servir).
Petición
- Contiene una sólida instrucción teológica sobre la oración.
- Es coherente con los patrones bíblicos de oración.
Alabanza
- Presenta claramente los aspectos del carácter y la naturaleza de Dios.
- Demuestra una vasta comprensión de la naturaleza divina.
- Asocia la alabanza con las acciones creadoras y salvíficas de Dios.
- Relaciona la alabanza con los atributos propios de las Personas de la Deidad.
Exhortación
- Se concentra en la edificación espiritual, para llevar una vida cristiana exitosa.
- Presenta los objetivos más amplios del Reino de los cielos, en lugar de limitarse solamente a la santidad.
Llamado a la acción
- Declara explícitamente lo que el can- tante hará.
- Asocia su resolución con la necesidad de la gracia y de los auxilios divinos.
- Relaciona su intención con los propósitos mayores del Reino de Dios.
Se sugieren consideraciones adicionales con relación a las letras de las canciones: ¿Cuán claras son sus frases, su estructura, su gramática y su uso? Y ¿cómo fue la elección del tono? La temática ¿es coherente? La rima de la letra ¿es interesante? ¿Contiene lenguaje artístico, figurado, imágenes y especificidad?
Por último, es necesario evaluar su composición. Esa evaluación no debe ser con relación al tipo, sino con relación a su calidad:
La música ¿tiene una melodía consistente, que usa intervalos largos y cortos de manera criteriosa? ¿Tiene extensión vocal equilibrada? ¿Es fácilmente memorizable?
El ritmo ¿es fácil de ser seguido al cantar? ¿Es interesante? ¿Retrata la acción del texto y ayuda en la declamación? Los cantantes ¿logran interpretar el himno?
La armonía ¿sostiene la progresión melódica sin cubrirla? ¿Usa cantidades de consonancias y disonancias que permiten cantarla en partes?
Los componentes musicales ¿contribuyen para apoyar, destacar e interpretar el texto?
La música ¿es accesible para el canto congregacional en relación con el alcance vocal, la repetición estructural y la facilidad de unísono y/o canto en partes?
Las sugerencias presentadas aquí no deben constituir palabra final en favor o en contra de cualquier música en particular. Sin embargo, proveen de un punto de partida para seleccionar buenas canciones, en medio de la gran variedad que actualmente se encuentra disponible. Sería bueno utilizar diferentes tipos de música en nuestro canto congregacional. Harold M. Best, en su libro Music Through the Eyes of Faith (HarperCollins, 1993), resumió muy bien este punto, al decir: “El apóstol Pablo nos motiva a expresar nuestros sentimientos a Dios ‘con acción de gracias y súplicas’ (Fil. 4:6), sea cual fuere nuestra condición. Pienso que necesitamos hacer lo mismo por medio de la música”.
Sobre el autor: ministro de adoración en la iglesia de Florida Adventist Hospital