El desarrollo de la comprensión adventista respecto de Apocalipsis 13:11

Si tú fueras a alguno de los centros adventistas de investigación distribuidos por el mundo, seguramente verías diseños, pinturas y hasta incluso piezas de yeso que representan fieras con cuernos, cabezas o alas de las formas más estremecedoras posibles. Esas imágenes que están descritas en el libro de Daniel y en el Apocalipsis ilustran los poderes geopolíticos presentados en las profecías, a fin de ayudar al observador para que tenga una dimensión de aquello que la profecía visualiza.

Las bestias en profecías, generalmente, están relacionadas con la persecución de aquellos que siguen a Dios. Trabajan en asociación con el dragón (Satanás) y “pelean contra los santos”, o fuerzan a la adoración a él. A partir de 1843, el millerismo, movimiento iniciado por Guillermo Miller que se encuentra en la génesis de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, pasó a usar paneles gráficos que presentaban su comprensión escatológica. En 1850, ese recurso, avanzado para la época, fue utilizado por los adventistas sabatistas y, posteriormente, también por los adventistas del séptimo día, en 1863.

Un detalle que llama la atención es que la bestia de dos cuernos que emergió de la tierra (ver Apoc. 13:11) no aparece en los gráficos milleritas. De acuerdo con los intérpretes del movimiento, esa profecía había sido recientemente cumplida. En armonía con la comprensión que ellos tenían, el animal simbolizaba a Napoleón Bonaparte, y los dos cuernos a Francia y a Italia, respectivamente. Esa conclusión fue publicada por Josué Himes, pionero millerita que propuso que la bestia era un símbolo del gobierno europeo, en aquel tiempo dominado por el emperador francés.[1]

En Europa a América del Norte

Sin embargo, a partir de septiembre de 1850, los adventistas sabatistas provenientes del millerismo pasaron a rechazar las ideas de Himes. Al estudiar el asunto de Babilonia en Apocalipsis 17:1, 5 y 15, llegaron a una nueva forma de entender el pasaje. Los investigadores veían en la segunda bestia una combinación entre la Iglesia y el Estado. Abandonando la propuesta de Himes, Hiram Edson, uno de los pioneros sabatistas, llegó a declarar: “Es cierto que esa bestia de dos cuernos no se aplica al reino de Bonaparte”. Él fue más allá, indicando que el animal simbolizaría a la “Roma protestante” y, al mismo tiempo, a la séptima cabeza de la bestia que emergió del mar. Al finalizar, también sugirió que “los dos cuernos son los poderes civil y eclesiástico”.[2]

En mayo de 1851, John Andrews realizó un análisis mucho más detallado sobre las propuestas de Hiram Edson, y expandió aún más la comprensión sabatista acerca de la bestia de Apocalipsis 13:11. “Nosotros entendemos, entonces, esta bestia de dos cuernos como el símbolo del poder civil y religioso, que es diferente en muchos aspectos de aquellos [poderes] que lo precedieron”. Hasta ese punto, los estudios concordaban. Sin embargo, Andrews no estaba convencido de que la bestia fuese la Roma protestante. En su estudio, él también analizó criteriosamente los poderes conocidos hasta sus días. De forma cautelosa, llegó a argumentar que los Estados Unidos de América cumplían todos los requisitos de la bestia; sin embargo, no afirmó eso categóricamente.[3]

En 1851, José Bates, al contrario de J. N. Andrews, no se intimidó al presentar sus conclusiones con relación a la bestia de dos cuernos. Él también era un estudioso de las profecías y había propuesto, en 1847, que el sello de Dios y la marca de la bestia estaban relacionados con la adoración en el séptimo y en el primer día de la semana. Bates y Otis Nichols, responsable por la publicación del gráfico de 1850, venían debatiendo el asunto hacía algún tiempo y, después de observar los argumentos de Andrews, Bates afirmó que la bestia de Apocalipsis 13:11 era símbolo de los Estados Unidos de América.[4]

Seguidamente, John Loughborough hizo nuevas propuestas que encendieron un intenso debate en las páginas de la Review and Herald, periódico oficial de los adventistas sabatistas. En abril de 1854, él publicó un libreto de 52 páginas con afirmaciones más refinadas sobre el asunto, confirmando las evidencias de J. N. Andrews.[5]

Finalmente, John Andrews revisó y expandió su investigación anterior, y esta vez concluyó el pensamiento que había lanzado en 1851. En abril de 1855, afirmó que “el único gobierno civil entre todos los que ya existieron que exhibe una apariencia semejante a la de un cordero, de acuerdo con el símbolo, es el de los Estados Unidos”.[6]

Estados Unidos en la profecía

La propagación de ese nuevo entendimiento pasó a ser enfatizada en los periódicos y las predicaciones sabatistas. Urías Smith, quien fue editor de la Review and Herald por cerca de cincuenta años y destacó por sus estudios en escatología, consideró, en diciembre de 1856, que tal interpretación de la bestia de los dos cuernos era consistente. A partir de entonces, comenzaron las proyecciones acerca de las posibles decisiones del gobierno estadounidense que afectarían a los adventistas sabatistas. En las campañas evangelizadoras, predicadores públicos como C. W. Sperry y H. G. Buck reportaron que, en sus sermones, la “argumentación duraba el día entero, tratando acerca de los desafíos de los últimos días y de la paciencia de los santos”. La comprensión respecto de la bestia de los cuernos rápidamente se transformó en el asunto central entre los sabatistas en sus encuentros, el evangelismo y las publicaciones.[7]

Para entender mejor la razón del impacto de ese asunto, debemos recordar que la Primera Enmienda a la Constitución estadounidense afirma que “el Congreso no hará ninguna ley en el sentido de establecer una religión, o prohibir su libre ejercicio”. Aún hoy ese texto es muy utilizado en la defensa de una rígida separación entre Iglesia y Estado, y en la alegación de que las actividades de ambas deben ser limitadas a las respectivas esferas. Thomas Jefferson, uno de los “padres fundadores” de los Estados Unidos, afirmó en su carta a los bautistas de Danbury, Connecticut: “Yo contemplo con soberana reverencia aquella enmienda de todo el pueblo americano, la que declara que su legislación no deberá hacer ‘ninguna ley en el sentido de establecer una religión o prohibir su libre ejercicio’, construyendo de esa manera, un muro de separación entre Iglesia y Estado”.[8]

A causa del énfasis en la distinción de esas dos instituciones, la interpretación adventista de la bestia de Apocalipsis 13:11 se transformó en un punto escatológico tan conocido que generó un interés muy grande dentro de la propia iglesia.

Con el tiempo surgieron departamentos de Libertad Religiosa, revistas temáticas, asociaciones e, incluso, interlocutores entre la iglesia y el gobierno. Todo eso, a favor del mantenimiento del libre ejercicio de la fe; aunque el pronóstico fuera muy negativo.

En el futuro, se espera que la presión política en los Estados Unidos lleve a la aprobación de leyes federales que sean abiertamente inconstitucionales. Se estima que surgirá un movimiento religioso–político por el que los representantes populares, interesados meramente en beneficios y notoriedad, cederán al error de otorgar reglas persecutorias. Estas instituirán la obligatoriedad de la observancia del primer día de la semana, que constituirá la “marca de la bestia” (ver Apoc. 13:16, 17).

La interpretación de Elena de White

Elena de White, por su parte, mantuvo una postura distinta, en medio de todo el calor del descubrimiento y de la reacción de los adventistas sabatistas. Estaba a la par del debate que agitó al grupo a mediados de 1859, pero prefirió no ser tan directa en sus conclusiones. En 1861, en uno de sus primeros comentarios sobre la bestia de dos cuernos, la escritora contrastó a los adoradores de Dios con los de la bestia. También enfatizó que el nombre “Adventista del Séptimo Día” naturalmente se elevaba como un repudio a la falsa adoración.[9]

En el relato (sin fecha) de su visión respecto de la bestia de dos cuernos, Elena de White estaba mucho más preocupada por las interferencias de la bestia en el trabajo evangelizador que todavía necesitaba ser realizado, que en el propio significado del símbolo. Ella no citó el nombre del país ni del sistema de gobierno, dejó de lado todo el análisis histórico de los demás pioneros y se preocupó por la legislación religiosa que sería impuesta.

Por fin, en 1884, la autora citó nominalmente a los Estados Unidos como la bestia de dos cuernos. En su análisis, el poder que la nación recibe proviene de la existencia simultánea del Estado y la Iglesia. Para ella, ni la Iglesia ni el Estado solos serían suficientes para dar todo ese poder que la bestia tiene. Así, ambas instituciones necesitan ser controladas por Satanás, a fin de que él consiga imponer la tribulación que pretende que ocurra. De esa manera, el mal que sobrevendrá no será fruto del gobierno estadounidense en su forma establecida, sino en su forma corrompida por el enemigo de Dios. Una legislación religiosa “sería abiertamente contraria a los principios de ese gobierno, al genio de sus instituciones libres, a los claros y solemnes reconocimientos de la Declaración de la Independencia y a la Constitución”. Dentro de los principios que sirvieron para el establecimiento del gobierno estadounidense, eso sería inaceptable.[10]

De acuerdo con la escatología adventista, las acciones inconsistentes de los Estados Unidos tendrán consecuencias para los miembros de la iglesia distribuidos alrededor del mundo. Además de la persecución interna, Elena de White afirmó que otros países seguirían el ejemplo norteamericano y se levantarían para aprobar leyes que restringieran la libertad religiosa. A pesar del pronóstico desfavorable, los adventistas del séptimo día defenderán el sábado bíblico. Para ella, “una gran crisis aguarda al pueblo de Dios”.[11]

En suma, al observar una ilustración de la bestia de dos cuernos de Apocalipsis 13:11, debemos ser llevados a meditar respecto de la pérdida de la libertad religiosa, y de la persecución que será consecuencia de eso. Necesitamos considerar que las leyes religiosas a ser impuestas en los Estados Unidos serán adoptadas por otras naciones también, y afectarán mundialmente a “los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús” (Apoc. 14:12). El tiempo nos urge a un compromiso diligente con la fe y con la misión de la iglesia, a fin de que, al encontrarnos con el cumplimiento de la profecía, podamos reconocer las señales de los tiempos, de acuerdo con lo que nos alerta la consideración de las bestias y los diagramas expuestos en los centros adventistas de investigación.

Sobre el autor: profesor del Seminario de Teología del Instituto Adventista Paranaense


Referencias

[1] Josué V. Himes, “¡Watchmen! ¡Give Them Warning from Me!”, Signs of the Times, (feb. 21, 1844), p. 15. Ver también Le Roy Edwin Froom, The Prophetic Faith of Our Fathers: The Historical Development of Prophetic Interpretation (Washington, DC: Review and Herald, 1946-54), t. 4, p. 850.

[2] Hiram Edson, “The Third Angel’s Message”, Review and Herald, Extra (sept., 1850), p. 9.

[3] John N. Andrews, “Thoughts on Revelation 13 and 14”, Review and Herald (may. 19, 1851) p. 84.

[4]  José Bates, “The Beast with Seven Heads”, Review and Herald (ago. 5, 1851) p. 4; Nichols, Otis. “From Bro. Nichols”, Review and Herald (sept. 2, 1851), p. 22.

[5]  H. C. S. Caurus, “From Bro. Caurus”, Review and Herald (oct. 18, 1853), p. 120; J. B. Frisbie, “From Bro. Frisbie”, Review and Herald (nov. 8, 1853), p. 142; John N. Loughborough, The Two-Horned Beast, the United States (Rochester, NY: Review and Herald, 1854); T. M. Steward, “From Bro. Steward”, Review and Herald (ago. 15, 1854), p. 6; James White, “New Tracts”, Review and Herald (abr. 4, 1854), p. 88.

[6] John N. Andrews, “Three

Angels of Revelation”, Review and Herald (abr. 3, 1855), p. 202. Roswell F. Cottrell también contribuyó con esa discusión: R. F. Cottrell, “Speaking of the Image”, Review and Herald (dic. 12, 1854), p. 134.

[7] Urías Smith, “One Year Ago”, Review and Herald (dic. 11, 1856), p. 44; __________, “The Two-Horned Beast, and How He Has ‘Come up’”, Review and Herald (ago. 28, 1856), p. 136; __________, “The Two-Horned Beast”, Review and Herald (mar. 12, 1857), p. 148; C. W. Sperry y H. G. Buck, “Tent Meetings in Jamaica, Vt.”, Review and Herald (sept. 25, 1856), p. 165; Moses Hull, “Extract from Letters”, Review and Herald (sept. 25, 1860), p. 15.

[8] Thomas Jefferson, “Jefferson’s Letter to the Danbury Baptists”, The Library of Congress Information Bulletin, junio de 1998.

[9] Elena de White, El conflicto de los siglos (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2015).

[10]  Ibíd., p. 495.

[11] Elena de White, Maranata: El Señor viene, 3era edición (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2016), p. 131.