Una mirada más atenta a los desafíos de la esposa del pastor

    Es común escuchar, en el medio ministerial, en cuanto a los desafíos de la esposa del pastor. Pero ¿tendrá el pastor una real percepción de las luchas que su esposa enfrenta?

    En 1977, John Gleason identificó 43 problemas relacionados con la iglesia y con la familia pastoral, en un relevamiento realizado con 21 pastores y 11 esposas, pertenecientes a diferentes confesiones cristianas.[1] Las esposas indicaron problemas como tratar con situaciones inesperadas, enojo, falta de autonomía y de resultados en el trabajo, perfeccionismo, exceso de actividades, autoimagen negativa, salario inadecuado, sentimientos de inferioridad, conflicto de papeles, problemas familiares, estar expuestos en la “vitrina”, soledad y patologías de los miembros.

    En la década siguiente, un estudio conducido por investigadores de la Universidad Andrews, sobre 167 esposas de pastores adventistas de América del Norte, indicó que más del 30% de ellas estaba comprometida con Grupos pequeños evangelizadores, estudiaban la Biblia y leían los libros de Elena de White.[2] Sin embargo, a pesar de la vida devocional y ministerial activa de estas esposas, más de dos tercios de ellas no conseguían mantener vínculos permanentes de amistad, y sentían nostalgia y soledad causadas por cambios frecuentes de domicilio, falta de compañerismo en la iglesia o fuera de ella y ausencia del esposo. Señalaron que las prioridades del marido eran la iglesia, Dios, su salud, la esposa y, por último, los hijos. Cerca de dos tercios relataron que el esposo pasaba menos de dos horas por día con la familia, incluyendo las comidas, y que raramente –o nunca– tomaba un día libre.

    Además de estos desafíos, ellas también citaron el peso de las expectativas de los miembros, de la Asociación, de la comunidad y del marido en relación con ellas, la falta de compañerismo en el ministerio, la incompetencia para ejercer esa función y las presiones financieras.

    Más recientemente, en los años 2010 y 2011, realicé una investigación con 232 mujeres, de las que 110 eran esposas de pastores en actividad; representantes de las uniones brasileñas, futuras esposas de pastores –cuyo novio cursaba los últimos años de la Facultad de Teología– y esposas de pastores jubilados. Respondieron sobre sus tres mayores desafíos en el ministerio, acerca de cuáles desafíos veían que las colegas enfrentaban y, finalmente, indicaron los tres motivos por los que eran esposas de pastor. Los demás participantes eran 79 mujeres y 43 hombres, miembros de la Iglesia Adventista, que respondieron sobre la mayor cualidad, el mayor defecto y los mayores desafíos que enfrentaba la esposa de un pastor.

    Curiosamente, la lista de desafíos mencionados de manera más significativa no difiere de lo que se respondió en las décadas de los años ’70 u ’80. Los principales elementos registrados fueron soledad, mudanzas de domicilio, el peso de las expectativas, invasión de privacidad, las críticas, las quejas y las comparaciones, conciliar las vidas personal, familiar, profesional y eclesiástica, además de las finanzas, la educación de hijos, las enfermedades y las dificultades relacionales.[3]

    De esta manera, es necesario comprender las principales luchas de las esposas de los pastores para, entonces, desarrollar actitudes efectivas a fin de ayudarlas a vivir su vida conyugal y ministerial de manera más gratificante.

Encarando los problemas

    A partir de mi investigación, pude explorar mejor cada punto mencionado por mis colegas de ministerio. A continuación, me gustaría compartir algunas ideas sobre estos aspectos.

Soledad

    Fue el principal desafío referido por las esposas de entre 20 y 30 años de edad y por las esposas de los pastores jubilados. Las causas mencionadas fueron: mudanzas frecuentes, ausencia de la familia y los familiares, del marido y de los amigos.

    La soledad es una experiencia compleja. Cada mujer reacciona frente a ella de una manera diferente. Diversos estudios sugieren que la modernidad –responsable por el trabajo en exceso–, la disminución del número de hijos, los problemas conyugales, la independencia femenina, las enfermedades y el envejecimiento desencadenan la soledad en las mujeres en general. Algunos estudios relacionan la soledad con la genética, y otros con la baja autoestima.

    La soledad mencionada en las encuestas difiere de otro sentimiento, en el que el individuo se siente a gusto para el conocimiento propio, adecuarse, adaptarse y superarse a sí mismo. En general, la soledad de la esposa de pastor se refiere al sentimiento de desamparo frente a algunas situaciones. No se trata necesariamente de estar sola, sino que puede ser un dolor emocional profundo causado por la carencia de intimidad y ausencia de relaciones satisfactorias con el marido o con otras personas. Es un sentimiento de aislamiento y separación por causa de las mudanzas, la inseguridad para hablar de sus problemas o por las propias dificultades en enfrentar sus propias angustias.

Mudanzas

    En la investigación, ese desafío quedó en tercer lugar para las esposas entre 20 y 30 años, y en primer lugar para las de la franja de edad entre los 31 y los 56 años.[4] Cerca del 40% de las esposas que tenían a sus maridos en actividad respondieron que las mudanzas muy frecuentes comprometen los estudios académicos, la carrera profesional, y dificultan la adaptación de ellas y de los hijos. Las demás mencionaron también el distanciamiento de los amigos y de los familiares, la inseguridad y el compromiso de las finanzas.

    Algunas esposas objetaron que las mudanzas se realicen sin previa consulta a la familia pastoral. Es innegable el desafío de los administradores para ajustar a cada obrero con las necesidades del campo, respetando las condiciones de la familia. Sin embargo, no siempre es posible que las expectativas de ambos lados sean suplidas en forma coincidente.

Lidiar con expectativas, invasión de laprivacidad, críticas, cobranzas y comparaciones.

    Este desafío fue señalado por el 29% de las esposas de entre los 20 y los 30 años; y de acuerdo con el aumento de la edad, el porcentaje disminuyó.

    Como ese desafío tiene relación con la autoestima, la forma de abordar cada situación puede hacer evidentes las fragilidades de la esposa del pastor, así como sus creencias personales de lo correcto y lo equivocado pueden influir en las relaciones, y determinar la satisfacción personal y con el ministerio.

    La esposa puede verse de una forma y sentir presión de parte de los miembros de iglesia, del marido y de la Asociación para ser diferente. Cuanto mayor es la distancia entre lo que esperan de ella y lo que ella desea ser o asumir, mayor es la tensión, que puede llevar a una crisis.

Conciliar vida personal, familiar, profesional y eclesiástica.

    Este desafío fue mencionado por el 16% de las mujeres de entre los 31 y los 40 años de edad. Actualmente, la mayoría de las esposas de pastor estudia y trabaja, tiene autonomía financiera y puede realizar más acciones de apoyo que en el pasado. Sin embargo, el número creciente de las que se sienten dominadas por la falta de certeza, la inseguridad, la depresión, la soledad y la frustración no parece mostrar que estén más realizadas como personas ni con el ministerio.

    Además de las alteraciones hormonales por las que pasamos, el modo de vida de la sociedad contemporánea nos presiona a trabajar, cuidar de la familia, tener vida social, cumplir plazos y mantenernos dentro de las finanzas. Esta condición, que define a la mujer por lo que ella hace, por lo que dicen de ella y por lo que ella tiene, es distante del ideal divino e impacta negativamente en la vida de la esposa del pastor.

    La investigación también constató que entre los motivos para ser esposa de pastor, el 65% de las esposas de pastores en actividad respondió: “Amor al trabajo de Dios, placer en servir a la causa y respuesta al llamado divino”. El resto de las respuestas incluyó amor por el marido, crecimiento espiritual y emocional, privilegio de tener un esposo como ministro del evangelio, compromiso con el trabajo del esposo, estabilidad financiera, oportunidad de actualización constante, nuevos amigos, oportunidad de estudio para los hijos y el cariño de los hermanos.

    La mayoría de las respuestas indicó “el llamado divino” como principal motivación para ser esposa de pastor. Sin embargo, algunas participantes no están seguras de eso. No se sienten llamadas. Son esposas de pastor meramente porque se casaron con un pastor. Según Albert Friesen, “cuando la esposa no se entiende llamada para el ministerio, las ventajas pueden no ser suficientes para que los conflictos y las crisis sean compensados”.

Acciones de apoyo

    En el Edén, Dios encargó al hombre el rol del liderazgo bajo el fundamento del amor. Cuanto más el pastor se aproxime a este ideal, mayor satisfacción él, su esposa y sus hijos experimentarán. Sin embargo, muchos pastores están tan entusiasmados y tan involucrados con el trabajo que más parecen estar casados con la iglesia que con su señora. De esa manera, la esposa queda desprotegida, el pastor queda al descubierto, y los hijos también. Si el matrimonio y la familia no reciben prioridad en la vida ministerial, entonces se abrirá una fisura en los muros de su casa, por donde el enemigo puede entrar para alcanzar tanto a él como a la esposa.[5]

    Que cada pastor sea un líder que ordene bien su hogar y ame a su esposa como Cristo amó a la iglesia. Que sea un compañero comprensivo y confidente de sus angustias, fragilidades y miedos; un esposo que incentive la vida devocional de la esposa y de los hijos y los proteja, que sea el pastor de la familia. De esta manera, ella encontrará felicidad y la realización como esposa de pastor dentro de la perspectiva divina, alcanzará el equilibrio en sus múltiples funciones y vivirá el ministerio y sus desafíos con disposición y contentamiento.

Sobre el autor: Esposa de pastor y escritora.


Referencias

[1] John Gleason, “Perception of stress among clergy and their spouses”, Journal of Pastoral Care, t. 31 (1977), pp. 248-251.

[2] Carole Luke Kilcher, et al. “Estado de ânimo no ministério: Um estudo da esposa de pastor como pessoa”, O Ministério Adventista (enero/febrero En la práctica, el liderazgo en amor ocurre cuando el pastor:  1983), pp. 7-12.

[3] Mirian Montanari Grüdtner, “Esposa de pastor: Um estudo sobre as mudanças de domicílio e suas implicações”, monografía, Curitiba, 2011, p. 17.

[4] Ibíd., p. 24.

[5] Albert Friesen, Cuidando do Casamento (Curitiba, PR: Esperança, 2004), p. 79.