La Junta Directiva de la iglesia está constituida por un grupo de directivos de la congregación local, elegidos por voto de los hermanos, según el criterio establecido en el Manual de la Iglesia Adventista del Séptimo Día (2015). Bajo su responsabilidad, están comprendidas: 1) la alimentación espiritual de los miembros; 2) el evangelismo; 3) la preservación de la pureza doctrinal; 4) la defensa de las normas cristianas; 5) la recomendación de transferencias de miembros; 6) las finanzas de la iglesia: 7) la protección y el mantenimiento del patrimonio de la iglesia; y 8) la coordinación de los departamentos de la iglesia.
Cuando la Junta de la Iglesia se reúne, el dirigente (pastor o anciano) debe estar debidamente preparado para conducir los trabajos con eficacia y espiritualidad. Para que esto ocurra, algunos detalles deberán ser tomados en cuenta y seguidos.
Preparación de la agenda.
Analiza y agenda previamente los puntos que serán discutidos y establece las prioridades. Lo hace en sociedad con la persona responsable por la Secretaría de la iglesia. En caso de que la agenda incluya algún tema polémico, dudoso o complejo, el dirigente puede buscar orientación de parte de sus líderes en la Asociación/Misión, antes de llevar el asunto para su análisis en la Junta.
Puntualidad y duración.
El líder debe velar por la puntualidad, esto es, establecer el horario de inicio y de finalización de la Junta. Eso significa tener una estimación de cuánto tiempo deberá emplearse en cada punto de la agenda. En caso de que un asunto se esté demorando más de lo que estaba previsto, es recomendable suspenderlo para que sea analizado de manera separada, y después de ese proceso presentarlo nuevamente en otra reunión de la Junta. La duración de una junta no debería exceder las dos horas.
Participación y respeto.
El dirigente de la Junta debe estimular el respeto mutuo y la participación de todos en los asuntos que serán tratados. El líder eficiente cuenta con la participación, la cooperación espontánea y la buena voluntad de las personas bajo su dirección. Consigue la cooperación y el respeto por su competencia, su paciencia, su ética y su espiritualidad. No da órdenes, da el ejemplo.
Orientación y foco.
Corresponde al dirigente orientar y conducir la discusión de acuerdo con la línea central de cada punto de la agenda, respetando los principios bíblicos de administración eclesiástica. Debe estar atento para no permitir la divagación o la pérdida del eje central. La falta de experiencia o el descuido del dirigente pueden llevar la reunión al fracaso. “Si no hubiera disciplina ni gobierno de la iglesia, esta se reduciría a fragmentos; no podría mantenerse unida como un cuerpo” (Testimonios para la iglesia, t. 3, p. 471).
Conclusión y votación.
El dirigente debe conducir la discusión de cada ítem y sus desdoblamientos intentando resaltar los aspect o s positivos en primer lugar, y después corregir los elementos negativos que, por casualidad, se hagan presentes. Le corresponde, también, llevar a los integrantes de la Junta a una decisión sobre cada asunto. Finalmente, debe pedir apoyo y voto para que las propuestas de la Junta sean presenta- das a la iglesia y votadas por sus miembros.
“Se me ha indicado que las reuniones de junta no agradan siempre a Dios. Algunos han acudido a estas reuniones con un espíritu de crítica, frío, duro y carente de amor. Los tales pueden hacer mucho daño; porque los acompaña la presencia del maligno, que los mantiene del lado erróneo. Con cierta frecuencia su actitud insensible hacia las medidas que se están considerando produce perplejidad y demora las decisiones que deberían tomarse. […] Con la esperanza de llegar a una decisión, continúan sus reuniones hasta muy avanzada la noche. […] Dejad al Señor llevar la carga. Esperad que él ajuste las dificultades. Dad descanso al cerebro agobiado. […] Si se diesen al cerebro los debidos momentos de descanso, los pensamientos serían claros y agudos, y los asuntos se atenderán con presteza” (ibíd, t. 7, p. 244).
Sobre el autor: Profesor en el Seminario de Teología del Instituto Adventista Paranaense, en Maringá, Paraná, Rep. del Brasil.