Publicada el 31 de mayo de 1998, la encíclica Dies Domini, de autoría del entonces papa Juan Pablo II, vino a realzar la importancia del descanso dominical para los círculos católico-romanos.[1] Por lo que parece, la principal preocupación en consideración era la pérdida del significado del domingo frente a las condiciones socioeconómicas y culturales de la época, que amenazaban con reducir la solemnidad religiosa del domingo a un mero descanso físico.[2]

    Frente a aquella realidad, el papa aclaró que su objetivo era “recuperar las profundas motivaciones doctrinales que están en la base del precepto eclesiástico, para que aparezca bien claro para todos los fieles el valor imprescindible del domingo en la vida cristiana”.[3] Para eso, su abordaje va desde la observancia del séptimo día por el propio Dios, conforme se destaca en la narrativa del Génesis, hasta la supuesta transferencia de esa solemnidad hacia el primer día de la semana, en conmemoración de la resurrección de Cristo.

    Al reflexionar sobre el asunto, Alberto Timm comenta que la encíclica Dies Domini surgió del intento católico de construir una teología bíblica referente al domingo.[4] Sin embargo, bíblicamente es posible contrastar que las Sagradas Escrituras no hacen mención de otro día como día de reposo religioso, sino el séptimo de la semana, sábado.

    En este contexto, ¿habría respaldo bíblico para defender el llamado “argumento de transferencia” presentado por esta encíclica papal? El mandato de la observancia del sábado contenido en el Decálogo ¿fue, de hecho, sustituido por el descanso dominical?

Dies Domini y sus presupuestos

    La teología católica, así como cualquier otra, está fundamentada sobre presupuestos que dirigen su interpretación de las Sagradas Escrituras y de su fe. De esa manera, es válido apuntar, aunque sea de manera breve, dos presupuestos básicos que, presentes también en las entrelíneas de la encíclica, proveen una base argumentativa para la creencia en el traspaso del sábado al domingo: la doctrina de la sucesión apostólica y el papel de la tradición en la interpretación bíblica.

    La Iglesia Católica defiende la idea de la sucesión apostólica,[5] por lo que cree, de esta manera, que posee una relativa pureza doctrinal ininterrumpida desde su fundación. Por este motivo, las referencias históricas a cristianos primitivos que habrían observado el domingo son consideradas como normativas para la práctica cristiana contemporánea.[6]

    En relación con el rol de la tradición para su hermenéutica, la iglesia de Roma deja en claro que las Sagradas Escrituras tienen la “santa tradición” –la manera en que el evangelio fue transmitido dentro del contexto eclesiástico a lo largo de la historia[7] – como “la regla suprema de su fe”.[8] En otras palabras, la Biblia no es la única regla de fe y práctica para el catolicismo, como generalmente sí se admite en el medio protestante (Sola Scriptura). De ese modo, toda interpretación bíblica católica –incluso la encíclica que estamos comentando– estará orientada por su propia tradición.

Dies Domini y su contenido bíblico

    Una lectura de la encíclica Dies Domini, aunque sea superficial, es suficiente para notar que el punto fundamental a partir del cual se construye todo el “argumento de transferencia” es el evento de la resurrección de Cristo. Considerándolo como el “dato primordial sobre el que se apoya la fe cristiana”, se toma el hecho de que tal evento haya ocurrido el primer día de la semana como indicación de que este se transformaría, por excelencia, en el día del descanso cristiano.[9]

    Es interesante notar que la encíclica, así como el catecismo de la Iglesia Católica,[10] no descartan al sábado como si hubiese perdido su validez; tampoco defienden que el día de adoración indicado por el Decálogo haya sido abrogado. Por el contrario, Juan Pablo II afirmó que “más que una sustitución del sábado, el domingo se constituyó en su perfecta realización […] su desarrollo y plena expresión”.[11] Para él, el descanso de Dios en la Creación y la salvación de su pueblo prefigurada por el Éxodo, que bajo la antigua alianza instituían el significado del sábado, encuentran su cumplimiento en la muerte y la resurrección de Jesús. Habiendo ocurrido este grandioso acontecimiento en día domingo, se concluye que “el sentido del precepto veterotestamentario del día del Señor es recuperado, integrado y plenamente revelado” en Cristo. De esa manera, “del sábado se pasa al primer día después del sábado, del séptimo día se pasa al primer día: ¡el Dies Domini se transforma en el Dies Christi!”[12]

    A la luz de la Biblia, sin embargo, no hay base para sostener tal argumento.

Dies Domini a la luz de la Biblia

     Al considerarse cualquier controversia respecto del día de reposo y adoración, tal discusión siempre girará en torno a las páginas del Nuevo Testamento. En último análisis, las repetidas referencias al séptimo día en el Antiguo Testamento lo sitúan por encima de cualquier cuestionamiento (Gén.2:1-3; Éxo. 16; 20:8-11; Deut. 5:12-15; Neh. 13:15,16; Isa. 58:13, 14; Jer. 17:19-27; Eze. 20:12, 20).

    La propia encíclica admite que Cristo, cuando realizaba curaciones en día sábado, lejos de indicar algún tipo de pérdida de validez, profundizó el significado liberador de ese día (Mat. 12:9-13; Luc. 13:10-17; 14:1-6; Juan 5:2-9).[13] A continuación de los evangelios, el libro de los Hechos de los apóstoles “revela que el único día en que los apóstoles estuvieron involucrados en servicios de culto […] fue el sábado (Hech. 13:14, 42, 44; 16:13;17:2; 18:4).[14] Kenneth Strand también sugiere que esas evidencias muestran que, más allá de demostrar el hecho de que Cristo y los apóstoles mantuvieron el sábado como día de descanso religioso, indican que no hubo otro día que haya sido honrado como día de adoración, sino el séptimo día.[15]

     Es incuestionable que la resurrección de Cristo, evento de importancia sin par para la fe cristiana, ocurrió un domingo (Mat. 28:1; Mar. 16:2, 9; Luc.24:1; Juan 20:1, 19). Pero ¿no justificaría esto la sustitución del sábado por el domingo como día de adoración? Alberto Timm destaca que hay una imposición retroactiva de la tradición posapostólica –que veremos a continuación– al texto bíblico, distorsionando así el significado natural de los pasajes en cuestión.[16] En realidad, ningún texto neotestamentario relaciona la resurrección de Cristo con un nuevo día de adoración.

Dies Domini y la Tradición

    Lejos de ser una prescripción del Nuevo Testamento, la observancia del domingo como día de culto encuentra su origen en la historia del cristianismo, cuyo desarrollo no es sencillo de detallar. Es importante subrayar, como presenta Samuelle Bacchiocchi, que el origen de la observancia dominical es resultado de una interacción entre factores del judaísmo, del paganismo y del cristianismo;[17] además de un largo proceso histórico.

    Inicialmente, como asegura Kenneth Strand, el domingo no era sustituto para el sábado, en la medida en que ambos fueron igualmente observados en el período del cristianismo primitivo.[18] Probablemente su origen como conmemoración cristiana esté vinculado con la Fiesta de las Primicias, que en el Nuevo Testamento está relacionada con la resurrección de Cristo. En este contexto, sería natural que los cristianos primitivos –en su mayoría, cristianos judíos– conmemoraran las primicias en honra de la resurrección. Esa festividad, sin embargo, ocurría anualmente; aunque posteriormente debió de haberse transformado en una celebración semanal.[19]

    De hecho, la sustitución efectiva del sábado por el domingo debe ser atribuida a la historia de la iglesia de Roma. Desde muy temprano en la historia, teólogos cristianos de Roma, junto con los de Alejandría, eran los que no solamente mantenían el domingo como día de celebraciones religiosas, sino también manifestaban actitudes negativas con relación al sábado, como lo demuestran Justino Mártir y Bernabé de Alejandría, por ejemplo.[20] Samuelle Bacchiocchi señala que, por estar conformada, en su mayoría, por cristianos convertidos del paganismo, la iglesia cristiana romana tomó medidas con la intención de acentuar sus diferencias en relación con los judíos, que vivían en constante tensión con el Imperio Romano.[21]

    Sin lugar a dudas, el contexto antijudío de este período fue uno de los factores más importantes para la sustitución del día cristiano de adoración.[22]

    Bacchiocchi aclara que la elección del domingo en sí se relaciona también con la difusión de los cultos al Sol, comúnmente conmemorados en el Imperio Romano durante el primer día de la semana. Los cristianos habrían asumido ese día no porque estuvieran deseosos de adorar al dios-sol, sino porque el día estaría relacionado con la nueva Creación y el simbolismo del Sol de justicia;[23] algo que todavía permanece presente en la propia encíclica.[24]

   Posteriormente, las leyes dominicales del Imperio y la íntima relación existente entre este y la iglesia, que se desarrolló desde Constantino hasta Justiniano, terminaron estableciendo la sustitución del sábado por el domingo alrededor del siglo octavo de nuestra era.[25]

Conclusión

    A pesar de que los argumentos utilizados por el papa Juan Pablo II estén bien elaborados, ninguno de los textos bíblicos utilizados en el desarrollo de su tesis afirma de manera objetiva que el sábado haya sido sustituido por el domingo como día de reposo. Sin embargo, a la luz de la propia perspectiva, este hecho no consiste en un problema teológico para el catolicismo. Se admite sin problemas que “los cristianos […] asumieron como festivo el primer día después del sábado, porque en él se dio la resurrección del Señor”.[26] Recordando el papel de la Tradición en la interpretación de la fe católica y de la doctrina de la sucesión apostólica, se asume que “era justo que los cristianos […] se sintieran autorizados a transponer el significado del sábado al día de la resurrección”.[27] En última instancia, se recurre a la Tradición y a la supuesta autoridad apostólica de la sede romana para justificar la transferencia del sábado al domingo.

    Esta realidad parece desviar la controversia del sábado contra el domingo hacia una discusión que va más allá de la Biblia, llegando a los puntos fundamentales de la teología cristiana: la noción de Revelación y la interpretación de las Sagradas Escrituras. Como alerta Bacchiocchi, “para aquellos cristianos que defienden sus creencias y prácticas exclusivamente por el principio reformador de Sola Scriptura, observar el domingo como el Día del Señor sobre la autoridad de la Tradición de la iglesia y no sobre la autoridad de las Sagradas Escrituras es un dilema paradójico”.[28]

    Actualmente, los recurrentes debates en los círculos cristianos sobre el tema, así como los movimientos de apoyo al descanso dominical alrededor del mundo,[29] aparentemente enraizados en el “argumento de la transferencia”, realzan la necesidad de la teología adventista de reafirmar su creencia en el sábado bíblico a la luz de su perspectiva profética (Apoc. 13).

Sobre el autor: Son alumnos de Teología de la UNASP, Engenheiro Coelho, San Pablo, República del Brasil.


Referencias

[1] Juan Pablo II, Dies Domini, Disponible en <https://goo.gl/2ZsED9 >.

[2] Dies Domini § 4.

[3] Dies Domini § 6.

[4] Alberto R. Timm, O Sábado na Bíblia: Porque Deus faz questão de um dia (Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileira, 2010), p. 97.

[5] Dies Domini § 3.

[6] Por ejemplo, en los § 19, 23, 46 y 47.

[7] A. Ribeiro, “A Revelação nos Concílios de Trento e Vaticano II”, en Teocomunicação, t. 36, No 151 (pp. 55-74), p. 64.

[8] Constitución dogmática Dei Verbum § 21. Disponible en <https://goo.gl/tzyKwD>.

[9] Dies Domini §3.

[10] Catecismo de la Iglesia Católica § 2.168 a 2.176. Disponible en <https://goo.gl/ dhMZPa>.

[11] Dies Domini § 59.

[12] Dies Domini § 18.

[13] Ibíd.

[14] Kenneth Strand, “Como o domingo tornou-se o popular dia de culto – parte 1”, en Parousia, N°1, t. 3 (pp. 67-72) (jul-dic 2004), p. 70.

[15] ______________, “El sábado”, en Raoul Dederen (ed.), Tratado de teología adventista del séptimo día (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2009), p. 572.

[16] Timm, O sábado na Bíblia, p. 77.

[17] Samuelle Bacchiocchi, From Sabbath to Sunday: A historical investigation of the rise of Sunday observance in early Christianity (Roma: The Pontifical Gregorian University Press, 1977), p. 308.

[18] Strand, “Como o domingo tornou-se o popular dia de culto – parte 1”, p. 67.

[19] Ibíd., pp. 64, 65.

[20] Ibíd., pp. 64

[21] Bacchiocchi, From Sabbath to Sunday, p. 307.

[22] Strand, “Como o domingo tornou-se o popular dia de culto – parte 2”, p. 65.

[23] Bacchiocchi, From Sabbath to Sunday, pp. 307-309.

[24] Dies Domini 27, 64.

[25] Strand, “Como o domingo tornou-se o popular dia de culto – parte 2”, pp. 68-70.

[26] Ibíd.

[27] Dies Domini § 63.

[28] Bacchiocchi, From Sabbath to Sunday, p. 311.

[29] Ver, por ejemplo, <https://goo.gl/q1rNpA>.