La confiabilidad de la hermenéutica de los autores del Nuevo Testamento

El Nuevo Testamento es frecuentemente utilizado para distorsionar textos del Antiguo Testamento.[1] Uno de los casos más conocidos es la citación de una frase de Oseas 11:1 en Mateo 2:15: “Así se cumplió lo que el Señor había dicho por medio del profeta: ‘De Egipto llamé a mi Hijo’ ”. El problema es que, aparentemente, Oseas estaba hablando meramente del Éxodo histórico, y no de un futuro evento mesiánico. ¿Habrá modificado Mateo el sentido de este texto?

 El asunto es importante, pues la hermenéutica adventista procede “explícita o implícitamente de la misma Escritura”, deduciendo normas y siguiendo ejemplos bíblicos de interpretación de las Sagradas Escrituras.[2] Si la Biblia guía la hermenéutica adventista proveyendo principios interpretativos y ejemplos ilustrativos, debemos extraer lecciones del ejemplo de Mateo.

El texto en Oseas

 Comencemos examinando el contexto inmediato[3] de Oseas 11:1: la referencia al Éxodo, la posterior infidelidad de Israel (11:2-7) y su restauración escatológica (11:10, 11). Los últimos versículos del capítulo 11 contraponen la obediencia final de Israel a su desobediencia inicial. Egipto aparece en el comienzo y en el final, haciendo evidente un contraste entre el Éxodo inicial y la restauración final, que muchos intérpretes llaman “el nuevo Éxodo”.[4]

 El contexto más amplio del libro de Oseas revela que, para que Israel regresara a Dios nuevamente, tendría que ocurrir un nuevo Éxodo.[5] En ese caso, el Éxodo, por lo tanto, es un evento tipológico, en lugar de un mero acontecimiento histórico.[6] De esa manera, la expectativa de un nuevo Éxodo se acompaña de la figura de un líder-rey mesiánico. El profeta hace referencias separadas a un futuro retorno de Israel a Egipto (8:13; 9:3, 6; 11:5 [NVI]) y a un nuevo Éxodo escatológico, con una figura real al frente (“David, su rey; […] en los últimos días”; 3:5).

 Profundizando la comprensión acerca del texto, muchos estudiosos identifican alusiones a Números 23 y 24 en Oseas 11:1.[7] Oseas y Números presentan la imagen del león conectada a la salida de Egipto (11:10, 11; Núm. 23:22, 24; 24:8, 9) y aplicada tanto al libertador (Ose. 11:10; Núm. 24:7-9 [ACF]) como a los liberados: Dios, el futuro Rey,[8] y el pueblo de Israel se comparan con el león. Al aplicar el mismo lenguaje al Mesías y a Israel, la Biblia indica que hay una identificación entre ambos.

 Por su parte, la imagen del león de Números 24 es una alusión a la profecía mesiánica de Génesis 49:9 (“Judá, mi hijo, es un león joven […] Se agazapa como un león y se tiende; como una leona, ¿quién se atreverá a despertarlo?”),[9] y es probable que Números 24:7 al 9 esté describiendo al futuro rey que saldrá de Egipto, el mismo rey escatológico de Números 24:17 al 19. Eso significa que Oseas tenía en mente Números 23:22 y 24 y 24:7 al 9, que, por su parte, aluden al Mesías prometido en Génesis 49:9. De esta manera, fue con ese bagaje hermenéutico que escribió “de Egipto llamé a mi hijo”.

El Mesías e Israel

 El nuevo Éxodo se aplica a Israel y al Mesías, al colectivo y a un individuo. Un rey de Israel salió de Egipto en Números 24 (que parece aludirse en Oseas 11:10 y 11), y la misma imagen del león describe al pueblo (Núm. 23:24) y al rey (Núm. 24:9). En Oseas 3:5, ambos –Israel y el Mesías rey– aparecen en el nuevo Éxodo escatológico, cuando los israelitas “buscarán a Jehová su Dios […] y temerán a Jehová y a su bondad en el fin de los días” y de su rey. La misma imagen de “temor” de Oseas 3:5 se usa para describir el retorno de Israel en 11:10 y 11, en que ellos también “vendrán temblando desde el occidente” y “acudirán velozmente de Egipto”.

 Un intercambio entre Israel y el Mesías también es evidente en la profecía de Balaam (Núm. 23-24), en que el Éxodo histórico se vincula con el Éxodo del Mesías, en un sutil juego de palabras: “Dios los ha sacado de Egipto [plural, refiriéndose a Israel] (Núm. 23:22). En Números 24:8, Balaam repitió la misma frase, aplicándola al futuro rey, solamente cambiando el plural[10] en singular: “Dios lo [singular] sacó de Egipto” (Núm. 24:8).

 Ese Éxodo mesiánico ocurre en los “últimos días” tanto en Números como en Oseas (Núm. 24:14, 17; Ose. 3:5). De esa manera, Números describe un rey individual de forma intercambiable con el propio Israel; lo que explica la razón por la que Mateo aplicó el lenguaje nacional corporativo de Oseas 11:1 a un rey individual: Jesús.

 De hecho, la identificación del Mesías con Israel es un patrón que se encuentra en el Antiguo Testamento. En Isaías 42 y del 49 al 57, se llama a Israel y al Mesías “siervos de Dios”, siendo el Mesías un siervo fiel (Isa. 42:1- 7) e Israel el siervo ciego, sordo y mudo (Isa. 42:19), que falla en su misión (Isa. 42:18-22). El Mesías es el siervo que hará todo lo que Israel no consiguió hacer (Isa. 49:1-7), y finalmente restaurará a Israel (Isa. 49:5, 6). De esta manera, hay en el Antiguo Testamento la expectativa de un nuevo hijo, un nuevo siervo, un nuevo Israel, que tendría éxito donde el antiguo Israel había fracasado. Mateo no inventó ninguna nueva teología en este aspecto.

El texto en Mateo

 Es un hecho reconocido que los escritores del Nuevo Testamento frecuentemente citan un pasaje del Antiguo Testamento como un indicador para que el lector considere el contexto más amplio de aquel pasaje citado.[11] En otras palabras, muchos textos del Nuevo Testamento traen citas que resumen los argumentos del contexto mayor.[12] Es como si al citar aquel único pasaje, el escritor apenas comenzara a tirar del hilo del ovillo, trayendo a la mente de los lectores todo el contexto que lo acompañaba. Mateo citó “de Egipto llamé a mi hijo” tirando del hilo, y esperaba que un lector judío conociera su contexto más amplio.[13]

 Consciente de la identificación de Israel con la persona del Mesías en el Antiguo Testamento, Mateo adoptó el mismo abordaje corporativo de Oseas, asumiendo que hay un nuevo Éxodo en que el Mesías representa corporativamente a Israel.[14]

 De esa manera, el evangelista presentó una correspondencia entre la historia de Jesús y la historia de Israel,[15] presentando a Cristo como el nuevo Israel y como el nuevo Moisés, que lideraba un nuevo Éxodo.[16] El propio Moisés había predicho la venida de un profeta que sería semejante a él (Deut. 18:15-18). En el monte de la transfiguración, conversó con Jesús (el nuevo Moisés) sobre el inminente sacrificio de Cristo. Curiosamente, Lucas 9:31 emplea exactamente el mismo término griego éxodos para designar la “partida” de Jesús.[17]

 Como fue con Israel, Cristo salió de Egipto después de un decreto de muerte (Mat. 2:15), pasó por las aguas del bautismo como antitipo del cruce del mar Rojo (Mat. 3; el cruce del mar se denomina “bautismo” en 1 Cor. 10:1, 2) y fue al desierto (Mat. 4:1). Sin embargo, Jesús venció donde Israel fracasó.[18]

 Esa correspondencia entre Israel y el Mesías figura en toda la Biblia, y Cristo es la cúspide de la trayectoria de Israel.[19] Israel y Cristo son llamados “hijo de Dios” en las Sagradas Escrituras.[20] Usando una expresión más específica, Oseas describe a Israel como “hijos del Dios vivo” (Ose. 1:10), el mismo título aplicado a Jesús. “Tú eres el Cristo, el hijo del Dios vivo” (Mat. 16:16).[21]

 Si consideramos que al Mesías se lo llama “Israel” (Isa. 49:3), esa designación queda aún más clara y hace evidente que, al identificar al Mesías con Israel, Mateo estaba simplemente siguiendo un sendero abierto en el Antiguo Testamento.

Conclusión

 A la luz de todo esto, podemos afirmar que Mateo no le dio ningún significado extraño al texto de Oseas, sino que expuso su significado mayor, respetando su contexto original más amplio. Como hay tipología en Oseas, Mateo aplicó principios tipológicos a Oseas 11:1. Hay continuidad y homogeneidad entre ambos autores.

 Hay teólogos que interpretan Mateo 2:15 como tipología,[22] abordaje “tipológico-profético”, [23] “correspondencia analógica”[24] o incluso sensus plenior.[25] Sea cual fuere el nombre del abordaje usado, nuestra hermenéutica debe reflejar coherentemente nuestra visión de las Sagradas Escrituras, como Palabra de Dios.

 A pesar de que los autores inspirados no siempre comprendieron plenamente lo que escribieron (1 Ped. 1:11, 12),[26] Elena de White alertó en contra de los falsos maestros que “enseñan que las Escrituras tienen un sentido místico, secreto y espiritual no manifiesto en el lenguaje empleado en ellas”.[27]

 Si tenemos la misma visión de las Sagradas Escrituras que los escritores de la Biblia tuvieron, también debemos tener los mismos parámetros hermenéuticos. Si nuestros métodos de interpretación deben ser deducidos de la propia Biblia, si creemos que las Sagradas Escrituras son su propio intérprete, debemos tener la hermenéutica de los autores inspirados en la más alta consideración, en vez de rebajarlos a practicantes “inspirados” del “método texto-prueba”.

 La interpretación propuesta en este artículo no pretende agotar la cuestión. Puede escribirse mucho más sobre el asunto y cada paso puede ser discutido. Sin embargo, creo que es suficiente lo que presentamos para demostrar que los autores del Nuevo Testamento practican una hermenéutica refinada, y que tenemos mucho trabajo exegético para realizar; lo que demanda más que una lectura apresurada y superficial de las Sagradas Escrituras.

 Según Elena de White: “Deberíamos ejercitar todas las facultades de la mente en el estudio de las Escrituras y hacer que el entendimiento comprenda, hasta donde es posible a los mortales”.[28]

Sobre el autor: pastor en el Instituto Adventista Paranaense, República del Brasil.


Referencias

[1] E. Earl Ellis, “How the New Testament uses the Old”, en New Testament Interpretation (Grand Rapids: Eerdmans, 1977), p. 209.

[2] Richard Davidson, “Interpretación bíblica”, en Tratado de teología adventista del séptimo día (Buenos Aires: ACES, 2009), p. 79.

[3] El documento “Métodos de estudio de la Biblia”, votado por la Iglesia Adventista del Séptimo Día en 1986, establece que el intérprete de las Sagradas Escrituras debe estudiar “el contexto del pasaje que está en consideración relacionándolo con las sentencias y párrafos inmediatamente precedents y los que siguen”, y “relacionar las ideas de los pasajes con la línea de pensamiento del libro bíblico en su totalidad”.

[4] Richard Davidson, “New Testament use of the Old Testament”, Journal of the Adventist Theological Society, 5/1 (1994), pp. 14-39.

[5] Oseas hizo diversas referencias al Éxodo histórico (2:14, 15; 12:9, 13; 13:4, 5), a un futuro retorno de Israel a Egipto (8:13; 9:3, 6; 11:5 [NVI]) y a un nuevo Éxodo escatológico con una figura real al frente (“David, su rey […] en los últimos días”; 3:5).

[6] Yair Hoffman, “A north Israelite typological myth and a Judean historical tradition: The Exodus in Hosea and Amos”, Vetus Testamentum, vol. 39, n°2 (1989), pp. 170-173.

[7] La 28ª edición del texto griego de Nestle-Aland cita Oseas 11:1 y Números 23:22 y 24:8 como alusiones en Mateo 2:15. Y muchos investigadores identifican alusiones a Números en Oseas 11. Ver Duane Garrett, Hosea (Nashville: Broadman and Holman, 1997), p. 229.

[8] El texto hebreo de Números 24:7 al 9 trae una referencia en el singular al rey, como traen la version King James, por ejemplo, y no una referencia plural al pueblo, como en la RVR 60.

[9] Ver Elena de White, El Deseado de todas las gentes (Buenos Aires: ACES, 2008), pp. 42, 175.

[10] Lo que se menciona sobre el pasado de Israel en Números 23 se repite en Números 24 como obra de un futuro rey. Desdichadamente, esa estructura paralela se pierde en algunas de las traducciones al castellano, que colocan las formas singulares en el capítulo 24 como plurales.

[11] C. H. Dodd, According to the Scriptures (Londres: Collins, 1952), pp. 74-133. Para una discusión y

bibliografía apoyando la conclusión de Dodd, ver G. K. Beale, Manual do Uso do Antigo Testamento no Novo Testamento: Exegese e interpretação (San Paulo: Vida Nova, 2013), pp. 25-28 (especialmente26, nota 11, p. 133).

[12] Darrell Bock, “Use of the Old Testament in the New”, en Foundations for Biblical Interpretation (Nashville: Broadman & Holman, 1994), p. 101.

[13] W. F. Albright y C. S. Mann, “Matthew”, The Anchor Bible (Garden City: Double day, 1971), p. lxii.

[14] No podemos afirmar que el “hijo” de Oseas 11 sea un término mesiánico, pero Oseas 11:1 forma parte de una matriz mesiánica y, en esa matriz, la historia de Israel aguarda la persona que la resume y recapitula. En ese sentido, Oseas 11:1 espera tipológicamente al Mesías. Ver D. A. Carson, “Matthew”, en Expositor’s Bible Commentary (Grand Rapids: Zondervan, 1984), t. 8, p. 92.

[15] M. Eugene Boring, The New Interpreter’s Bible (Nashville: Abingdon Press, 1995), t. 8, p. 175.

[16] W. D. Davies, The Sermon on the Mount (Cambridge: University Press, 1966), p. 16.

[17] Otra expectativa del nuevo Éxodo sería el “nuevo Maná”, que Jesús cumplió al declararse el “pan del cielo” (Juan 6:31-35, 48-58).

[18] Israel fue desobediente (Ose. 11:2-5), Cristo no (Mat. 4:1-11); Israel se rebeló después del bautismo del mar Rojo (Éxo. 15:22-26), mientras que Cristo fue elogiado por el Padre después del bautismo (Mat. 3:17); Israel quebró la Ley después de recibirla (Éxo. 32), pero Cristo dijo: “No vine para abrogar [la Ley], vine para cumplir” (Mat. 5:17); Israel cayó en la idolatría (Ose. 11:1-5), pero Cristo defendió la adoración exclusivamente a Dios (Mat. 4:1).

[19] N. T. Wright, “Christian origin’s and the question of God”, en Engaging the Doctrine of God: Contemporary Protestant Perspectives (Grand Rapids: Baker Academic, 2008), pp. 21-36.

[20] (Éxo. 4:22, 23; Mat. 2:15; 3:17; 4:3, 6; 8:29; 11:27; 14:33; 16:16; 17:5; 26:63; 27:40, 43, 54).

[21] Hay estudiosos que afirman que Mateo 16:16 es una alusión a Oseas 1:10, y no una coincidencia. Ver, por ejemplo, Mark J. Goodwin, “Hosea and ‘the Son of the Living God’ in Matthew 16:16b”, Catholic Biblical Quarterly, v. 67, n°2 (2005), pp. 265-283.

[22] G. K. Bealey D. A. Carson, Comentário do Uso do Antigo Testamento no Novo Testamento (San Pablo: Vida Nova, 2014), p. 9.

[23] Bock, “Use of the Old Testament in the New”, pp. 111, 112.

[24] Andy Woods, “The use of Hosea 11:1 in Matthew 2:15”, <https://goo.gl/K76SVY>.

[25] Walter Dunnett, The Interpretation of Holy Scripture (Nueva York: Thomas Nelson, 1984), pp. 61, 62.

[26] Elena de White, El conflicto de los siglos (Buenos Aires: ACES, 2015), p. 392.

[27] Ibíd., pp. 656, 657.

[28] Ibíd., p. 657.