Principios bíblicos para involucrar a los miembros en la misión de la iglesia

Llevar a las personas a la acción en la iglesia de Dios siempre fue un gran desafío. Generalmente, cada congregación está compuesta por tres grupos distintos. El primer grupo, compuesto por miembros que se implican por completo en la misión, sin importar el tiempo y el lugar, pues siguen el imperativo de la Gran Comisión, reflejada en Mateo 28:19 y 20. El segundo grupo está formado por aquellos que no siempre están dispuestos a acompañar las iniciativas de la iglesia, aunque participen, muchas veces, a regañadientes. Finalmente, están quienes se conforman con la tibieza espiritual y adoptan una postura de consumidores, tan solo en busca de buenos sermones y programas especiales.

La iglesia de Cristo está viviendo los últimos días de la historia del mundo. Sobre cada miembro reposa la responsabilidad de desempeñar su papel en la obra de Dios. En este escenario, se destaca el papel del pastor que moviliza sus iglesias para el cumplimiento de la misión.

La Biblia está repleta de ejemplos de líderes muy exitosos en este aspecto. Ciertamente, Nehemías fue uno de los movilizadores más destacados de la historia sagrada. Al comprometerse en la obra de reconstrucción de los muros de Jerusalén, tuvo en consideración cinco principios básicos, que pueden ser seguidos por todos aquellos que desean contribuir para que el Reino de Dios se expanda en la Tierra.

Espiritualidad

Cuando Nehemías supo de la situación en la que se encontraba su pueblo, quedó profundamente abatido, lo cual lo llevó a llorar, orar y ayunar con mucha intensidad (Neh. 1:3-11). Durante cuatro meses buscó incesantemente al Señor y se consagró a la tarea que Dios estaba despertando en su corazón. Aquí tenemos un detalle importante: cuando el Señor nos llama para una misión, es preciso consagrarnos y esperar el momento adecuado para actuar. Elena de White recuerda que “ninguno que se acerque al Señor con sinceridad de corazón quedará decepcionado”.[1] Por eso, en el momento apropiado, Nehemías fue a hablar con Artajerjes acerca del asunto.

En primer lugar, por lo tanto, el líder movilizador es aquel que prioriza la comunión con Dios por sobre cualquier otra cosa. Tiberius Rata hizo un comentario muy pertinente sobre esta característica: Él declaró: “Nehemías combinó su llanto con la oración porque un líder piadoso es un hombre de oración. El libro de Nehemías registra apenas doce de sus oraciones, pero sentimos que su vida estuvo inmersa en la oración. Muchos líderes actuales confían en abordajes humanistas y orientados a los negocios, en lugar de acudir al gran poder de la oración”.[2]

Planificación

Poco después de escuchar el informe de Hanani acerca de la condición de las puertas, de los muros y de cada parte de la ciudad de Jerusalén que necesitaría ser restaurada, Nehemías comenzó a trazar los planes para ejecutar la tarea.

Aquí podemos observar la existencia de dos tipos de planificación. Primero, de un modo más general, Nehemías consideró los recursos que necesitaría para realizar la obra. Después, con la lista de necesidades ya confeccionada, presentó sus pedidos al rey (Neh. 2:6-8). Habiendo obtenido lo que necesitaba, Nehemías fue a Jerusalén. Al llegar, comenzó a elaborar un plan más específico de trabajo. Durante tres días, él y algunos amigos salieron a recorrer la ciudad y verificar la situación en la que se encontraba, a fin de establecer la estrategia que utilizarían para realizar la obra de la reconstrucción.

Cuando planificamos algo en favor de la misión de la iglesia, debemos considerar, en primer lugar, el elemento de la fe. Con fe, la planificación se hace realidad incluso antes de ocurrir.[3] Una buena planificación requiere tiempo, imaginación y objetivo. La gran tentación del líder es pensar que el tiempo utilizado en la elaboración de un proyecto es un desperdicio. El líder que no sabe a dónde quiere llegar llega adonde no debería estar.

Algunos pasos son necesarios para la elaboración de una buena planificación: (1) realizar un estudio preliminar; (2) hacer preguntas estratégicas a las personas que estarán involucradas en el proyecto; (3) descubrir las necesidades locales; (4) fraccionar el proyecto en etapas; (5) definir quiénes serán los líderes; (6) calcular los recursos necesarios para la realización de cada etapa; (7) confirmar la recepción de estos recursos; y (8) establecer una fecha para el inicio del proyecto.

Con la planificación definida, debe seguirse un cronograma, que generalmente incluye: (1) capacitación del equipo; (2) capacitación del grupo de acción; (3) división de las tareas; (4) inicio de las actividades; (5) evaluación de las actividades; (6) reestructuración del grupo de acción; (7) conclusión del proyecto.

Motivación

Hay personas que tienen motivación propia, por naturaleza; otras necesitan incentivos para entrar en acción. Nehemías inflamaba el corazón de los judíos con su espiritualidad, preparación y motivación. Elena de White afirma que “la santa energía y elevada esperanza de Nehemías se comunicaron al pueblo. Contagiados por ese espíritu, se elevaron por un tiempo al nivel moral de su líder. Cada cual, en su propia esfera, era una especie de Nehemías; y cada uno fortalecía y apoyaba a su hermano en la obra”.[4]

La experiencia de Nehemías demuestra que para motivar es necesario tener buena comunicación. Esta no consiste solamente en hablar bien y utilizar las palabras correctas. Las personas perciben el espíritu de quien habla más que sus palabras. Además, la comunicación eficaz presupone un alto nivel en las relaciones entre las partes comunicantes. Para que esto ocurra, presta atención a estos consejos:

  • Ponte en el lugar de las personas. Intenta conocer el porqué de cada situación.
  • Valora a las personas. Presta atención a sus palabras y sus acciones, haz elogios sinceros y reconoce sus cualidades.
  • Demuestra interés. Ayuda a las personas en sus dificultades, llámalas por el nombre y hazlas únicas entre la multitud.
  • Desarrolla la cooperación. Esta solo puede ser alcanzada cuando consideras importantes las ideas y los sentimientos de las otras personas.

Si tuviera que resumir este punto en una frase, esta sería: “Sé claro en tu comunicación y fortalece tus relaciones interpersonales”.

Estructuración

Después de motivar a las personas, el líder debe estructurar al grupo de acción. La estructura es el apoyo que proporciona sustento al proyecto. El movilizador debe proveer las herramientas necesarias a sus liderados. Debe presentar de forma comprensible cada componente necesario para la realización de la tarea.

En la reconstrucción de los muros de Jerusalén, Nehemías dividió al pueblo en grupos de personas que estaban familiarizadas entre sí, es decir, por habitantes de la misma región y por actividad (sacerdotes, levitas, constructores y comerciantes).[5] El trabajo estuvo tan bien planificado y estructurado que su conclusión llegó en tiempo récord (Neh. 6:15). Cada persona sabía dónde debía estar. Sabía también cuál era su responsabilidad y lo que se esperaba de ella. Podemos ver aquí un ejemplo de un modelo de comunicación y delegación de actividades.

Durante casi dos meses las personas se olvidaron de sus actividades cotidianas. Todos, ahora, tenían una misión en común: reconstruir los muros de la ciudad. Estratégicamente, Nehemías ubicó algunas familias de modo que pudiesen trabajar cerca de sus residencias. Esto facilitó el trabajo y trajo más motivación.[6] En todo el trabajo, hubo coordinación de esfuerzos.[7]

Supervisión

La supervisión es indispensable en cualquier actividad. Sin evaluar el trabajo que se está realizando se hace difícil saber en qué etapa está y cuál es el próximo paso por seguir. Por medio de la supervisión se descubren los errores y los aciertos para el avance del emprendimiento.

Elena de White dijo que “con una vigilancia incansable, [Nehemías] supervisaba constantemente el trabajo, dirigiendo a los obreros, observando cada obstáculo y atendiendo todas las emergencias. Su influencia se sentía constantemente en toda la extensión de esos cinco kilómetros de muro. Con palabras oportunas, animaba a los temerosos, aprobaba a los diligentes o despertaba a los rezagados. Y nuevamente vigilaba con ojos de águila los movimientos de sus enemigos, que a veces se reunían a cierta distancia y entablaban conversaciones animadas, como si conspiraran, y luego, acercándose a los trabajadores, intentaban desviar su atención y obstaculizar el trabajo”.[8]

Al acompañar el desarrollo de un proyecto, no entres en escena con tono desafiante. Elogia lo que ya fue hecho. Procura unir fuerzas. No prestes atención a aquellos que siempre intentan obstaculizar la obra. ¡Tu tiempo es precioso!

Conclusión

Comenzar un trabajo es importante, pero concluir la tarea es esencial. Algunos intentarán intimidar al líder, distraerlo de alguna forma. Nehemías tuvo opositores desde el inicio del emprendimiento. A medida que el tiempo pasaba se intensificaba la presión sobre él y sus colaboradores. Felizmente, él no permitió que esta circunstancia los alcanzara (Neh. 6:1-3). Entonces, después de 52 días, su misión fue concluida. Los muros de Jerusalén estaban reconstruidos para la gloria del Señor y la felicidad de sus habitantes.

Nehemías hizo de Dios su defensa segura, al depositar en él su confianza. En sus innumerables actividades, no se olvidó de la Fuente de su fuerza. Su corazón estaba constantemente entregado a Dios, el gran Supervisor de todo.[9] En toda su obra, Nehemías deseó solamente exaltar al Señor. Ese también debe ser nuestro objetivo al liderar al pueblo de Dios.

Sobre el autor: pastor en Juazeiro, Bahía, Brasil


Referencias

[1] Elena de White, Lições da Vida de Neemias (Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileira, 2010), p. 12.

[2] Tiberius Rata, Ezra-Nehemiah: A Mentor Commentary (Ross-shire, Escócia: Mentor, 2010), p. 132.

[3] Josué Campanhã, Planejamento Estratégico: Como assegurar qualidade no crescimento de uma igreja (São Paulo: Vida, 2013), p. 25.

[4] White, Lições da Vida de Neemias, p. 23.

[5] Philippe Abadie, O Livro de Esdras e de Neemias (São Paulo: Paulus, 1998), p. 66.

[6] Derek Kidner, Esdras e Neemias: Introdução e comentário (São Paulo: Vida Nova, 2006), p. 93.

[7] Pat y David Alexander (org.), Manual Bíblico SBB (Barueri, SP: Sociedade Bíblica do Brasil, 2010), p. 335.

[8] White, Lições da Vida de Neemias, p. 26.

[9] _____, Profetas y reyes (Florida, Bs. As.: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2008), p. 473.