Cómo llegar bien a la jubilación.

Ciertamente, como yo, muchos compañeros de viaje pensaron que este día nunca llegaría. Después de todo, Cristo dijo que volvería pronto a buscar a los suyos (Apoc. 22:12). Sin embargo, Dios vive en la esfera de la eternidad y nosotros estamos limitados a la finitud.

Cuando llega el día de la esperada jubilación, hay sentimientos encontrados que se confunden por dentro. Al principio, una alegría inmensa por, finalmente, terminar oficialmente la carrera ministerial que abrazamos y el compromiso que asumimos. Pero, a continuación, viene la tristeza al pensar que nada volverá a ser como antes. Ya no tendremos la convivencia regular con amigos, compañeros de trabajo y actividades dignificantes que, durante décadas, garantizaron el sustento y ocuparon la mayor parte de nuestra existencia. En este momento, la película muestra toda una vida de dedicación, renuncias, buenos momentos… y otros malos. La tendencia es hablar de las cosas buenas y suavizar las traumáticas. Sin embargo, todas fueron situaciones en las que hicimos nuestro mejor esfuerzo para alcanzar la excelencia a favor de la obra de Dios.

Nueva etapa

La jubilación es un período para estar más presentes en la familia, para fortalecer los lazos de amistad que el tiempo, siempre escaso, hizo inviable y para tener la oportunidad de vivir de forma desacelerada. El ministro que llega a su jubilación solo se desvincula de un contrato profesional. Ningún pastor se jubila de los lazos fraternales, y mucho menos de la vocación que abrazó, la cual no debe abandonar nunca su corazón, hasta que regrese el Salvador.

¡Nunca imaginé que este momento llegaría tan rápido! Aunque han pasado 38 años, parece que fue ayer cuando me dieron la bienvenida para comenzar el ministerio. Definitivamente, muchas personas marcaron mi historia; la mayoría, afortunadamente, de una forma muy positiva, que seguro llevaré a lo largo de mi vida. La despedida no debe ser un adiós, sino solo la perspectiva de una etapa más de la vida.

Preparación

Hay muchos libros, artículos y publicaciones sobre cómo prepararse para la jubilación, pero me gustaría destacar seis áreas que considero más importantes.

Salud. Los sentimientos de frustración y fracaso a menudo invaden el corazón del ministro. Con el paso de los años, esto puede provocar graves problemas físicos y emocionales. Una versión de la canción de Charles Chaplin, cineasta inglés, que aparece en su película Candilejas, dice: “¿Para qué llorar por lo que ha pasado / Lamentar perdidas ilusiones / Si el ideal que tanto nos abrigó / Renacerá en otros corazones?” Para mantenerse saludable, es necesario borrar las angustias y los contratiempos que, en ocasiones, pudieron haber causado angustias y dolores a nuestro corazón. Los lamentos y los remordimientos son como la silla mecedora: absorben una gran cantidad de energía, solo para movernos hacia adelante y hacia atrás, pero no nos lleva a ninguna parte, ¡porque no sale de su lugar!

Por eso, trata de alimentarte bien. Mantente físicamente en forma. Realiza periódicamente tus exámenes médicos, especialmente los preventivos. Es muy triste oír de colegas que llegan al final del trayecto ministerial agotados, enfermos, quebrados por no haber prestado atención a su salud. ¡Cuídate!

Familia. Una investigación publicada en la Revista Brasileira de Desenvolvimento Humano encontró que “el jubilado, con su experiencia, sabiduría y su mayor riqueza, que es el tiempo libre, puede colaborar en la integración de sus familiares. […] El hogar del jubilado y su familia puede convertirse en un lugar de ánimo, cuya misión principal es la alegría de vivir juntos, asegurando un estilo de vida con dignidad, valorando e identificando en las redes de las relaciones de la familia la principal razón del éxito de la jubilación que dicen experimentar”.[1]

Suelo decir que no hay mayor placer y riqueza que tener a la familia reunida en la mesa, charlando y participando, aunque sea una simple comida. La jubilación proporciona ese privilegio.

La investigación también revela que la jubilación permite “orientar a los hijos en la edad adulta, enseñar y jugar con los nietos […]. La fase de familia extendida se centra en la relación entre la pareja. Las situaciones de ocio elegidas […], las conversaciones, los paseos. El círculo familiar del jubilado representa un lugar privilegiado, donde los familiares se reúnen para una convivencia festiva. Esto incluye a las nuevas amistades que frecuentan la casa, como familiares de hijos, de los yernos y las nueras. Es un momento en el que padres e hijos, ambos adultos, pueden compartir como iguales y esto puede configurar una gran e intensa transformación”.[2]

Estabilidad financiera. Desde muy temprano aprendí a realizar esta tarea para el hogar. El pastor que no hizo provisión para su jubilación después pasará malos momentos.

Durante mi ministerio tuve la oportunidad de compartir con mis colegas más jóvenes el camino para alcanzar la estabilidad financiera. Por ejemplo, entre los diez y los veinte años de ministerio, esfuérzate por adquirir un terreno. Es más accesible que financiar una propiedad. Además, en el ejercicio del pastorado, seguramente te mudarás de un lugar a otro varias veces. Un terreno, en cualquier lugar, será más fácil de vender o negociar. Si tienes las condiciones, compra otros, especialmente cuando haya oportunidades para nuevos lanzamientos. Entre los 25 y 30 años de ministerio, es hora de pensar en un inmueble. Con la venta de los terrenos, podrás comprar una propiedad construida o construirla. Al alquilarla o al residir en ella, contarás con una entrada extra, lo que será excelente para cubrir los gastos mensuales.

Por supuesto, existen otros tipos de inversiones, como acciones e inversiones financieras. Sin embargo, hay un viejo refrán que dice: “Quien compra tierra, no erra”. Elena de White era muy económica, y aunque vivía con extremas limitaciones financieras, siempre se preocupó por tener su propia casa. En los últimos años de su vida, tuvo el privilegio de disfrutar de una casa propia. En sus libros encontramos muchos consejos al respecto. Sin embargo, tres de ellos siempre me han acompañado: (1) “Son muchísimos los que no se han educado de modo que puedan mantener sus gastos dentro de los límites de sus entradas. […] se abruman de deudas, por lo que se desaniman y descorazonan”;[3] (2) “Constituye una trampa el retirar dinero antes de haberlo ganado, y gastarlo”;[4] (3) “Niéguese mil cosas antes que endeudarse. […] Evítelo como evitaría la viruela”.[5]

Relaciones. “Ningún ser humano es una isla, aislada en sí misma”, enseñó el poeta y religioso inglés John Donne, “todos son parte del continente, parte de un todo”. La mayor parte del tiempo dependemos de las personas; ya sea para discutir planes, buscar orientación o pedir ayuda. Y esto se vuelve más necesario durante la jubilación.

Tener a alguien en la mesa, aunque solo sea para contar anécdotas y recordar historias de combate, siempre es muy bueno. Los avances tecnológicos y las redes sociales también hacen posible interactuar y comunicarse con más frecuencia con amigos y familiares lejanos. Pero recuerda que nada reemplaza la sociabilidad cara a cara; de lo contrario, viviremos la ilusión de estar juntos, pero solitariamente conectados.

Durante el ministerio convivimos con muchos colegas. Sin embargo, en la jubilación nos relacionaremos más con aquellos que se han convertido en nuestros amigos. No dejes que estos lazos de amistad mueran. Cultívalos, fortalécelos, y dedícate a ellos.

Misión. En el ministerio no existen los profesionales del púlpito, la docencia, la salud ni las publicaciones. Quien se involucra para sacar provecho tal vez sea un emprendedor que está en el lugar equivocado. Es necesario vivir para la misión de la iglesia. Esta pasión debe continuar incluso después de la jubilación.

Elena de White tuvo una vida activa hasta los 87 años. A los 64 años, cuando la mayoría de la gente se acerca a la jubilación, ella servía en Australia como consejera y misionera, junto con otros intrépidos pioneros de la iglesia, para ayudar a sentar las bases de la obra del Señor en ese continente. Al mismo tiempo, de su hábil pluma emanó un flujo constante de artículos inspiradores, cartas y consejos que llegaron a editores, líderes y miembros de la iglesia, no solo en Australia, sino también en Europa y Estados Unidos.

Proyectos. El ministro que se jubila debe continuar con proyectos de vida. Como dijo alguien: “El jubilado es como la bicicleta: si se detiene, se cae”. Estar jubilado no debe impedirnos mantener una vida activa de sueños y logros. Tendrás tiempo para desarrollar actividades para las que no habías tenido tiempo hasta entonces. Algunos, sin embargo, encaran este período con gran aprensión, ya sea por temor a que se reduzcan sus ingresos o por la falta de perspectiva sobre qué hacer con su tiempo libre.

Denise Mazzaferro, Magíster en Gerontología y socia gerente de Angatu IDH, afirma que “en la práctica, para formular un proyecto de vida, el primer paso es entender que con la jubilación comenzará un nuevo ciclo. Tener un proyecto de vida está ligado a tener un propósito. Si tiene sentido para ti ser abuelo o emprendedor, ejercer ese rol te dará la sensación de pertenencia. Esa es una fuente de placer y bienestar”.[6]

Actualmente, una persona de setenta años puede tener otros veinte años más por vivir, y necesita tener un proyecto para que ese tiempo tenga sentido. Los planes que emprendamos serán los encargados de generar o no satisfacción en los próximos años. “Difícilmente una sola actividad o curso será suficiente para generar satisfacción durante tanto tiempo. […] nunca dejes de soñar y planificar. Esta es la única forma de sentirte feliz y tener una vida que responda a tus deseos”, agrega Denise.[7]

Sentimiento de realización

No olvides agradecer a Dios por todas las experiencias vividas en el ministerio. Debes saber que todo sucedió de acuerdo con su voluntad, y que él atendió a todas tus necesidades, porque nadie mejor que él para saber lo que necesitamos. Tampoco podemos olvidarnos de quienes nos consideraron como mejores de lo que somos. Por su capacidad para percibirnos lentamente, ya que la tendencia de la mayoría es analizarnos más rápido.

Este es un momento único en el que surgen emociones y diferentes sentimientos de alegría y satisfacción por el deber cumplido y la llegada del merecido descanso. Pero echamos de menos los lazos emocionales construidos y las amistades indelebles que el tiempo no deshace. Nuestro más sincero deseo debe ser que la dedicación a la proclamación del evangelio y la bendición del Señor sean compañeros constantes en la vida de cada ministro, que continuará la misión hasta que Jesús regrese para otorgarnos la corona de la victoria.

Sobre el autor: Fue editor asociado de Ministerio durante nueve años. Escribió este artículo en ocasión de su jubilación.


Referencias

[1] Raquel Pedreira da Cruz Azevedo y Ana Maria Almeida Carvalho, “O lugar da família na rede social do lazer após a aposentadoria”, Revista Brasileira de Desenvolvimento Humano, Nº 3, t. 6, dic. 2006, p. 81.

[2] Azevedo e Carvalho, “O lugar da família…”, pp. 76, 77.

[3] Elena de White, El hogar cristiano (Florida, Bs. As.: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2013), p. 323.

[4] Ibíd., p. 340.

[5] Ibíd., p. 341.

[6] “Projeto de vida: O que fazer depois da aposentadoria?” Disponible en <bit.ly/3a736MH>, consultado el 26/1/2020.

[7] Ibíd.