Recientemente ocurrió una de las mayores tragedias en el transporte de animales vivos. El barco Al Badri, que transportaba unas 16.000 ovejas, se hundió cerca del puerto de Suakin –en el Mar Rojo, frente a la costa de Sudán. Casi todas las ovejas transportadas murieron. Las imágenes dramáticas del hundimiento muestran a los lugareños tratando de rescatar a las ovejas en pequeños botes. Hubo daños materiales estimados en 4 millones de dólares; y además, el impacto ambiental provocado por la fuga de aceite del buque y por la descomposición de los cadáveres animales.
La causa de esta tragedia se puede resumir en dos palabras: mala gestión. Las autoridades informaron que la carga de ovinos superó el límite de capacidad, que era de unos 10.000 animales. Además, el barco, construido en 1973, estuvo más de diez años sin pasar por una inspección oficial. Sin embargo, lo peor sucedió precisamente el día de la tragedia: hubo un retraso en el proceso de rescate. Muchos animales podrían haberse salvado si la acción hubiera sido más rápida.
Como en este fatídico episodio, los pastores del rebaño del Señor también corren el riesgo de presenciar el “naufragio” de las ovejas bajo su responsabilidad. Algunas de ellas se están ahogando en las aguas turbias de la indiferencia, las falsas doctrinas y la apostasía, esperando el cuidado del pastor. Para estos, la exhortación divina es dura y enfática: “¡Ay de los pastores que destruyen y dispersan las ovejas de mi prado!” (Jer. 23:1). “No fortalecisteis a la débil, no curaste a la enferma, no curaste a la quebrantada, no hicisteis volver a la descarriada y no buscasteis a la perdida […], y fueron esparcidos por falta de pastor” (Eze. 34:4, 5).
Para que esto no suceda, necesitamos administrar correctamente el redil del Señor. La mejor estrategia de liderazgo es imitar el ejemplo de Jesús, el Buen Pastor, aquel que conduce el rebaño a “aguas de reposo” (Sal. 23:2). Su gestión es sencilla y completa: conoce (Juan 10:14); guía (vers. 4); alimenta (Sal. 23:2); protege (Eze. 34:25); cuida (vers. 15); y ama a sus ovejas, hasta el punto de dar su vida por ellas (Juan 10:11). Nótese que “conocer” y “cuidar” son necesidades vitales en el trabajo de un pastor, como subrayó Salomón: “Conoce la condición de tus ovejas y apacienta tus rebaños” (Prov. 27:23).
En los últimos años, se ha propagado una avalancha de ideas, herramientas y estrategias con respecto a la administración de la iglesia. Seguro que ya has usado varias de ellas, e incluso has obtenido resultados satisfactorios. Sin embargo, el método de Cristo continúa siendo infalible e indispensable: el pastor debe apacentar a sus ovejas. ¿Y cómollevar esto a la práctica? El ministerio eficaz implica una predicación bíblica sólida, oración intercesora continua, planificación de la evangelización eficaz, capacitar a la iglesia para cumplir la misión, involucrar a los miembros en Grupos pequeños y, por supuesto, visitas constantes. El pastor que visita a sus ovejas demuestra amor por ellas y, en consecuencia, conoce las necesidades de la iglesia.
Todo pastor es un administrador. Debe cuidar su tiempo, su familia, sus recursos y su trabajo. Una de sus principales atribuciones es la gestión, que implica la planificación, la organización, la ejecución y la evaluación. ¿Cómo has estado lidiando con cada uno de estos aspectos? En esta temporada desafiante, ¿están sus ovejas bien cuidadas? Elena de White recomienda: “Aquellos a quienes se ha confiado la responsabilidad de la administración general de la iglesia no deben enseñorearse de la herencia de Dios, sino, como pastores sabios, apacentar ‘el rebaño de Dios’, ‘siendo ejemplos para el rebaño’ ” (1 Ped. 5:2, 3; Consejos para la iglesia, p. 249).
Si pensamos en otro naufragio, en el relato bíblico, los animales que naufragaron fueron los caballos del faraón y los cerdos dominados por demonios. No permitas que las ovejas de tu redil se empapen en las aguas heladas del formalismo, en las aguas hirvientes del liberalismo, y mucho menos en las aguas tibias de una religión apática. ¡Cuida el rebaño del Señor!
Sobre el autor: editor asociado de la revista Ministerio, edición de la CPB.