La centralidad de Cristo y la interpretación de Apocalipsis 17.

    Uno de los mayores desafíos en la interpretación de las profecías bíblicas se relaciona con Apocalipsis 17:9 al 11: “Esto, para la mente que tenga sabiduría: Las siete cabezas son siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer, y son siete reyes. Cinco de ellos han caído; uno es, y el otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo. La bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre los siete, y va a la perdición”. Debido a la complejidad de los símbolos aquí descritos, han surgido interpretaciones polémicas sobre este pasaje. Algunas controversias han confundido a los interesados en encontrar una explicación del texto fundamentada en las Escrituras.

    Actualmente no hay una interpretación definitiva sobre el texto. Sin embargo, por medio de un examen cuidadoso de la Biblia, sabemos qué es lo que los símbolos de esta profecía no pueden significar y, de este modo, estamos en condiciones de descartar las interpretaciones alarmistas y equivocadas aplicando una hermenéutica correcta a la profecía.

    Tenemos tres objetivos para este artículo.

    En primer lugar, mostrar la inconsistencia y descartar una interpretación de Apocalipsis 17 que insiste en perpetuarse en algunos sectores del adventismo. Después, mostrar las posibles interpretaciones del capítulo según la comprensión de teólogos adventistas que estudian este tema. Finalmente, presentar cuál debe ser el foco principal al estudiar esta profecía en particular y el libro de Apocalipsis, independientemente de las discusiones relacionadas con la interpretación de sus partes más enigmáticas.

La teoría de los siete papas

    Ha circulado en el medio adventista una interpretación de Apocalipsis 17 conocida como la “teoría de los siete papas”.[1] Esta propone que las siete cabezas de la bestia escarlata son las siete famosas colinas de la ciudad Roma. Esa suposición también propone que, a partir del establecimiento del Estado de la Ciudad del Vaticano, mediante los Pactos de Letrán, la Iglesia Católica se aseguró independencia y autoridad civil y política, dando inicio, así, al tiempo del fin, a la curación de la herida mortal y al retorno del Papado al poder político. La teoría sugiere que, a partir de 1929, surgirían siete pontífices que gobernarían sucesivamente hasta la segunda venida de Cristo. Luego, Benedicto XVI sería el séptimo papa electo, que debería durar poco tiempo, y su sucesor, Francisco, el octavo, que gobernaría hasta el fin.

    Al evaluar esta explicación a la luz del historicismo, es posible verificar que la teoría hace una especie de fusión entre los métodos de interpretación historicista y futurista, inclinándose más hacia una exposición sensacionalista y dispensacionalista que propiamente bíblica. En la “teoría de los siete papas” encontramos un problema hermenéutico serio. Las Escrituras apuntan al historicismo como el método bíblico para la interpretación de las profecías.[2] Este método fue utilizado por el propio Cristo y por los profetas bíblicos, que visualizaban el cumplimiento de las profecías a lo largo de la historia y no solamente haciendo foco en un tiempo futuro (Dan. 2:31-45; 9:2; Mat. 17:12,13; 24:15; Mar. 1:2-4; 13:14; Luc. 21:20; 24:27).

    La profecía de Apocalipsis 17 describe a una ramera montada sobre una bestia escarlata con siete cabezas y diez cuernos (Apoc.17:7). Estas siete cabezas son siete montes y siete reyes (Apoc. 17:9, 10). Los siete montes, sobre los cuales está sentada la mujer, no pueden ser vistos como las siete colinas de Roma, pues la palabra griega para “monte”es óros, que significa “monte, o montaña”, y no colina.[3] Bíblicamente, “monte” es símbolo de reinos e imperios (Sal. 48:2; Isa. 2:2, 3; Jer. 17:3; 31:23; Eze. 17:22, 23; 36:1-5; Dan. 2:34,35; Zac. 4:7). Kenneth Strand explica que, cuando “buscamos el uso escriturístico del vocablo ‘montaña’, en los casos en los que la palabra es empleada como un símbolo […] nunca encontramos ‘montaña’ siendo utilizada para simbolizar un monarca o un gobernante particular. En su lugar, encontramos que se la utiliza como símbolo para nación o imperio”.[4]

    Por lo tanto, “siete cabezas”, “siete montes” y “siete reyes” son términos intercambiables que simbolizan las mismas entidades; es decir, imperios/reinos.[5] Tomando como base el método historicista y la perspectiva temporal del profeta Juan, en el primer siglo d.C.,[6] cinco de esos imperios/reinos ya habían caído, uno existía, y el otro aún estaba por venir (Apoc. 17:10).

    La “teoría de los siete papas” apunta a Benedicto XVI como el séptimo de ellos, por el hecho de haber renunciado y por haber tenido un pontificado de corta duración (aproximadamente ocho años).[7] Sin embargo, esta interpretación ignora el tiempo de pontificado aun menor de Juan Pablo I, que duró apenas 34 días, en 1978. La idea de que el séptimo rey (Roma papal) debería durar “poco tiempo” (Apoc. 17:10) viene del término griego olígon, que, según Vanderlei Dorneles, “puede ser entendido desde la perspectiva de la garantía de victoria de los fieles de Dios alcanzada en la Cruz, y no desde el punto de vista del tiempo cronológico”.[8] De este modo, la expresión “poco tiempo” tendría una connotación más cualitativa que cuantitativa. Por ejemplo, esta expresión es utilizada en Apocalipsis 12:12, donde se declara que, después de la Cruz, el diablo sabía que le restaba “poco tiempo” (olígon kairón). Por otro lado, para referirse al período posterior a los mil años, en el que Satanás será desatado “por un poco de tiempo”, el profeta utilizó la expresión mikrón krónon (Apoc. 20:3), indicando un período de tiempo cuantitativamente corto.

Interpretaciones historicistas

    Dado que la “teoría de los siete papas” es exegética e históricamente incompatible con el texto bíblico, ¿qué otras alternativas tenemos para explicar Apocalipsis 17? El cuadro que se encuentra a continuación presenta las principales interpretaciones adventistas.[9] Podemos observar algunas diferencias de opinión entre los autores con relación a la identificación de los ocho reyes/montes/cabezas. Aun así, todos ellos están de acuerdo con el método historicista de interpretación profética.

    Es posible visualizar tres grandes divisiones en el cuadro anterior. Tenemos una interpretación pionera, propuesta por Urías Smith; y después, el surgimiento de una interpretación fuertemente ligada a la comprensión de que la visión de Apocalipsis 17 hace referencia al tiempo del fin y, por lo tanto, describe la curación de la herida mortal de la bestia del mar de Apocalipsis 13. Así, C. Mervyn Maxwell, Hans K. LaRondelle y Jacques Doukhan inician la identificación de las cabezas/montes/reyes con el Imperio Babilónico y, consecuentemente, excluyen Egipto y Asiria de su interpretación. La última división corresponde a los intérpretes contemporáneos, que entienden que la explicación debe tener como referencia el tiempo del profeta Juan. Con todo, lo que une a todos estos intérpretes es que las cabezas/montes/reyes son reinos consecutivos, ya sea que fueran iniciados por Babilonia o por Egipto.

    Es visible que la interpretación de Urías Smith desentona de las demás, dado que identificó los símbolos como las formas de gobierno romanas a lo largo de la historia. Esta sugerencia parece ser compatible con el método historicista, puesto que está caracterizada por el cumplimiento de los símbolos proféticos a lo largo del tiempo. Sin embargo, no es la mejor manera de interpretar esta profecía. La interpretación historicista que identifica las cabezas de la bestia como “reinos” es más consistente bíblicamente que la interpretación que apela a las formas de gobierno romanas. La Biblia identifica sistemáticamente reinos específicos, y no formas de gobierno, en sus profecías.

    En la época de Juan, los cinco primeros reinos/poderes ya habían pasado. El profeta vivió en el período del sexto rey (Roma imperial). Por lo tanto, el séptimo y el octavo aún se encontraban en el futuro, tomando como referencia su perspectiva histórica. Prácticamente todos los estudiosos citados en el cuadro anterior entienden que el séptimo rey es Roma papal, excepto Urías Smith. Para él, el séptimo rey no debería ser Roma papal, pues esta continuó por mucho más tiempo que los anteriores juntos. Después de Roma imperial, para Smith, hubo un Gobierno que duró sesenta años en Roma, bajo el título de “Exarca de Ravena”.

    Al analizar el cuadro, queda claro que los autores difieren entre sí más acentuadamente en lo relativo a la interpretación del octavo rey. Estas diferencias en la interpretación profética pueden ser explicadas considerando que la aparición del octavo rey es un evento escatológicoque aún no se cumplió. Cuando comiencen a cumplirse las profecías de Apocalipsis 15:1 a 18:24 comprenderemos de manera plena el significado de Apocalipsis 17.

El centro de la profecía

    Aunque se ha dedicado mucho estudio a la identificación de la bestia escarlata de Apocalipsis 17, corremos el peligro de perder el foco si el análisis de este capítulo se limita, simplemente, a identificar quiénes son los poderes representados por esta profecía.   

    Apocalipsis comienza con la declaración:

    “La revelación de Jesucristo” (Apoc. 1:1). Él es tanto el contenido como la fuente de las revelaciones de todo el libro. Así, a pesar de su contenido relevante en relación con los eventos futuros, Apocalipsis 17 fue dado para que tuviéramos seguridad en Jesús en medio de los acontecimientos finales.

    Apocalipsis 17:12 al 14 describe de manera concisa el desenlace de la batalla de Armagedón (16:12–16), tema ampliado en la descripción de la venida de Jesús en Apocalipsis 19:11 al 21. Según lo propuesto por Ranko Stefanovic,[10] Apocalipsis 16:19 es un pasaje-trampolín que encierra la serie de las siete plagas e introduce el juicio sobre la Babilonia mística de los últimos días. Por lo tanto, Apocalipsis 17 y 18 presentan una explicación de cómo será el castigo de Babilonia.

    Las descripciones de la ramera y de la bestia de Apocalipsis 17 no fueron dadas para deslumbrar al estudiante de las profecías, sino para mostrar su verdadero carácter y su impotencia ante el Salvador. Primero, el ángel informó a Juan que la ramera sería juzgada (Apoc. 17:1). Ella es retratada como un poder perseguidor (17:6). Además, la bestia es un poder que se opone a Dios. Juan la describió como una parodia/falsificación (comparar 1:4, 8 con 17:8). Pero esa descripción es irónica: la bestia parece ser, pero no es. Finalmente, los reyes de la Tierra se unen a la bestia y a la ramera para hacer guerra al Cordero, pero él los vence, porque es verdaderamente “Señor de señores y Rey de reyes” (17:14).

    El foco central de Apocalipsis 15 a 18:24 no está en el dragón, en la bestia de siete cabezas y diez cuernos, en la ramera ebria, en el falso profeta ni en los tres espíritus inmundos semejantes a ranas (Apoc. 16:13;17:6, 7), sino en Jesucristo. La profecía dice que estos poderes “Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles” (Apoc. 17:14). Ese será el último conflicto entre Cristo y Satanás, que finalizará con el maravilloso segundo advenimiento de Jesús, el jinete Fiel y Verdadero que pelea con justicia (Apoc. 19:1, 19).

    En el Apocalipsis, Cristo es el gran vencedor. Por causa de su sacrificio, él vencerá a los poderes contra los cuales sus súbditos no tienen la mínima posibilidad de victoria. Apocalipsis 17:14 deja en claro que es del Cordero la victoria sobre el sistema político-religioso opresor y rebelde de los últimos días. Los “llamados y elegidos y fieles” vencen únicamente porque están “con él” (en griego, met’ autou). La clave para la victoria del pueblo de Dios en los días en los que una coalición político-religiosa intentará engañar al mundo es estar con el Cordero. En las palabras de Hans K. LaRondelle, “Apocalipsis 17 debe ser considerado una de las visiones más importantes de ánimo para el pueblo de Dios del tiempo del fin”.[11]

Conclusión

    Según la instrucción del ángel, la interpretación de los símbolos de Apocalipsis 17 requiere “mente que tenga sabiduría” (Apoc. 17:9). La “teoría de los siete papas” quita el centro de atención de Cristo y lo coloca sobre los poderes terrenos, creando agitación y alarmismo, incompatibles con la fe bíblica. A pesar de haber divergencias entre los intérpretes adventistas sobre la identificación del séptimo y el octavo rey/ monte/cabeza de la profecía, permanece el hecho de que ellos se valen del método historicista de interpretación profética para comprender el mensaje de Dios.

    Cualquier interpretación de Apocalipsis 17 que no se concentre en Jesús ni en su Palabra no da en el blanco. Una comprensión equivocada de la profecía puede llevar a las personas a concentrarse en los tiempos difíciles que se aproximan y no en el Cordero, que ya nos aseguró la victoria final. Necesitamos colocar a Cristo nuevamente en el centro de la interpretación profética, para que la profecía cumpla su papel de consolar y animar a los santos en los últimos momentos de la historia terrestre.

Sobre los autores: Clacir Virmes Júnior, profesor de Nuevo Testamento en la Facultad Adventista de Bahia, Brasil. João Renato Alves da Silva, pastor en Cuiabá, Mato Grosso, Brasil.


Referencias

[1] José Carlos Ramos, A Mensagem de Deus: Como entender as profecias bíblicas (Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileira, 2012), pp. 18-36.

[2] 2 Jon Paulien, Parousia 4 (Engenheiro Coelho, SP: Unaspress, 2016), pp. 11-79; Reimar Vetne, ibíd., pp. 81-120.

[3] Johannes P. Louw y Eugene A. Nida, Greek-English Lexicon of the New Testament: Based on semantic domains (Nueva York: United Bible Societies, 1996).

[4] Kenneth A. Strand, “The Seven Heads: Do they represent Roman emperors?”, Symposium on Revelation: Exegetical and general studies, DARCOM, t. 7 (Silver Spring, MD: Biblical Research Institute, 1992), p. 186.

[5] Francis D. Nichol (ed.), Comentario bíblico adventista del séptimo día (Florida, Buenos Aires:Asociación Casa Editora Sudamericana, 1996),t. 7, p. 868.

[6] Vanderlei Dorneles, “O oitavo império”, Ministério (may/jun 2013), p. 29; Ranko Stefanovic,“A besta de sete cabeças”, Ministério (mar/abr2014), p. 24.

[7] John-Peter Pham, Heirs of the Fisherman: Behind the scenes of papal death and succession (Nueva York, Oxford University Press, 2004), p. 188.

[8] Dorneles, “O oitavo império”, p. 29.

[9] Usamos aquí el mismo método comparativo usado por Ángel Manuel Rodríguez, “As sete trombetas do Apocalipse”, Ministério (may/jun 2012), pp. 17-20.

[10] Stefanovic, Revelation of Jesus Christ, p. 511.

[11] LaRondelle, How to Understand the End-Time

Prophecies of the Bible, p. 285.