La concepción de Elena de White sobre la espiritualidad de los alumnos adventistas
En los Estados Unidos, investigadores del área de la educación realizaron un estudio para descubrir los factores que ayudan a mantener la identidad de una institución confesional. Entre los puntos destacados, citamos tres: (1) directores comprometidos con la visión de la iglesia que mantiene la institución; (2) docentes comprometidos con los valores y las creencias de la institución; (3) alumnos comprometidos con la misma fe de la iglesia que mantiene la institución, con al menos un tercio de ellos siendo miembros de esa iglesia.[1]
En otro estudio, se constató que hay tres factores que ayudan a mantener la identidad de esas instituciones: (1) estudio de la Biblia en grupos pequeños; (2) coros y grupos musicales; (3) intercambio cultural y misionero.[2] Hace muchos años, Dios iluminó a Elena de White para que presentara estos factores ante los líderes de la Iglesia Adventista. Su contribución a la formación de la filosofía de la educación adventista y su concepción sobre la espiritualidad de los alumnos en estas escuelas son fundamentales para el éxito de este sistema educativo en nuestros días.
Desafíos contemporáneos
La educación adventista enfrenta grandes desafíos. Puede verse que, ante los cambios en el área de la tecnología, muchos jóvenes han perdido el interés por la lectura de la Biblia. Esto fue constatado por en escuelas de enseñanza media, en los Estados Unidos, entre los años 1990 y 2010. Según una investigación, en ese periodo hubo una caída en el interés de los alumnos adventistas por el estudio de la Biblia y la asistencia a los cultos de la iglesia. Como resultado, ya no se comprenden correctamente las doctrinas vitales y se han rechazado algunas normas de la iglesia. De acuerdo con esta investigación, desde la década de 1990, un 40 % de los alumnos adventistas de enseñanza media leían la Biblia diariamente. Pero, en el cambio de milenio, ese porcentaje cayó y, de inmediato, se dio nuevo énfasis a la vida devocional de los alumnos por medio de la oración y lectura diaria de la Biblia.[3]
En respuesta a esa preocupación, líderes de la educación adventista en Sudamérica y en el mundo están incentivando programas de voluntariado misionero y proyectos sociales que ayudan a los alumnos en su crecimiento espiritual. En los años 90’, el número de misioneros de corto plazo creció en la Iglesia Adventista,[4] y al inicio del nuevo milenio, la creación del Servicio Voluntario Adventista dio un impulso mayor a esas iniciativas.
Así, surgieron las escuelas de misión en los internados, con el objetivo de preparar a los alumnos para obtener una experiencia misionera. En los últimos años, ha crecido el número de jóvenes que dedican un período de su tiempo a proyectos misioneros como Caleb, OYIM y Salva Vidas. Actualmente, también se motiva a las escuelas adventistas de enseñanza media y fundamental a tener su propia “Agencia de misiones”.
Factores importantes
Hay cuatro factores que marcan la diferencia en la vida espiritual de un alumno adventista: (1) la verdadera educación incluye la enseñanza religiosa fundamentada en la Biblia; (2) los docentes deben estar bien calificados académicamente, pero, sobre todo, deben ser cristianos practicantes, llenos del Espíritu Santo; (3) la educación debe ser práctica, así como cultural y académica; el currículo debe ser lo suficientemente vocacional para asegurar que todo alumno deje la escuela con medios dignos para obtener su sustento; (4) la educación debe preparar a las personas para ser útiles y debe inspirarlas con el ideal de servicio.[5] A fin de cuentas, el propósito de las escuelas adventistas es preparar misioneros.
La historia de la educación adventista muestra que nuestra primera escuela surgió a causa de una necesidad que sintieron los padres en relación con la vida espiritual de sus hijos. Los primeros adventistas se preocupaban por el carácter de la enseñanza en las escuelas públicas de aquella época. Los principales factores que amenazaban el carácter de sus hijos en esas escuelas eran las influencias seculares y la enseñanza de la ciencia sin compromiso con la religión. Entre las décadas de 1850 y 1870, los pioneros adventistas sintieron el deseo de tener su propia escuela que ministrara instrucción en los grandes principios de la Palabra de Dios. Las enseñanzas ministradas en esta escuela debían ir más allá de la ciencia. La Biblia debería ser el principal libro de estudio. Además, esa escuela debía seguir un modelo más práctico, tomando como modelo una escuela llamada Oberlin College, en la que los alumnos trabajaban para obtener su propio sustento.[6]
Así, la educación adventista tiene algunas columnas que sustentan y dan sentido a su forma de ser.
Enseñanza religiosa basada en la Biblia
Elena de White creía en la educación cristiana y defendía la idea de que el desarrollo armónico en la vida del estudiante estaba más allá de un aprendizaje teórico. Para ella, las escuelas adventistas deberían preparar al alumno para la vida, enseñándole a tener una legítima comunión con Dios. Ella enfatizó que “el conocimiento de Dios y de Jesucristo, expresado en el carácter, es una exaltación que supera cualquier otra cosa que se estime en el cielo o en la Tierra. Es la educación suprema. Es la llave que abre los pórticos de la ciudad celestial. El propósito de Dios es que este conocimiento lo posean todos los que se revisten de Cristo”.[7]
La concepción de Elena de White en relación con el conocimiento de Dios va más allá de las doctrinas y las profecías. Ella se refiere al conocimiento experiencial de Dios. No se trata solo de un conocimiento teológico. Este conocimiento abarca la comunión con Jesucristo. Ella escribió: “La única seguridad para los jóvenes en esta era de pecados y delitos está en tener una comunión viva con Dios. Deben aprender a buscar a Dios para poder ser llenos de su Espíritu Santo, y actuar como si notaran que todo el ejército del Cielo los contempla con solicitud e interés, listos para ministrar en su favor en los peligros y tiempos de necesidad. […] Debe enseñárseles una religión práctica, diaria, que los santifique en cada contacto que tengan en la vida, en sus casas, en los negocios, en la iglesia, en la sociedad”.[8]
Docentes consagrados
Al hablar sobre la influencia de los docentes cristianos, Elena de White señaló la necesidad de tener docentes consagrados para la convivencia con los alumnos. Ella escribió: “Tanto en la escuela como en el hogar, mucha de la enseñanza era oral, pero los jóvenes aprendían también a leer los escritos hebreos, y se ofrecían a su estudio los pergaminos de las Escrituras del Antiguo Testamento. […] Se fomentaba el espíritu de devoción y no solo se enseñaba a los alumnos que debían orar, sino también la forma de hacerlo, de acercarse al Creador, de ejercitar la fe en él y de comprender y obedecer las enseñanzas de su Espíritu”.[9]
En la época del profeta Samuel, esa enseñanza se daba en las escuelas de los profetas. Los maestros de esas escuelas eran ejemplos vivos de comunión con Dios. Elena de White escribió sobre la influencia espiritual que ejercían sobre los alumnos. Para ella, el criterio utilizado en la elección de un docente debería ir más allá de la preparación académica. “Los jóvenes necesitan educadores que mantengan la Palabra de Dios siempre ante su vista como principios vivientes. Si están dispuestos a mantener siempre los preceptos de la Biblia como su libro de texto, tendrán mayor influencia sobre los jóvenes”.[10]
Educación para la vida
Elena de White visualizaba una relación muy próxima entre el crecimiento espiritual y el uso de las oportunidades dadas por el Creador. En su filosofía de la educación se incluyen algunos puntos relevantes para la vida estudiantil. Ella resaltó que la vida es una lucha constituida más por deberes y trabajos que por placeres y descanso. El tiempo es sagrado y debemos aprovechar al máximo todas las oportunidades. La existencia terrena es una preparación para la Eternidad, nuestro destino final. La preparación para la vida eterna consiste en la edificación del carácter que tiene como atributos la laboriosidad, el cumplimiento de los deberes, soportar las pruebas y el desarrollo personal.[11]
Preparación para el servicio
En sus escritos sobre educación, Elena de White enfatizó la necesidad de ofrecer una educación práctica para la misión. Ella resaltó el cuidado que debe tenerse por parte de los maestros para no sobrecargar por demás a los alumnos al punto de que no tengan tiempo para la comunión con Dios y para hacer trabajo misionero en los alrededores de la escuela. “Es necesario, para su completa educación, que los estudiantes tengan tiempo para hacer obra misionera, tiempo para familiarizarse con las necesidades espirituales de las familias que viven en derredor de ellos. No deben estar tan recargados de estudios que no tengan tiempo para usar el conocimiento que han adquirido. Tienen que ser estimulados a hacer esfuerzos misioneros en favor de los que están en el error, llegando a conocerlos y llevándoles la verdad. Trabajando con humildad, buscando sabiduría de Cristo, orando y velando en oración, pueden comunicar a otros el conocimiento que ha enriquecido su vida”.[12]
Implementar ese sueño en la primera escuela adventista no fue tarea fácil. Durante un período de tiempo, la primera escuela adventista, en Battle Creek, no siguió los consejos dados por Elena de White. Tenían demasiada preocupación por seguir las costumbres de las escuelas de la época. Los primeros directores intentaron establecer un currículo académico semejante al de otras escuelas. Después de un período de silencio, la mensajera de Dios escribió un documento titulado: “La educación debida”, publicado en 1872,[13] en el que destacó el verdadero propósito de la educación cristiana.
Que Dios ilumine a los líderes de la educación adventista en la implementación práctica de estos consejos inspirados por Dios.
Sobre el autor: pastor en Campo Grande, Brasil.
Referencias
[1] R. Benne, Quality With Soul: How Six Premier Colleges and Universities Keep Faith With Their Religious Taditions (Grand Rapids: Eerdmans Publishing Company, 2001).
[2] C. Cherry, B. A. Deberg y A. Portfield A., Religion on Campus (Chapel Hill, NC: University of North Carolina Press, 2001).
[3] R. Dudley, Valuegenesis: Faith in the Balance (Riversdale, CA: La Sierra University Press, 1992).
[4] E. W. Baumgartner, J. L. Dybdall, P. Gustin, W. Kuhn, L. Merklin y B. C. Moyer, Passaporte Para a Missão (Cheryl Doss Editora 2020), p. 8.
[5] E. M. Cadwallader, Filosofia Básica da Educação Adventista (UnASP: Faculdade Adventista de Educação, 2006), p. 5.
[6] G. R. Knight, “Oberlin College e as Reformas Educacionais Adventistas”, en A Educação Adventista no Brasil, Alberto R. Timm (org.) (Engenheiro Coelho, SP: Unaspress, 2004), pp. 1-8.
[7] Elena de White, El ministerio de curación (Florida, Bs. As.: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2008), p. 363.
[8] ____________, Fundamentos de la educación cristiana (Florida, Bs. As.: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2015), p. 260.
[9] ____________, La educación (Florida, Bs. As.: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2009), p. 47.
[10] ____________, Fundamentos de la educación cristiana (Florida, Bs. As.: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2015), p. 429.
[11] E. M. Cadwallader, Filosofia Básica da Educação Adventista, p. 6.
[12] White, Consejos para los maestros (Florida, Bs. As.: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2014), pp. 504, 505.
[13] ____________, Testimonios para la iglesia (Miami, Florida: Asociación Publicadora Interamericana, 2004), t. 3, pp. 147-178.