Un rescate histórico del desarrollo del estudio literario de este libro

El Apocalipsis es un libro de difícil interpretación. El desafío reside no solo en descifrar sus códigos proféticos sino también en entender cómo fue construido. Entre los pasos exegéticos, es fundamental identificar la macroestructura, ya que nos impide interpretar un pasaje o una sección de forma aislada del resto del libro. Existe un consenso entre los expertos de que Juan no elaboró su libro al azar. Por el contrario, se considera “la obra más artística y bien elaborada de todas las de su tipo en la literatura hebrea y cristiana”. Además, el investigador más atento notará cómo la macroestructura nos revela por sí sola la esencia de su mensaje.

El paso preliminar para este análisis es descubrir si las diferentes visiones se relacionan entre sí de manera cronológica, temática, o ambas. Las principales líneas de debate giran en torno a la cuestión de saber si el texto de Apocalipsis 4:1 al 22:6 representa un esquema secuencial de eventos o si algunos segmentos se superponen temporal y temáticamente. Por lo tanto, una forma de sistematizar este estudio es a través del análisis y la comparación de los autores que identificaron una estructura con paralelismos. El primer modo, Recapitulación, identifica paralelismos en el texto, en el que las visiones o los temas subsecuentes retoman los anteriores, ampliando lo que ya fue mencionado. El segundo propone que los bloques de visiones se relacionan a través de una sucesión de eventos o temas que avanzan linealmente hasta el clímax final.

Énfasis en la Recapitulación

En el siglo IV, Vitorino de Pettau escribió el comentario completo del Apocalipsis más antiguo y sentó las bases para la noción de Recapitulación. Este autor fue el primero en proponer una organización integrada al ofrecer una exposición unificada del libro de Juan. Él mencionó que las siete copas (16:1-21) no son nuevos eventos, sino una repetición ampliada de las siete trompetas (8:7-9:21).

Este modo de ver el arreglo literario del Apocalipsis como una serie de repeticiones y ampliaciones fue posteriormente denominado por Ticonio como teoría de la Recapitulación y fue utilizado como consenso por prácticamente toda la tradición latina. La ruptura llegó con Alexandre Minorita (siglo XIII) y el influyente Nicolau de Lira (siglo XIV), seguidores del historicismo de Joaquim de Fiori. Ambos rompieron con la Recapitulación de Vitorino y propusieron una estructura progresiva para el Apocalipsis con cumplimientos históricos literales desde la muerte de Cristo hasta el escathon.

La crítica literaria del siglo XIX, en cambio, fraccionó el Apocalipsis en una composición de diferentes fuentes y autores. El primero en hacerlo fue K. Von Wizsäcker en 1882, y otros, como Daniel Völter, que vinieron después. Pero un giro interesante se produjo a finales del siglo XIX, cuando los autores del método crítico-histórico reconocieron una unidad indivisible en el Apocalipsis y la obra de un único autor o editor. Desde entonces, esta unidad literaria es consensual.

El concepto de Recapitulación retomó su fuerza a inicios del siglo XX, con los dos comentarios relevantes de H.B. Swete y E. B. Allo. Desde entonces, surgieron varias formas de entender la Recapitulación, siendo las principales: (1) el modelo septenario y (2) el modelo quiásmico.

Adela Collins argumenta que el número 7 tiene la función de marcar e identificar las principales secciones del Apocalipsis. La relación entre estas secciones tiene lugar mediante la Recapitulación, y esta excluiría la serie de las siete iglesias y estaría presente en los paralelismos entre los siete sellos, las siete trompetas, las siete plagas y otras dos series de visiones séptuplas no numeradas (12:1-15:14; 20:4-22:5). Esta repetición de temas sería la herramienta utilizada para retomar, ampliar y enfatizar temas ya presentados.

La relación entre las secciones estaría también integrada por lo que se denominó como “técnica del entrelazamiento”. Esta sería la forma mediante la cual Juan unificó la secuencia de las visiones, vinculando el séptimo elemento con el siguiente. Por ejemplo, la visión del ángel con el incensario antes del toque de las trompetas (8:3-5) retoma el quinto sello, con las almas clamando debajo del altar (6:9-11). Así, las dos visiones estarían de cierta forma entrelazadas en paralelo.

El pionero en identificar una estructura quiásmica para el Apocalipsis fue Nils Lund en 1942, aunque fue Elisabeth Fiorenza quien causó un profundo impacto al proponer un paralelismo más amplio. Su punto de partida fueron tres principios de análisis: (1) el número 7, (2) las dos visiones relacionadas con los pergaminos cerrado y abierto (5:1, 2; 10:2) y (3) el principio de Intercalación. Este último consiste en la técnica de unir diferentes visiones a través de la técnica ABA’, con el método sándwich que se utiliza en los evangelios. El resultado sería un gran quiasmo de siete partes con un centro bien marcado en la visión de los capítulos 10:1 al 15:4.

En líneas generales, hay al menos cuatro principios entre los autores que adoptaron la Recapitulación: (1) los paralelismos dentro de la estructura están centrados en las series de siete, excepto las siete iglesias (2:1-3:22), que se entiende como introductorias; (2) la repetición de frases y términos como “relámpagos y truenos y voces” (4:5, 8:5; 11:19; 16:18-21) y “vi” y “oí” (7:1, 4) son marcadores estructurales; (3) el centro del libro, en general, gravita alrededor del capítulo 12 y sus visiones adyacentes; (4) la Recapitulación no es solo una repetición, sino que funciona como una ampliación de lo que ya fue mostrado.

Énfasis en la progresión cronológica

La idea básica entre los autores que no aceptaron la Recapitulación es que los siete sellos, las trompetas y las plagas serían acontecimientos sucesivos, a partir de la entronización de Cristo y hasta el final escatológico. Autores de escuelas futuristas como R. Mounce proponen que los eventos de los capítulos 4 al 11 cubrirían ese período, desde la resurrección de Cristo hasta su retorno. Los capítulos 8:2 a 22:5, especialmente, solo se referirían a la tribulación final.

Una variación importante entre los que identifican una estructura progresiva en el Apocalipsis es la teoría Telescópica, propuesta por R. J. Loenertz y ampliada por G. Ladd y R. L. Thomas. Esta teoría defiende que el séptimo elemento de cada una de las series de siete, excepto las siete iglesias, incluye todo lo que viene después, como un antiguo telescopio retráctil, de forma tal que el séptimo sello o la séptima trompeta, por ejemplo, incluirían estructuralmente todo lo que viene después hasta el capítulo 22.

Este argumento se fundamenta en el modo en el que el Apocalipsis presentaría el séptimo elemento de las series, a través de un lenguaje vago o incluso sin contenido propio, como en el caso del séptimo sello (8:1). Así, el séptimo elemento de cada una de las series estaría vinculado tanto a lo que vino antes como a lo que vendría después, formando una clara unidad literaria.

En resumen, la propuesta de la Macroestructura Linear está en oposición a los autores que adoptaron la Recapitulación. Contrariamente a la tendencia de los recapituladores de dividir el libro en torno al capítulo 12, los progresistas, en general, colocan un marco divisorio al final de capítulo 3, e inician la sucesión de eventos a partir de la visión del Trono, en el capítulo 4.

Vale destacar que el análisis de muchos autores es mucho más literario que interpretativo. Se preocupan mucho más por identificar la estructura que por interpretar los símbolos y las visiones. También hay que mencionar que no existe, necesariamente, una relación directa entre el método interpretativo (Idealismo, Historicismo, Preterismo o Futurismo) y el análisis literario en la que autores idealistas e historicistas adopten la Recapitulación; y los futuristas, la Linealidad. Aunque, esta no es una regla fija. Hay muchas excepciones.

Entre los estudios literarios del Apocalipsis, la contribución de los Adventistas del Séptimo Día merece ser destacada, no solo por el peso que el libro tiene dentro de ese movimiento profético, sino también porque los autores de la iglesia proveyeron a ese estudio un aporte muy particular. En general, los adventistas adoptaron la Recapitulación, pero fueron mucho más allá en su análisis estructural.

Contribución adventista al estudio macroestructural del Apocalipsis

Para el adventismo, hay tres fases distintas en la interpretación del Apocalipsis: (1) el período de Thoughts on Daniel and Revelation (1862-1944), (2) el período del Comentario bíblico adventista (1944-1970) y (3) el período de múltiples énfasis (1970-). En la primera fase, por influencia de Uriah Smith, la tendencia fue enfatizar el cumplimiento profético en la historia. La segunda tuvo un enfoque más teológico al buscar, además del cumplimiento profético, el significado espiritual de las profecías. La tercera fase tuvo un énfasis más exegético de análisis del texto y sus paralelismos con el Antiguo Testamento.

Los estudios sobre la estructura florecieron con las publicaciones de Kenneth A. Strand. Hasta entonces, el análisis de la macroestructura estaba más relacionado con la división de las visiones en secciones y establecer las relaciones entre ellas por medio de la Recapitulación. Él fue el primero en proponer un sistema integrado para la macroestructura a través de un quiasmo compuesto por un prólogo, un epílogo y ocho visiones más.

Estas visiones se dividen en dos secciones. Las primeras cuatro visiones se refieren a la serie histórica (1:12-14:20); y las otras cuatro, a la serie escatológica (15:1- 22:5). Las ocho visiones básicas del Apocalipsis serían:

Strand fue más allá y encontró una estructura interna semejante a la de las grandes visiones. Cada una sería inaugurada por una escena de victoria en el Santuario celestial, seguida por una descripción profética básica, un interludio y una culminación escatológica. El cuadro que se encuentra a continuación clarifica esto:

La propuesta de Strand estableció el patrón para seguir dentro del Adventismo. Años más tarde, en 1995, Jon Paulien publicó una modificación a la estructura de Strand, reduciendo el quiasmo de ocho a siete visiones. Paulien argumenta que no es posible observar una escena del Santuario en 16:18 al 17:3a. Por lo tanto, el quiasmo tendría un clímax bien marcado en los capítulos 11:19 a 15:4:

Prólogo (1:1-8)

A. Las siete iglesias (1:9-3:22)

B. Los siete sellos (4:1-8:1)

C. Las siete trompetas (8:2-11:18)

D. La crisis final (11:19-15:4)[1]

C’. Las siete plagas (15:5-18:24)

B’. El Milenio (19:1-20:15)

A’. La Nueva Jerusalén (21:1-22:5)

Epílogo (22:6-21)[2]

El método de análisis de Paulien identificó que Juan utilizó cuatro estrategias diferentes para estructurar el Apocalipsis: (1) estructuras repetitivas; (2) “duodireccionalidad”, un método semejante al que Collins denominó técnica del Entrelazamiento; (3) paralelismos quiásmicos y (4) el uso del Santuario como dispositivo estructural.[3] Paulien también fue más allá de Strand al identificar que las escenas introductorias del Templo siguen la misma secuencia del plan de la Redención ejecutado en el Santuario celestial; esto es, inauguración (caps. 4, 5), intercesión (8:2-6), juicio (11:19), cesación (15:5-8) y ausencia (19:1-10).[4]

Los estudios sobre la macroestructura encontraron un lugar especial entre los eruditos adventistas, y Strand fue el más relevante entre ellos. Sin embargo, la adaptación de Paulien se ha convertido en la forma más aceptada y común de ver el esquema literario del Apocalipsis dentro de la iglesia. Los adventistas, en líneas generales, aceptan la Recapitulación, pero son prácticamente los únicos recapitulacionistas que relacionan, paralelamente, la visión de las siete iglesias con los sellos y las trompetas, además de colocar las plagas en la sección escatológica.

Conclusión

Identificar la estructura del Apocalipsis ha desafiado a los más hábiles eruditos, que no han llegado a casi ningún consenso entre ellos. En realidad, las contribuciones al estudio literario del Apocalipsis son tan numerosas como sus intérpretes.[5] Sin embargo, es posible clasificarlos entre los que utilizaron la Recapitulación o la Progresión Cronológica para identificar esa estructura. Los estudios adventistas merecen ser destacados como los más profundos y autorizados, sobre todo al identificar una estructura interna en las visiones, inaugurada por el Santuario.

Sin duda, el Apocalipsis es resultado de la inspiración divina, pues una estructura tan profunda y bien elaborada no podría ser mero fruto de la inteligencia humana. Es delicioso darse cuenta de que la propia estructura es una revelación del desarrollo del plan de Redención, que culmina con el final del Gran Conflicto. Comprender la macroestructura del Apocalipsis es fundamental para quien quiera interpretar correctamente sus visiones.

Sobre el autor: pastor en São José do Rio Preto, SP, Brasil.


Referencias

[1] Jon Paulien, Seven Keys: Unlocking the Secrets of Revelation (Nampa, ID: Pacific Press, 2009), pp. 42, 43. v. 38, p. 46.

[2] Jon Paulien, The Deep Things of God: An Insider’s Guide to the Book of Revelation (Hagerstown, MD: Review and Herald, 2004), p. 123; Paulien, Seven Keys, p. 41.

[3] Ibíd., p. 112.

[4] Jon Paulien, “The Role of the Hebrew Cults, Sanctuary, and Temple in the Plot and Structure of Revelation”, Andrews University Seminary Studies 33, Nº 2 (1995), p. 255.

[5] Wayne Richard Kempson, “Theology in the Revelation of John as a Possible Key to its Structure and Interpretation” (Tesis de Ph.D., Southern Baptist Theological Seminary, 1982), p. 38.