Hace años tengo el hábito de anotar mi experiencia de comunión con Dios en un diario. Allí registro preocupaciones, demostraciones de la providencia divina, ideas tomadas de escritos inspirados, y pedidos y respuestas a oraciones. Al comenzar cada año, repaso el diario del año anterior y genero una lista con un resumen de las bendiciones recibidas. En ocasiones, cuando necesito alimentar mi fe, vuelvo a los diarios antiguos para recordar los grandes hechos de Dios en mi vida y alabarlo por lo que hará.
Al hojear un viejo diario, el 19 de octubre me llamó la atención. En esa ocasión, en un hotel, en California, estaba sintiéndome mal. Estaba confesando mis pecados e intentaba aceptar las promesas divinas por la fe. Entonces, sonó mi celular. Era Carol, mi hermana, que me llamaba para contarme que había sobrevivido milagrosamente a un terrible accidente automovilístico. Esa experiencia y el mensaje de un sermón que le había mandado unos pocos días antes estaban impresionando su corazón. De repente, Carol sintió que Dios parecía decirle que era hora de un nuevo compromiso con él.
Poco tiempo después, a principios de diciembre, en una piscina del predio del Union College, en Lincoln, Nebraska, mi corazón se llenó de alegría al bautizar a mi hermana mayor. Ella era prácticamente una madre para mí. ¡Y hay más! Una gran amiga de Carol, alejada de la iglesia hacía muchos años, se sintió tocada por esa experiencia y decidió retornar a los brazos de Jesús.
¡Qué ánimo para mí, en un momento en el que estaba frustrado por mis fracasos! Cuando sentí que necesitaba reprensión, el Señor me sorprendió con fortaleza. Cuando comienzo a sentir orgullo, me envía reprensión. Dios siempre me da lo que necesito. Quiero vivir cada día más cerca de Jesús para que el Padre me utilice continuamente.
Al releer un viejo diario, me ha fortalecido la acción de Dios en la vida de Carol. En las Escrituras, el Señor muchas veces nos invita a “recordar” cómo nos guio en el pasado (cf. Sal. 105). Estoy muy agradecido porque la Biblia y mis diarios registran quién es Dios y cómo trabaja en favor de sus hijos. Estas memorias me ayudan a enfrentar los desafíos actuales.
En Marcos 5:19, Jesús dijo al endemoniado: “Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti”. Cuando Cristo regresó a esa región, multitudes salieron a verlo como resultado del testimonio de aquel hombre. Compartir los actos divinos hace que cada testimonio y predicación sean más poderosos. Acerca de esta práctica, Elena de White comentó: “Necesitamos hablar de los preciosos capítulos de nuestra experiencia mucho más de lo que lo hacemos. Luego de un derramamiento especial del Espíritu Santo, nuestro gozo en el Señor y nuestra eficiencia en su servicio aumentarán enormemente si repasamos sus bondades y maravillosas obras en favor de sus hijos. […] Un testimonio tal tendrá influencia sobre otros. No puede emplearse un medio más eficaz para ganar almas para Cristo” (Palabras de vida del gran Maestro, p. 241).
La mejor manera de llevar personas a Cristo es vivir una experiencia auténtica con él. Debemos compartir con los demás cómo Jesús respondió nuestras oraciones, atendió nuestras necesidades y cambió nuestra vida. ¡Registrar los actos divinos en nuestro favor puede animarnos, fortalecer nuestro ministerio y ayudarnos a ayudar a personas a aceptar la invitación de la salvación!
Sobre el autor: secretario ministerial para la sede mundial de la Iglesia Adventista.