“Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis”.
Según Apocalipsis 13 la bestia y su imagen harán cosas terribles en los últimos días. Ordenarán que todos los moradores de la tierra lleven una señal en su frente o en su mano derecha. Y todos los que no tengan esa marca no podrán comprar ni vender. Es decir, perderán sus derechos y garantías como ciudadanos e individuos. Esto constituirá un acto de adoración a la bestia.
Quienes se nieguen a recibir su marca y en consecuencia, a adorarla, tendrán que enfrentar un terrible conflicto, puesto que Satanás, el dragón, le dio a la bestia “su poder y su trono, y grande autoridad” (Apoc. 13:2), capacitándola así para “hacer guerra contra los santos y vencerlos” (Apoc. 13:7).
Esto indica que será sumamente difícil oponerse a este poder y negarse a adorarlo. Por eso dice el versículo 8: “Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero”.
El asunto es sumamente grave. Por una parte, la bestia engaña y obliga a todos los moradores de la tierra a que se pongan su marca, mediante el ministerio eficaz de tres espíritus de demonios que hacen señales y prodigios capaces de engañar, si esto fuera posible, aun a los escogidos (Mal. 24:24). Y a quienes resistan los engaños y se nieguen a recibir su marca intentará obligarlos mediante un decreto de muerte (Apoc. 13:15-17).
Por la otra, Dios advierte a todos los moradores de la tierra, mediante un poderoso mensaje enviado por medio de tres ángeles, que no reciban la marca de la bestia, y amenaza con los más terribles juicios que se mencionan en la Escritura a cualquiera que la adore: “Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero. Y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre” (Apoc. 14:9-11).
Por tanto, es de la mayor importancia identificar esa marca. El apóstol da la clave para descubrir el misterio de la marca de la bestia diciendo que es el número 666 y que es número de hombre.
Es comprensible que los cristianos le hayan conferido tanta importancia al misterioso número 666 desde el principio de su historia. Nosotros también debemos conocer su significado, porque los eventos anunciados en Apocalipsis 13 son para el tiempo del fin, es decir, para nuestros días.
El pastor Robert Spangler, en su libro Marked[1]dice que hay un interés y una preocupación sin precedentes en el mundo cristiano con respecto al futuro del mundo y el papel que desempeñarán las fuerzas del mal en el tiempo del fin. Hay quienes creen que el código universal de barras que se ha extendido al comercio mundial es un insidioso plan para hacer imposible comprar o vender sin tenerla marca de la bestia”. Estos aseguran que el código de barras contiene el número 666. Otros creen que la tecnología del rayo láser, que puede imponerse como una marca indeleble e indolora, podría señalar a cada persona en este mundo con la “marca de la bestia”. Estas personas aseguran que dicha tecnología ya se está aplicando en el mundo de la ganadería.
Otros ven veladas implicaciones del místico y fatídico número 666 en los símbolos de grandes compañías comerciales como la Procter and Gamble, una gran corporación financiera australiana, y otras.
Es natural que gente sincera y preocupada desee saber, con suficiente certeza, el significado del número 666 al que Juan llama la marca de la bestia.
Numerología bíblica
Para conocer el significado del fatídico número 666 es necesario comprender algo de la numerología bíblica. Antiguamente los números se usaban convencional y simbólicamente. Al parecer, la Biblia incorpora ese uso, por lo cual, ciertos números bíblicos y sus múltiplos tienen significado simbólico y sagrado.
Tienen significado simbólico los números 3, 4, 6, 7, 10, 12, 40, 70 y sus múltiplos. El 3 expresaba énfasis, como en Ezequiel 21:27: “A ruina, a ruina, a ruina, lo reduciré”; o en Apocalipsis 4:8, donde los cuatro seres vivientes alaban a Dios diciendo: “Santo, Santo, Santo”.
El 10 y el 40 se consideran números redondos. El 12 es el número de la iglesia y del reino de los cielos. El pueblo de Dios en el Antiguo Testamento tuvo como fundamento a los 12 patriarcas y en el Nuevo Testamento, a los 12 apóstoles. La santa ciudad, la Nueva Jerusalén, representa a la Iglesia que es “la ciudad de los primogénitos”, como la llama san Pablo en Hebreos 12:22-23. Por eso la santa ciudad tiene 12 puertas con los nombres de las 12 tribus de Israel y 12 fundamentos con los nombres de los 12 apóstoles.
Por eso el misterioso número 144,000 es el número 12 elevado al cuadrado y multiplicado por mil, es decir, la Iglesia en su máxima expresión y el reino de los cielos en su perfección.
Pero hay dos números que son fundamentales en la Biblia, de los cuales intentaremos hacer un modesto estudio en este artículo. Son los números 6 y 7.
El 6 y el 7, símbolos de un conflicto
a. El número 7, número perfecto que pertenece a Dios.
El número 7 fue y es el número sagrado entre todos los pueblos del Medio Oriente.[2] También era considerado como tal desde tiempos muy remotos en la India, China, Europa central y las Islas Británicas.[3]
El uso del número 7 como sagrado fue particularmente fuerte entre los semitas, en la antigua Babilonia y en los pueblos que cayeron bajo su influencia. Los textos cuneiformes indican que los babilonios consideraban al número 7 como la totalidad, aquello que tiene la cualidad de ser completo, maduro, perfecto.[4]
El origen del concepto de que hay algo sagrado inherente en el número 7 data desde la más lejana antigüedad. El amplio reconocimiento de que el 7 es el número perfecto implica que el concepto ya era bien conocido y estaba firmemente arraigado en el pensamiento de los pueblos desde antes de la dispersión de Babel.[5]
Hay sobradas razones para creer que se originó en los 7 días de la creación. No hay otra explicación posible. De los 7 días de la creación pueden haber inferido los hombres que el número 7 le pertenece exclusivamente a Dios.
Impresiona particularmente el hecho de que Dios hubiera bendecido al séptimo día de la semana; que hubiera santificado la séptima parte del tiempo como porción sagrada, puesta aparte como una señal de su favor, su buena voluntad y sus bendiciones hacia el hombre.
El número 7 es mencionado 323 veces en la Biblia, especialmente en el ritual judaico. Por ejemplo:
- Cada séptimo día era santo (Exo. 20:8-11).
- Durante 7 días se celebraban dos fiestas solemnes (cabañas y panes ázimos).
- Cada séptimo año era sábado de descanso para la tierra de labranza.
- El primer día del séptimo mes era sábado.
- El día de la expiación, y otras ocasiones solemnes, debía asperjarse la sangre 7 veces hacia el velo del santuario (Exo. 14:7,16; 16:14,19).
- Se imponían 7 días de reclusión ritual por la impureza legal (Lev. 13:2, 4, 22, 26).
- Un animal para el sacrificio debía tener al menos siete días de nacido (Exo. 22:30).
- La ceremonia de consagración de los sacerdotes debía repetirse durante 7 días (Lev. 29:35).
Es de particular interés el uso del número 7 en el Apocalipsis:
- Las 7 iglesias (1:4).
- Los 7 candeleros (1:12).
- Las 7 estrellas o ángeles (1:6, 20).
- Las 7 lámparas de fuego (4:5).
- Los 7 espíritus de Dios.
- El Cordero con 7 cuernos y 7 ojos.
- Un libro sellado con 7 sellos.
- Los 7 truenos.
- La bestia que tenía 7 cabezas.
- Los 7 ángeles con 7 copas que tenían las 7 plagas.
Parecen tener especial significado los múltiplos de 7:
- La pascua caía el 14 del primer mes (Exo. 12:6, 16).
- Se ofrecían 14 corderos cada uno de los 7 días de la fiesta de las cabañas (Núm. 29:13,15- 22).
- La genealogía de Cristo que presenta Mateo está arreglada en tres grupos de 14 generaciones cada uno.
- El número 49, 7 veces 7, figura en el cómputo de la fiesta del Pentecostés.
- Dos años de jubileo sucesivos estaban separados por un período de 49 años.
- Abundan los ejemplos del uso del número 70, o sea 7 por 10: Exo. 1:5; 15:27; 24:1; Jue. 1:7; 8:30; 2 Rey. 10:1; 2 Crón. 29:32; Sal. 90:10; Eze 8:11; Dan. 9:24; Luc. 10:1-17).[6]
También se usaba 70 veces 7, es decir, 490, como en las 70 semanas de Daniel 9:24; el perdonar 70 veces 7, como dijo Jesús en Mateo 18:22; o la jactanciosa declaración de Lamech en Génesis 4:24. 70 veces 7 es la suma de lo perfecto.
Podemos decir, por tanto, que el número 7 se refiere a Dios y a sus obras de misericordia, o de juicio. El número 7 es símbolo de lo divino, de su poder y de su gobierno, en las Sagradas Escrituras.
b. El número 6, número imperfecto que pertenece al hombre ysus obras.
El número 6 se menciona 92 veces en la Biblia, y en general se refiere al hombre, su naturaleza, sus obras, su herencia y su destino.
- Seis días de trabajo humano y el séptimo es de reposo divino (Exo. 20:8-11).
- El que se vendía como esclavo trabajaba 6 años y el séptimo salía libre (Deut. 15:12).
- Seis años se barbechaba la tierra para sembrar, pero el séptimo debía descansar (Exo. 23:10).
- Había 6 ciudades de refugio para la protección temporal del transgresor. Pero Cristo es la séptima ciudad de refugio para la protección eterna del transgresor.
- Debían rodear a Jericó durante 6 días, pero el séptimo debían dar 7 vueltas mientras 7 sacerdotes tocaban 7 trompetas. El séptimo día se ganó una victoria divina.
La Biblia dice que el hombre fue creado el sexto día, y desde entonces el número 6 es símbolo de la humanidad, y su imperfección se relaciona con ese número. El 6 siempre está asociado al hombre, especialmente al hombre de pecado. El 6 es la firma de la imperfección y el símbolo de las leyes y los poderes humanos.[7]
Si el 7 es el número perfecto que pertenece a Dios y, por lo tanto, representa el ideal celestial, el 6 es el símbolo de lo que es inferior al ideal celestial. El 6 queda debajo del 7, es decir, por debajo de la perfección.
El 6 es el número del mundo. Se acerca al número 7 sagrado, pero nunca podrá alcanzarlo. Hay un abismo que separa al hombre, marcado con el número 6 de la imperfección, —el número que siempre será inferior al ideal de Dios—, de su creador, cuyo número es el 7, el número completo y perfecto.[8]
666: la marca de la bestia.
Sehan hecho muchos intentos por descifrar el misterio del número 666. El Dr. Salmón dice: “Se podrían llenar páginas y más páginas con los nombres de personas que han sido propuestas como solución al problema (del número 666). Entre las supuestamente referidas están los emperadores Nerón, Calígula, Trajano y Juliano el Apóstata; Genserico el Vándalo; los papas Benedicto IX y Pablo V; Mahoma; Martín Latero; Juan Calvino; Beza y Napoleón Bonaparte”.[9]
En nuestros días se ha atribuido el número 666, que es el número de la bestia, a Hitler, Stalin, Henry Kissinger y a Elena G. de White.
El método usado para aplicar ese número a todas estas personas es frágil, pues uno de cada 10,000 nombres aproximadamente da la suma 666, por lo cual siempre flota un elemento hipotético en todos los resultados.
Nosotros debemos ser más prudentes, sabios y entendidos, cualidades que, según Apocalipsis 13:18, debe tener el que quiera interpretar el número de la bestia. Lo primero que podemos decir es que en toda la Biblia, pero especialmente en el Apocalipsis, los números se refieren simbólicamente a cualidades generales y no a personas en particular, y que no son cantidades exactas.[10]
¿Qué significa entonces el número 666? Si el 6 es el número de la humanidad, del hombre, esencialmente imperfecto; si el 6 es el número que se refiere a la obra y a los poderes humanos; y si el tres significa énfasis, entonces, el triple uso del 6 indica un énfasis especial de lo humano. Por eso dice el profeta Juan que es un número de hombre.
Queremos destacar y dejar bien clara la cualidad humana esencialmente imperfecta del poder representado por el número 666. Este número, repitámoslo, es característico de lo humano, del poder, las obras y el gobierno humanos, llevados a su máxima expresión.[11]
“Es número de hombre”, es decir, su característica peculiar es lo humano. Que el número 6 se eleve a decenas y centenas indica que ese poder es esencialmente humano; aunque intenta ser perfecto —elevarse al nivel de 7—, no logra alcanzarlo. Por tanto, es símbolo de un engaño. Describe la naturaleza de la bestia, su carácter, sus obras, su autoridad y su poder, que son la obra maestra de la humanidad y sin embargo, quiere semejarse a Dios.[12]
Wordsworth dice: “El número simbólico de la bestia, 666, indica que se propone alcanzar los atributos de Cristo, pero no lo logra. Tiene apariencia cristiana y aparenta ser la verdad, pero lo único que logra es una triple calificación humana, es decir, una triple degeneración”.[13]
El triple uso del número 6 enfatiza lo que es humano y terrenal. Adquiere importancia y parece completo, lo cual lo hace aparecer como un símbolo de lo perfecto, pero no alcanza ese estado. El triple uso del número 6 implica esfuerzo y lucha de ese poder por llegar al número 7 de la perfección.
Es, por tanto, símbolo de un engaño. Un engaño que induce a los hombres a aceptar el mundo y lo humano en lugar de Dios. Que tranquiliza las conciencias de los hombres haciéndoles creer que sirven a Dios, cuando en realidad son seguidores del mundo y súbditos de Satanás.
Por eso el profeta Juan dice que el número 666 es el número, la señal y la marca de la bestia. Para que esto aparezca bajo una luz más clara deberíamos establecer el significado de la marca de la bestia.
¿Qué es la marca de la bestia? ¿Cuál es la señal que este poder intenta y logra imponer a todos los moradores de la tierra, salvo la minoría cuyos nombres están escritos en el libro de la vida? ¿Qué marca es ésta contra la cual se nos advierte tan severamente en Apocalipsis 14:9-11?
Para saber el significado de la marca de la bestia lo más práctico es considerarla como la antítesis del sello de Dios. La marca de la bestia define, incluye y comprende principios, leyes y, por lo tanto, actos y caracteres opuestos al sello de Dios. Recibir la marca de la bestia, es tener un carácter, tener una naturaleza y ser una persona totalmente diferente a la que recibe el sello de Dios.
No hay nada en común entre el sello de Dios y la marca de la bestia. Detrás del sello de Dios están la autoridad, la ley y los principios inmutables del gobierno divino. Detrás de la marca de la bestia están la autoridad, la ley y los principios mentirosos del enemigo de Dios. Detrás del sello de Dios está el misterio de la piedad. Detrás de la marca de la bestia está el misterio de iniquidad. Detrás del sello de Dios está la Deidad, la Trinidad divina: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Detrás de la marca de la bestia está la “trinidad impía”: el dragón, la bestia y el falso profeta.
Siguiendo con esta comparación del sello de Dios y la marca de la bestia tratemos de identificar más claramente el sello de Dios y, por contraste, la marca de la bestia.
Apocalipsis 14:6, 7 dice: “Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el Evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo en alta voz: Temed a Dios y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo, la tierra, la mar y las fuentes de las aguas”.
Este es el único lugar donde al Evangelio se lo llama “Evangelio eterno”, sin duda para destacarlo en la visión. Dios, en su infinito amor y sabiduría, diseñó un plan para hacerle frente al problema del pecado, mucho antes que éste existiese.
Ese plan tiene en su mismo centro el sacrificio voluntario del Hijo, Jesucristo. Ello demuestra que nada es de mayor importancia para Dios que la salvación del hombre. Este es el Evangelio eterno del cual hablan las Escrituras, anunciado mediante formas, figuras y símbolos diferentes en la profecía y la historia sagrada.
El hombre debería tener siempre presente que lo único realmente importante en la vida es la salvación eterna. Como dijo Jesús: “¿Qué aprovechará al hombre si granjeare todo el mundo y perdiere su alma?” (Mar. 8:36). El valor incomparable de nuestra salvación puede apreciarse mejor a la luz de la cruz.
A la luz de tan infinito sacrificio, cualquier intento de cambiar o ignorar el plan de salvación, es blasfemia. Cualquier intento de desviar la mente de los hombres de Cristo hacia una institución, teoría o persona, es blasfemia. Cualquier sustitución o falsificación del Evangelio eterno es blasfemia.
Por tanto, nada podría ser más abominable que una perversión de este Evangelio. En efecto, ¿qué cosa podría ser más peligrosa, y qué engaño más fatal, que un evangelio resultase no en la salvación sino en la perdición de los hombres?[14]
¿No sería digno del genio del mal, de la grandeza de la inteligencia satánica, diseñar un plan que los hombres aceptaran como el “Evangelio eterno”, pero que fuera una falsificación del mismo?
Lo afirmamos con reverencia y temor. Esto es precisamente lo que ha ocurrido. Y es la obra maestra del gran engañador. Veamos algunos ejemplos:
- Hojas de higuera.
Cuando Adán y Eva pecaron, su primera reacción fue huir de Dios. El pecado produce temor y vergüenza. Se dieron cuenta que estaban desnudos y, según dice la Escritura en Génesis 3:7, “cosieron hojas de higuera y se hicieron delantales”.
La inocencia que habían perdido por causa del pecado, trataron de recuperarla por sus propios medios.[15] Este mismo principio ha sido la base de todo falso evangelio a través de la historia. No importa la forma que haya tomado, éste responde al impulso natural del hombre a buscar la salvación por sus propios medios y sus propios esfuerzos.
En cambio, el Evangelio eterno, el medio divino de salvación, es totalmente diferente. Dios enseñó a Adán y Eva que las consecuencias del pecado sólo podrían evitarse con la sangre del “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Ellos sacrificaron un cordero y dice la Biblia: “Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles y los vistió” (Gén. 3:21).
El perdón, la justificación, y la vida eterna sólo pueden recibirse como un don de Dios, simbolizado por la vestidura hecha por Dios y entregada gratuitamente a Adán y Eva. Por eso dice en Isaías 61:10: “En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió y como a novia adornada con sus joyas”.
- Caín y Abel.
Este mismo contraste entre el Evangelio eterno y la falsificación hecha por Satanás se reprodujo en Caín y Abel, los dos hijos mayores de Adán y Eva.[16] Dios les había enseñado que un Salvador vendría a salvarlos del pecado y sus consecuencias. También que debían mostrar su fe y aceptación de ese Redentor prometido ofreciendo un cordero en sacrificio. Pero la Biblia dice en Génesis 4:3-5: “Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya”.
Aquí está en acción el mismo principio. En vez de aceptar por fe el plan divino, Caín intenta resolver el problema del pecado a su manera y salvarse por sus propias obras. No trajo el cordero como ofrenda, sino el fruto de su propio trabajo.
Pero el Evangelio eterno, reducido a su mínima expresión, es salvación por la fe en Jesucristo, independientemente de las obras de justicia que nosotros podamos hacer. Satanás, con astucia consumada, introduce cambios aparentemente sin importancia en el Evangelio eterno y produce una falsificación. De un Evangelio en el cual las obras tienen su lugar como fruto de la salvación, desprende un “evangelio” en el cual las buenas obras son la fuente de la salvación.
El síndrome de la salvación por obras es un procedimiento humano. Pero nosotros debemos saber que la salvación pertenece a Jehová. Es lo que Cristo hizo y está haciendo por nosotros; lo único que salva. Él es el único que merece todo honor, toda gloria, y toda alabanza, porque hizo posible nuestra salvación. Por eso se canta en el Apocalipsis aquella gran doxología: “El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza. Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre toda la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a Idas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos”.
El Evangelio eterno es un sistema de gracia, de fe, de doctrina, de principios, que redunda, no sólo en el perdón del pecador, sino en la restauración total del hombre. Los que aceptan el Evangelio eterno aceptan el amor, los principios, la autoridad, las leyes y las doctrinas de Dios, y son restaurados a su imagen, reflejan el carácter de Cristo, reciben el derecho de ser llamados “hijos de Dios” (Juan 1:12), son adoptados en la familia de Dios, son considerados como especial tesoro y propiedad de Dios, comprados a un elevado precio, y por eso reciben el “Sello de Dios”.
Es por eso que en el Apocalipsis dice que antes que se suelten los instrumentos de la ira de Dios, se expresa la preocupación por quienes han aceptado el Evangelio eterno a fin de protegerlos. Por eso se les sella con el sello del Dios vivo: “No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios” (Apoc. 7:2, 3).
A estos mismos sellados los vio el profeta después con el Cordero en el Monte Sión: “Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte Sión, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en sus frentes” (Apoc. 14:1)
La falsificación satánica del Evangelio eterno es también un sistema de fe, de doctrinas, de principios, que resulta en la degradación y en la perdición final de los hombres. Los que lo aceptan, adoptan los principios, la autoridad, las leyes, y las doctrinas de Satanás: son formados a su imagen, reflejan su carácter y reciben la marca de la bestia.
El falso evangelio es el vino del furor de la fornicación de Babilonia. Los que beban su cáliz recibirán la marca de la bestia, por eso se dice que “beberán del vino de la ira de Dios que está vaciado puro en el cáliz de su ira”. El falso evangelio encarna, incluye y define la marca de la bestia. El principio de la marca de la bestia es la falsificación del Evangelio eterno o la salvación por el esfuerzo humano.[17]
Es posible que el lector tenga información y conceptos definidos en cuanto al significado de la bestia, su imagen, su marca, y el número de su nombre.[18] Pero nosotros aquí sólo queremos destacar el gran principio y el punto básico que es el conflicto irreconciliable entre la verdad del Evangelio eterno, por un lado, y el error del falso evangelio, por el otro. Es el mismo conflicto que se ha estado escenificando desde el comienzo del pecado. No puede haber compromiso, y es imposible una reconciliación entre el principio de la marca de la bestia en el cual el hombre es su propio salvador, y el principio del Sello de Dios en el cual el hombre reconoce su incapacidad para librarse del pecado y confía totalmente en los méritos del Cordero de Dios para su salvación.
- La señal de la sangre.
Esto se vio con perfecta claridad cuando Dios libertó a su pueblo de la esclavitud egipcia. Cada una de las plagas registró una intensificación del conflicto entre Dios y los poderes del mal representados por el faraón y los dioses egipcios.
Dios dijo: “Una plaga traeré aún sobre faraón y sobre Egipto, después de la cual él os dejará ir de aquí” (Exo. 11:1). La décima plaga era la muerte de los primogénitos. Esta era la plaga de la consumación mediante la cual Dios castigaría la rebelión y el orgullo de Egipto en la persona de los primogénitos. A la medianoche el ángel vengador, el ángel del juicio, pasaría por todo Egipto, y mataría a todos los primogénitos, desde el primogénito del animal, hasta el primogénito del faraón.
Nadie estaba a salvo, ni siquiera los primogénitos de Israel, como había ocurrido con las plagas anteriores. Ahora no bastaba ser miembro del pueblo de Dios. La única forma de salvarse era sacrificar el cordero pascual y poner sobre la puerta la señal de la sangre. Dios dijo: “Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de comer… Pues yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, así de los hombres como de las bestias: y ejecutaré mis juicios en todos los dioses de Egipto. Yo Jehová. Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis: y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto” (Exo. 12:7, 12, 13).
A la medianoche del día señalado el ángel de la muerte pasó por toda la tierra de Egipto: “Y hubo un gran clamor en Egipto, porque no había casa donde no hubiese muerto”.
Pero las casas que tenían la señal de la sangre no fueron tocadas. El ángel destructor las pasó por alto porque estaban selladas con el sello de Dios. Poner la señal de la sangre del cordero pascual en la puerta era una indicación de que sus moradores, y especialmente el primogénito, se colocaban bajo las provisiones de gracia del Evangelio eterno.
Indicaba que recibían y aceptaban todos los principios, leyes, doctrinas y verdades del Evangelio eterno. Todos los que se salvaron aquella noche estaban sellados con el sello de Dios.
Por contraste, todos los que no pusieron sobre la puerta de su casa el sello de Dios, recibieron la marca de la bestia. Las especificaciones divinas para salvarse eran claras, y todos tuvieron la oportunidad de conocerlas y aplicarlas. Los que no pusieron la señal de la sangre es porque no quisieron hacerlo. Tras analizar cuidadosamente la alternativa decidieron rechazar las provisiones de gracia del Evangelio eterno y aceptar el falso evangelio. Por eso recibieron la marca de la bestia. Inevitablemente, quienes no reciben el sello de Dios, reciben la marca de la bestia. No hay otra alternativa.
Llegará el momento tantas veces anunciado en las Escrituras cuando “Jehová se levantará de su lugar”, lleno de justa indignación contra la rebelión, la injusticia y la perversidad. Entonces pasará sobre la tierra para hacer juicio, como pasó aquella noche sobre Egipto. Resonará la voz: “El gran día de su ira ha venido, y ¿quién podrá estar firme?” (Apoc. 6:17).
La respuesta es clara y verdadera: “Sólo se salvarán los que tengan la señal de la sangre, los que estén sellados con el sello de Dios, es decir, los que hayan aceptado todas las provisiones del Evangelio eterno”.
Los que no tengan el sello de Dios, tendrán la marca de la bestia y beberán el vino de la ira de Dios que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira”.
Tanto el sello de Dios como la marca de la bestia son puestos sobre la base del carácter. En la visión de Ezequiel 9:1, 11 los ángeles del juicio llegaron y cada uno traía su instrumento de destrucción. Pero delante de ellos venía un ángel que traía un tintero de escribano que recibió la orden: “Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y ponles una señal en la frente a los hombres que gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella” (Eze. 9:4).
Después que hubo pasado el ángel sellador, se dio la orden a los ángeles del juicio: “Pasad por la ciudad en pos de él, y matad; no perdone vuestro ojo ni tengáis misericordia. Matad a viejos, jóvenes y vírgenes, niños y mujeres, hasta que no quede ninguno; pero a todo aquel sobre el cual hubiere señal, no os acerquéis; y comenzaréis por mi santuario” (Eze. 9:5, 6).
Cuando Dios sometió a juicio a Sodoma, preservó a Lot de la muerte, porque éste tenía el sello divino. Era propiedad de Dios. El no permitiría que su posesión adquirida, sellada con su sello, pereciera con los que tenían la marca de la bestia.
Lo mismo ocurrirá cuando se derrame la ira de Dios en el día final. Pero antes de ello Dios sellará cuidadosamente a los suyos. Entonces se dará la orden: “Pasad en pos del sellador, tomad vuestras armas de destrucción; soltad los vientos, caiga el fuego, y destruid, sin piedad, hasta la extinción. Pero no hagáis daño a todo aquel que esté sellado con el sello de Dios”.
El que recibe todas las provisiones de gracia del Evangelio eterno recibe el sello de Dios. El que rechaza dichas provisiones, automáticamente recibe la marca de la bestia. Pero, ¿cómo se relaciona el número 666 con la marca de la bestia?
666: Número de Satanás.
a. El valor numérico de las letras del nombre. Para interpretar el misterioso número 666 y tratar de localizar a la persona o el poder simbolizados en esa cifra, muchos parten del hecho de que en el mundo antiguo, donde se carecía de numerales arábigos adecuados, se empleaban las letras del alfabeto para denotar números.
Esto era más usual en los alfabetos hebreo, griego y latino.
Con este sistema se podía hallar el número correlativo a un nombre dado, simplemente sumando los números correspondientes a cada letra. Por ejemplo, el nombre Roberto, transliterado al griego, sumaría 647.
Con este presupuesto, los rabinos judíos de la época tardía desarrollaron la teoría de que todos los números tenían un significado secreto y que todos los objetos tenían sus números fundamentales. Así desarrollaron elaboradas reglas matemáticas para hallar el número secreto de todos los objetos. El sistema llegó a conocerse como Gematría.
Como quiera que sea, era la costumbre aplicar un número a una persona según la suma de las letras de su nombre. Por ejemplo, Adolf Deussmann cita algunos letreros encontrados en las murallas de Pompeya. Uno decía: “Amo a la muchacha cuyo nombre es 545”.
Hay quienes han dicho, basados en esto, que el papado es la bestia de Apocalipsis 13 porque la suma de las letras de algunos de sus títulos dan 666.
Uno de los títulos del papa es VICARIUS FILII DEI (Vicario del Hijo de Dios). Si sumamos los números correspondientes a cada letra en latín da la suma de 666.
VICARIUS FILII DEI
5 + 1 + 100 + 0 + 0 + 1 + 5 + 0 + 0 + 1 + 50 + 1 + 1 + 500 + 0 + 1 = 666.
Otro título de los papas es DUX CLERI (cabeza o jefe del clero). Si sumamos los números correspondientes a cada letra también da la suma de 666.
DUX CLERI
500 + 5 + 10 + 100 + 50 + 0 + 0 + 1 = 666
Otro título es, LUDOVICUS (Vicario principal de la corte de Roma), si sumamos los números correspondientes a las letras del nombre da 666.
LUDOVICUS
50 + 5 + 500 + 5 + 1 + 100 + 5 = 666[19]
Nosotros no podemos dar absoluto crédito a estos cálculos por varias razones:
- Hay incertidumbre en cuanto al estatus de estos títulos oficiales del papado.
- La Biblia no dice que el número 666 debe calcularse en base al valor numérico de las letras del nombre. Por eso se considera que la New English Bible dice demasiado y es inexacta cuando rinde así la frase en Apocalipsis 13:18: “The numerical value of its letters” (El valor númerico de sus letras).
- Se ha especulado mucho al pretender calcular el número 666. Ya dijimos que se ha aplicado a muchos famosos personajes de la historia.
- EL método de sumar las letras del nombre es demasiado inconsistente, se presta a confusiones y, además, como ya dijimos, uno de cada 10,000 nombres da la suma de 666.
El Dr. Salmón, para indicar que el método es engañoso, o al menos frágil, dice:
“Hay tres reglas con la ayuda de las cuales creo que un hombre ingenioso podría hallar la suma requerida (666) en cualquier nombre. Primera, si el nombre propio no da la suma, añada un título. Segundo, si la suma no se da en griego, pruebe con el hebreo o el latín, y tercero, no sea muy exigente con la grafía de los nombres”.
Tomando en cuenta estas aclaraciones, debemos buscar el significado del número 666 en otro contexto.
b. La astronomía. El significado y los símbolos ocultos del número 6 son más profundos y dramáticos de lo que podemos imaginar. Están directamente relacionados con la adoración de la serpiente, ya que el número 6 ha estado siempre relacionado con la serpiente.[20] La palabra seis en español, six en inglés, sex en latín, seks en noruego, shest en portugués, sechsen alemán, sasen caldeo-hebreo, como en la mayoría de las lenguas, comienza con la letra s. Y la letra s deriva, aunque usted no lo crea, de la forma de la cobra en posición de ataque. Por supuesto, serpiente y Satanás comienzan con la letra s. Las religiones esotéricas caldeas y griegas estaban llenas de símbolos donde el número seis y la serpiente tenían un lugar destacado. Hay evidencias de que los caldeos usaban letras para ocultar el misterioso número 666.
Los iniciados en los misterios (brujos) usaban el número sagrado 666 como señal secreta para reconocerse. Sólo los iniciados conocían el significado. El número 666 estaba escrito en letras serpentinas como SSS, VVV, ZZZ = 666. Hay toda una ciencia oculta detrás del significado de esas letras.[21]
Sin embargo, podemos remontar el origen del número 666 a la astrología. El 666 era el número sagrado de la astrología y está relacionado con el zodíaco. El zodíaco es una estrecha banda de unos 18 grados que forma un circuito completo en el cielo. En el arte pagano, como en el famoso calendario azteca mexicano, se representaba con una serpiente que formaba un círculo mordiéndose la cola. Para el ocultismo esto representaba tiempo sin fin o vida eterna. La banda zodiacal se divide en 12 casas, una para cada mes del año, y cada casa se dividía a su vez en 3 estancias, haciendo 36 estancias en total. Aunque usted no lo crea, la carátula de nuestros relojes que usamos para medir el tiempo se deriva del zodíaco.
Basada en la ciencia del zodíaco la astrología usó el número 36 para dividir las estrellas. Si usted suma los números 1 al 36 da 666. Los números 1, 6, 12, 36, 111 y 666 fueron los más sagrados de la astrología. Los sacerdotes adoradores del sol usaban estos números matemáticamente, según la forma en que pretendían que las estrellas recorrían sus órbitas, para predecir eventos futuros. Inventaron cartas mágicas para realizar la forma más popular de adivinación.[22]
Ningún mago, astrólogo o brujo puede adivinar la suerte o hacer sus encantamientos sin la ayuda de la astrología. La astrología es el fundamento básico de las ciencias ocultas y de todo sistema religioso pagano.
En el museo de Berlín están las cartas o diagramas de los números místicos que los sacerdotes paganos usaban para predecir eventos futuros. También eran usados como amuleto en Babilonia. Era un cuadrado con los números 1 al 36 arreglados de tal modo que sumados en cualquier sentido suman 666.[23]
Además, un antiguo nombre de Satanás en griego es Teitán y si sumamos los números de las letras de su nombre hallaremos que da 666.
TEITAN
300 + 5 + 10 + 300 + 1 + 50 =666
Si bien esta prueba no es definitiva, podemos decir, por un cúmulo de evidencias que no podemos consignar aquí, que el número 666 es el número de Satanás, de su poder, de su gobierno y de la rebelión que ha iniciado contra Dios. Podríamos decir que el número 666 es el número de la trinidad impía: el dragón, la bestia, y el falso profeta, en oposición y contraste con el número 777, al que podríamos llamar, con reservas y reverencia, el número de la Trinidad divina: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Recibir la marca o el número de la bestia es recibir el sello de Satanás por haber elegido unirse con él en la rebelión contra Dios.
Implicaciones para los últimos días.
Recordemos que el hombre y la mujer fueron creados el sexto día de la semana. Desde entonces el número 6 es símbolo de la condición humana imperfecta. Dijimos también que sólo podían ser completos mientras se mantuvieran en contacto con Dios que es la perfección.
Dios separó el séptimo día de la semana como día de reposo. En ese día Adán y Eva y todos sus descendientes abandonarían las actividades centradas en el yo, en la autopreservación, para pasar un tiempo especialmente en contacto con su Creador.[24]
Dios descansó en ese día, no porque estuviera cansado, sino porque quería disfrutar de su creación hablando con Adán y Eva. Así, el número 7, el séptimo día sábado, representaba el tiempo en que Adán y Eva podían ser perfectos por medio del contacto y la confianza en Dios.
Por tanto, el sábado es un elemento clave en el plan de Dios para producir un mundo mejor, la tierra nueva prometida.
Es altamente significativo, entonces, que uno de los principales símbolos de la rebelión de la iglesia apóstata contra Dios y su ley reside en su pretensión de tener autoridad para cambiar la ley de Dios en aquel mandamiento que se refiere al sábado, séptimo día de la semana.[25]
El número 666 representa la rebelión de la humanidad contra Dios y la sustitución de su propio método de salvación y su propia ley en lugar del plan y la ley de Dios.
La imagen de la bestia rebelde involucra leyes humanas que han suplantado al séptimo día y han dejado a la gente ignorante del contacto con Dios. Al cambiar el séptimo día bíblico por otro (domingo, primer día de la semana), y establecer el culto a Dios en ese día, la iglesia rebelde no ha hecho otra cosa que dejar a la humanidad anclada en el número 6.[26]
La mayoría de la gente considera el domingo como un simple día libre. Siendo que no hay autoridad bíblica que lo convierta en día de reposo divino, lo usan para sus propios asuntos y placeres, en vez de acudir a Dios para recibir su influencia perfeccionadora.
En cambio, ignoran el sábado, séptimo día, que fue puesto aparte para llevarnos al nivel de 7 por medio del contacto con Dios. Al inclinarse ante la imagen de la bestia, la gente se unirá en su rebelión contra Dios, que los invita a venir a él cada séptimo día de la semana. Por lo mismo, serán dejados imperfectos, con el número 666, el número de la humanidad, en vez de la perfección que se obtiene a través del contacto con Dios en el séptimo día sábado.[27]
La Dra. Neall dice: “El 6 es legítimo cuando conduce hacia el 7; el 6 representa al hombre en la primera tarde de su existencia, entrando a la celebración del poder creativo de Dios. La gloria de la criatura es correcta si conduce a la gloria de Dios. 666, sin embargo, representa la negativa del hombre a continuar dirigiéndose hacia el 7, para dar gloria a Dios como su Creador y Redentor. El 666 representa la autoadoración del hombre que busca la gloria de sí mismo y de sus propias obras. Habla de la plenitud de la creación y del poder creativo independiente de Dios. Demuestra que el hombre irregenerado es irremisiblemente malo. La bestia de Apocalipsis 13 representa al hombre autosuficiente que prescinde de Dios, el hombre hecho a la imagen de la bestia en vez de ser conformado a la imagen divina. El hombre, separado de Dios, llega a ser bestial, demoníaco…
La marca de la bestia, por lo tanto, implica el rechazo de la soberanía divina, el principio del sábado que ha sido diseñado para alentar al hombre a buscar su origen, no en sí mismo, ni en la naturaleza, sino en la comunión con Dios y en la participación en el reposo divino. El sábado es la señal de la soberanía de Dios y la dependencia del hombre. 666, por contraste, es el símbolo de la adoración de la criatura en vez del Creador”.[28]
Apocalipsis 14 describe el contraste existente entre aquellos que reciben la marca de la bestia al rebelarse contra Dios y los que reciben el sello de Dios por seguir al Cordero (el verdadero Cordero, Jesucristo, no el falso cordero que habla como dragón), por dondequiera que va.
Los santos, que se mantienen de parte de Dios, son descritos con esta característica: “Guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús” (Apoc. 14:12). Han afirmado sus vidas en la fe y la obediencia, puesto que en el capítulo 13, la bestia con cuernos como de cordero impone un decreto de muerte contra todos los que se nieguen a inclinarse ante la bestia que representa la rebelión contra Dios.
Mantienen su fe en Dios porque uno de los decretos contra aquellos que rehúsen inclinarse ante la imagen de la bestia les impedirá comprar y vender. En otras palabras, tendrán que depender totalmente de Dios para suplir sus necesidades en vez de las transacciones comunes de los seres humanos. En esta dependencia total de Dios se perfeccionan. Esta perfección se alcanza por el contacto con el poder perfeccionador de Dios que su gracia imparte a todo buscador humilde.
Al estar diaria y semanalmente con Dios, habiendo abandonado sus actividades centradas en el yo, al mantener su comunión con Dios el séptimo día, se han preparado para el tiempo cuando tendrán que romper con toda confianza humana para su sustento. Y al pasar tiempo con él aquí, en esta vida terrenal, se han preparado para gozar de la eternidad con Dios, en la tierra nueva.
En conclusión, “el número 666 representa a toda la fragilidad y la naturaleza incompleta del hombre separado de Dios. Representa a los seres humanos en rebelión contra Dios. Representa a Adán y Eva escondiéndose de Dios. Representa a todos aquellos que serán destruidos finalmente con Satanás, porque se han separado de Dios, el dador de la vida, el único que puede hacer a los seres humanos completos y perfectos. Representa a todos aquellos que piensan que son, o pueden llegar a ser, perfectos separados de Dios.”[29]
De modo que uno puede recibir la marca, el número de la bestia, de diferentes maneras. Lo único que se necesita hacer es unirse a la rebelión contra Dios y confiar sólo en uno mismo con relación al futuro. Todo se reduce a decidir en quién se pondrá la confianza; por eso resulta sumamente fácil ser sellado con el número 666, el número de la bestia.[30]
Desafortunadamente, muy pocas personas confían totalmente en Dios en estos tiempos. Quien no confía en Dios, confía en Satanás, en sí mismo o en otros seres humanos.
Confiar en cualquier ser o cosa que no sea Dios conduce a la recepción del número de la bestia, 666, que es el número de la imperfección humana. ¿En quién confía usted?
Le invitamos a confiar en Dios y adorar a “aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas”.
Referencias
[1] Robert Spangler, ¡Marked! Washington, D. C.: Review and Herald Pub. Assn., 1981.
[2] Siegfried H. Horn, Seventh-day Adventist Bible Dictionary (Washington, D.C.: Review and Herald Pub. Assn., 1979), art. Seven.
[3] Ibid.
[4] Ibid.
[5] Ibid.
[6] A Commentary Critical, Experimental and Practical on the Old and New Testament (Grand Rapids, Mich.: Wm. B. Eerdmans, tomo 6,), comentario sobre Apocalipsis 13:18.
[7] Siegfried H. Horn, Seventh-Day Adventist Bible Dictionary.
[8] Siegfried H. Horn, Seventh-Day Adventist Bible Dictionary.
8.H. D. M. Spencer, edit. The Pulpit Commentary (Chicago: Wilcox and Follett, Co.) Comentario sobre Apocalipsis 13:18).
[9] Apocalipsis 13:18.
[10] Introduction, párrafo 71.
[11] Ibid.
[12] Id., Apocalipsis 13:18.
[13] Spangler, pág. 36.
[14] Spangler, pág. 33.
[15] Spangler, pág. 35.
[16] Spangler, pág. 39.
[17] Spangler, pág. 32.
[18] The Antichrist 666. William Josiah Sutton, edit., 1980, págs. 143-146.
[19] The New Age Movement William J. Sutton, comp. pág. 56.
[20] Ibíd
[21] Id., comp. pág. 66.
[22] The New Age Movement. William Josiah Sutton, comp. The Institute of Religious Knowledge, pág. 68. C. Mervyn Maxwell, God Cares, Tomo I, pág. 414.
[23] Kenneth Wade, Secrets of the New Age (Hagerstown, MD.: Review and Herald Pub. Assn., 1989), pág. 147.
[24] Id. pág. 148.
[25] Id. pág. 148.
[26] Id. pág. 149.
[27] Dr. Beatrice Neall, citada por C. Mervyn Maxwell en God Cares, The Message of Revelation (Washington, D. C.: Review and Herald Pub. Assn. 1985), tomo 1, pág. 415.
[28] Wade, pág. 92
[29] Wade, pág. 92.
[30] Wade, pág. 93.