Los fijadores de tiempo

En el calendario de la vida del Pr. Alceu Nunes, el año 2006 entró en su historia por haber sido el año en que terminó su Doctorado en Teología Pastoral, en la Universidad Adventista de San Pablo. Su tesis doctoral, defendida recientemente, versa sobre el establecimiento de fechas para el regreso de Jesús y el fin del mundo. El Pr. Nunes, de 53 años, nació en Joacaba, SC, Rep. del Brasil. Fue criado y orientado en la fe católico romana, profesada por su país. De niño, llegó a ser sacristán, ayudando a los sacerdotes en la celebración de la misa. Pero, cuando su familia se mudó a Curitiba, al comienzo de su adolescencia, su religiosidad empezó a declinar.

“Después de algunos años de angustia existencial, a los 20 años, finalmente encontré el mensaje esencialmente bíblico enseñado por la Iglesia Adventista, la ayuda que tanto necesitaba y buscaba”, recuerda. Después de ser bautizado, en septiembre de 1975, decidió estudiar Teología en el Instituto Adventista de Ensino, en San Pablo. Se casó en 1982 con Regina Mary, y tuvieron dos hijas: Cristina y Carolina.

Su primer campo de trabajo fue la Unión Norte del Brasil, donde actuó como pastor en Belém, PA, y Rio Branco, AC. Después de seis años de trabajo en el norte del Brasil, regresó a la Unión Sur del Brasil y pastoreó varias iglesias en los estados de Paraná y Santa Catarina. Actualmente lidera el distrito central de Blumenau.

En esta entrevista, habla acerca de la tentación de marcar fechas para el fin del mundo y la relevancia de su investigación para la iglesia.

Ministerio: ¿Cómo surgió la idea de escribir una tesis acerca del tema del establecimiento de fechas?

Pastor Nunez: Apenas comencé a frecuentar la Iglesia Adventista, mis padres me advirtieron que no me convirtiera en un fanático adventista, hablando todo el tiempo del fin del mundo. Debieron haber conocido a algún evangélico con una actitud desequilibrada sobre el tema. El consejo fue útil, pues presté atención a la manera en que los creyentes en el advenimiento se relacionaban con esa esperanza. A mediados de la década de 1970, algunos miembros de la iglesia que frecuentaba, en el ardor de su entusiasmo, se arriesgaron a preconizar: “El mundo no llegará al año 2000 sin la intervención divina”. A partir de allí, el tema despertó mi atención. Es obvio que, en esa época, nadie imaginaba que treinta años después estaría concluyendo una tesis en esa área. Allí se sembró una semilla en mis pensamientos.

Ministerio: ¿Todavía es un problema en el medio evangélico?

Pastor Nunez: La tendencia todavía existe entre los evangélicos en general, pero es más acentuada en la Iglesia Adventista, debido al fuerte cuño escatológico que caracteriza a nuestro mensaje. El énfasis en los eventos finales despierta en la mente de muchos una curiosidad que frecuentemente deriva en el terreno especulativo. Develar el misterio de cuándo sucederá todo pasa a ser la preocupación de muchos.

Ministerio: En términos históricos, ¿cuando comenzaron las especulaciones acerca del fin del mundo?

Pastor Nunez: De acuerdo con algunos historiadores, entre ellos Otto Friederich, la idea del fin del mundo se remonta a los comienzos de la humanidad, al miedo de que el sol no volviera a brillar al final del invierno y de que no resurgiese luego de la noche. La idea de la muerte, tanto individual como colectiva, suscitaba una actitud de temer que algo catastrófico se abatiría sobre el ser humano en cualquier  momento. A partir de ese miedo, las especulaciones encontraron terreno propicio para desarrollarse. Las catástrofes bíblicas, como el Diluvio, siempre mantuvieron al ser humano en una actitud de suspenso y la percepción de que nada dura para siempre. La concepción de la finitud humana ha sido, a lo largo de milenios, una invitación a la especulación acerca de cuándo se dará el momento final de la historia.

Ministerio: En el judaísmo, ¿había una preocupación apocalíptica o milenialista acentuada?

Pastor Nunez: Ciertamente. Sobre la base del código judaico de interpretación, había una creencia popular en un período de seis mil años para la duración de la tierra, incluyendo la llegada del Mesías en el quinto milenio; una especie de prototipo de la expectación cristiana milenial por venir. Las interpretaciones judaicas de las profecías de Daniel continuaron a lo largo de la Era Cristiana, desde Johanan ben Zakkai, en el primer siglo, hasta Manasseh ben Israel, en el siglo XVII. La comunidad de Qumran (c. 150 a.C.), conforme  atestiguan los Rollos del Mar Muerto, desarrollaron creencias apocalípticas peculiares. Las ideas apocalípticas colocaban a la teología de la secta en un contexto cósmico. La pretensión de poseer revelación divina sustentaba esa teología con una certeza sobrenatural. Las interpretaciones de la comunidad acerca de la Ley se convirtieron en el criterio para el Juicio Final, que traería bienaventuranza o perdición eterna. El sentido de inminencia motivaba un estilo de vida peculiar, en el que los miembros del grupo se aislaban de la sociedad, con el fin de no contaminarse con las tentaciones del mundo.

Ministerio: El fenómeno de la fijación de fechas para el fin del mundo ¿aparece en todas las fases de la historia del cristianismo?

Pastor Nunez: Desde el inicio de la Era Cristiana, la preocupación por el fin del mundo ha sido una característica sobresaliente entre los seguidores de Jesús. Los propios discípulos indagaron: “¿Cuándo sucederán estas cosas y qué señal habrá de tu venida y del fin del siglo?” (Mat. 24:3). En otra ocasión, volvieron a preguntar: “Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?” (Hech. 1:6). El apóstol Pablo también enfrentó problemas, pues la comunidad de conversos al cristianismo de Tesalónica pasó a pregonar que el tiempo llegaría en que muchos de ellos hasta dejarían de trabajar. Les advirtió de manera incisiva. En cada período de la historia, los fijadores de fechas se han valido de interpretaciones de la profecía bíblica para hacer cálculos peculiares y creativos.

Ministerio: En el judaísmo, ¿había una preocupación apocalíptica o milenialista acentuada?

Pastor Nunez: Ciertamente. Sobre la base del código judaico de interpretación, había una creencia popular en un período de seis mil años para la duración de la tierra, incluyendo la llegada del Mesías en el quinto milenio; una especie de prototipo de la expectación cristiana milenial por venir. Las interpretaciones judaicas de las profecías de Daniel continuaron a lo largo de la Era Cristiana, desde Johanan ben Zakkai, en el primer siglo, hasta Manasseh ben Israel, en el siglo XVII. La comunidad de Qumran (c. 150 a.C.), conforme atestiguan los Rollos del Mar Muerto, desarrollaron creencias apocalípticas peculiares. Las ideas apocalípticas colocaban a la teología de la secta en un contexto cósmico. La pretensión de poseer revelación divina sustentaba esa teología con una certeza sobrenatural. Las interpretaciones de la comunidad acerca de la Ley se convirtieron en el criterio para el Juicio Final, que traería bienaventuranza o perdición eterna. El sentido de inminencia motivaba un estilo de vida peculiar, en el que los miembros del grupo se aislaban de la sociedad, con el fin de no contaminarse con las tentaciones del mundo.

Ministerio: El fenómeno de la fijación de fechas para el fin del mundo ¿aparece en todas las fases de la historia del cristianismo?

Pastor Nunez: Desde el inicio de la Era Cristiana, la preocupación por el fin del mundo ha sido una característica sobresaliente entre los seguidores de Jesús. Los propios discípulos indagaron: “¿Cuándo sucederán estas cosas y qué señal habrá de tu venida y del fin del siglo?” (Mat. 24:3). En otra ocasión, volvieron a preguntar: “Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?” (Hech. 1:6). El apóstol Pablo también enfrentó problemas, pues la comunidad de conversos al cristianismo de Tesalónica pasó a pregonar que el tiempo llegaría en que muchos de ellos hasta dejarían de trabajar. Les advirtió de manera incisiva. En cada período de la historia, los fijadores de fechas se han valido de interpretaciones de la profecía bíblica para hacer cálculos peculiares y creativos.

Ministerio: En el cristianismo medieval de Europa, ¿qué nombres sobresalen en el fervor apocalíptico?

Pastor Nunez: Después de Agustín (354-430 d.C.), hubo un enfriamiento en el entusiasmo apocalíptico. Eso ocurrió después del inicio del período medieval, en el 476 d.C. Esa reducción de la expectativa escatológica perduró por casi quinientos años. Ese período ha sido identificado por los teólogos como la fase de las “desescatologización del cristianismo”. Según Agustín, en la célebre obra La ciudad de Dios, la iglesia era el reino de Cristo en la tierra. Pero, no todos los escritores de ese período se encontraban satisfechos con la apatía y la indiferencia en relación con el fin del mundo. Norskov Olsen relata que, “ignorando las Escrituras y la tradición de la ortodoxia medieval, autoproclama- dos profetas fijaron fechas específicas para la aparición del anticristo y para la llegada de los acontecimientos finales”. El monje Glaber Radhulfus (990-1033 d.C.) fue el apologista más conocido de la idea del fin del mundo cuando terminara el primer milenio de la Era Cristiana. Consideraba el año 1000, a partir del nacimiento de Cristo, como extremadamente significativo y veía señales, en su propia experiencia, de que Satanás sería liberado al fin del milenio. Pero, como el mundo no terminó el milésimo año después de la Navidad, pasó a centrar su atención en el año posterior a la Pasión. Los mil años después de la Cruz y la resurrección se completarían en el año 1033, argumentaba. Joaquín de Fiore (c. 1130- 1202 d.C.) y Arnoldo de Villanueva (1235-1313 d.C.) también se destacan por sus estudios e interpretaciones proféticas, delineando la consumación de los siglos para los años 1260 y 1378 d.C., respectivamente.

Ministerio: Martin Lutero vivió en un clima de fervor apocalíptico. ¿Llegó a fijar una fecha para el regreso de Jesús y el fin del mundo?

Pastor Nunez: En una reunión de estudios con respecto al sermón profético de Jesús en Mateo 24, Lutero llegó a ser confuso e incluso hasta algo especulativo. Sugirió que, en vista de que la mayoría de las señales indicadas por Jesús se había cumplido, no había mucho más que esperar. Declaró que algunos presentes probablemente estarían entre los vivos, aun cuando no pudiesen saber con precisión el día de la redención final. En 1541, declaró que transcurrieron 126 años entre la muerte de Adán y el nacimiento de Noé, y que el mismo número de años había transcurrido desde la muerte de Juan Huss. Lutero hizo un paralelismo entre el tiempo de Noé y su propio tiempo, en el que él mismo era un tipo de Noé en sus días. Por lo tanto, el “juicio divino” estaba pronto por ocurrir. Lutero llegó a pensar que el regreso de Cristo ocurriría antes, incluso, de que él hubiera concluido la traducción de la Biblia al alemán.

Ministerio: En relación con otros movimientos, el millerismo del siglo XIX, ¿tenía una base más sólida para fijar la fecha del regreso de Jesús en 1844?

Pastor Nunez: El millerismo fue un movimiento peculiar entre los demás emergentes del siglo XIX. El análisis de la profecía con una hermenéutica desprovista de la alegoría permitió que se llegara a conclusiones coherentes y convincentes. La base era sólida, pues ligaba la profecía bíblica a la cronología y a la historia. A pesar del chasco de 1844, el movimiento sobrevivió. Los que quedaron luego del 22 de octubre entendieron, por medio de Apocalipsis 10, que fue necesario que pasaran por esa experiencia. El librito “dulce en la boca” y “amargo en el vientre” (vers. 10) representaba con precisión la alegría que tuvieron ante la expectativa del regreso de Cristo y la amarga tristeza por la esperanza que no se concretó.

Ministerio: En el Brasil, existió la figura interesante de Antonio Conselheiro. ¿Qué opinión le merece?

Pastor Nunez: Antonio Conselheiro se convirtió en una figura mítica y folclórica del sector bahiano. La educación rígida que recibió y la experiencia traumática de su casamiento deshecho contribuyeron a que se forjara una personalidad fuera de lo común. En 1893, cuando el Gobierno central autorizó a los municipios para que cobraran impuestos en el interior, los beatos, incentivados por Antonio Conselheiro, se rebelaron contra la medida, arrancaron los edictos y los quemaron en la plaza pública. Fueron perseguidos por la fuerza policial, y se establecieron en una hacienda de ganado abandonada, en los márgenes del río Vaza Barris, donde fundaron Canudos, la segunda “ciudad santa”.

Vivieron allí, en un comunismo primitivo: compartían la tierra, los rebaños y los productos de la tierra. Llamaban a su líder Buen Jesús Conselheiro y San Antonio Aparecido, y lo tenían como un milagrero. En Os Sertóes, Euclides da Cunha presenta las profecías de Conselheiro, entre ellas: “En 1900 se apagaron las luces. Dios dice en el Evangelio: ‘Tengo un rebaño que todavía anda fuera de este aprisco, y es necesario que se reúnan, porque hay un solo pastor y un solo rebaño’ ”. Los habitantes de la comunidad de Canudos  no se rindieron, y lucharon hasta el fin. Las profecías de Conselheiro muy probablemente contribuyeron a que sus seguidores no temiesen la muerte en la batalla, ya que el fin del mundo era inminente para ellos.

Ministerio: ¿Qué factores llevan a una persona a fijar fechas para el fin del mundo?

Pastor Nunez: Los fenómenos astronómicos, las crisis económicas y las persecuciones políticas, entre otros factores, pueden desencadenar el impulso a marcar fechas. Además de eso, algunos fijan fechas movidos por el celo misionero, con el propósito de movilizar a los creyentes en el cumplimiento de la misión. Otros tienen la intención de demostrar mayor espiritualidad y consagración, pues entienden haber alcanzado un conocimiento superior. Y existen motivos menos nobles, pues algunos se aprovechan de la fragilidad emocional de las personas en su temor al fin del mundo, y obtienen beneficios financieros y hasta incluso favores sexuales, como en los casos de Jim Jones y David Koresh.

Ministerio: ¿Qué peligros corren los que se asocian con figuras mesiánicas?

Pastor Nunez: El mayor  peligro es el de dar fin a la propia existencia, imaginando de esa manera alcanzar el cielo prometido por esos líderes obcecados por sus propias ideas insanas. Así sucedió en el caso del suicidio colectivo en Jonestown, el 18 de noviembre de 1978, cuando más de 900 personas murieron al ingerir una mezcla de jugo de naranja con cianuro, bajo el mando de Jim Jones. Fue el mayor suicidio colectivo de la historia. Otro caso que golpeó a la opinión pública ocurrió en marzo de 1997, cuando fueron encontrados en una casa lujosa, en los suburbios de San Diego, California, 39 cuerpos de hombres y mujeres que pertenecían a la secta Heavens Gate [Puerta del Cielo]. Todos estaban vestidos de negro y cubiertos por mantos púrpura. Creían que, luego de su muerte, su esencia inmortal se reuniría con los poderes superiores extraterrestres y que una nave espacial estaba a la espera de ellos detrás de la estela del cometa Hale-Bopp, que en esos días pasaba cercano a la tierra, para llevarlos a “casa”. Se quitaron su propia vida, creyendo en una mezcla de milenialismo con ciencia ficción moderna.

Ministerio: Cuando la profecía no se cumple, ¿cuáles son Las consecuencias para los creyentes y para la comunidad religiosa?

Pastor Nunez: Además del preconcepto y de la desconfianza, el mayor problema es que, cuando la excitación y el fervor pasan, las personas quedan en un estado peor que el anterior. La confusión y el cinismo son un precio demasiado caro por un pequeño período de excitación y reavivamiento. El letargo que sucede al chasco puede desencadenar una actitud irreversible de apatía y hasta incluso de indiferencia hacia los asuntos espirituales. Los que se dejan llevar por la fijación de fechas traen perjuicios para sí y para sus familiares, pues terminan vendiendo propiedades, abandonando sus empleos y desistiendo de estudiar. Además de eso, está el daño espiritual; pues, cuando lo previsto no sucede, algunos de entre los decepcionados ya no creen más en la Biblia. Existe aun el perjuicio para el testimonio cristiano, pues se hace más difícil evangelizar cuando la credibilidad de la Palabra de Dios es cuestionada por los incrédulos, debido a la falta de cumplimiento de las predicciones.

Ministerio: ¿Puede resultar algo bueno, como la madurez y el cambio de mentalidad, cuando la profecía no se cumple?

Pastor Nunez: Eso sucedió con el movimiento millerita luego del chasco del 22 de octubre de 1844. Esa experiencia tuvo al mismo tiempo un efecto negativo y otro positivo. Alberto Timm observa que, “negativamente, el efecto desestabilizador del chasco de octubre de 1844 dañó seriamente el sistema de creencias milleritas; positivamente, los desafió a encontrar una explicación convincente para el fracaso”. Al investigar en la Biblia, encontraron una respuesta satisfactoria para su decepción y también descubrieron una serie de otras enseñanzas bíblicas relevantes pasadas por alto por el cristianismo en general. Por lo tanto, a pesar del chasco, nació un movimiento mundial, la Iglesia Adventista, con un sistema de creencias sólidamente afirmado en la Palabra de Dios.

Ministerio: La Iglesia Adventista ¿está debidamente vacunada contra la fijación de fechas para el regreso de Jesús.

Pastor Núnez: Oficialmente, sí. La creencia fundamental número 25 declara que “el tiempo exacto” de la segunda venida de Jesús “no fue revelado”, y somos, por lo tanto, “exhortados a estar preparados todo el tiempo”. Sin embargo, los miembros continúan siendo vulnerables a esta tendencia. Todavía se manifiesta mucha euforia en nuestras congregaciones cuando surgen predicadores que presentan datos hasta entonces desconocidos con respecto a un decreto dominical inminente, o la marca de la bestia, o incluso hasta alegando que ya se pueden detectar sonidos melodiosos que vienen del distante espacio sideral.

Ministerio: ¿Cuál es la contribución de su investigación para la iglesia?

Pastor Nunez: Sirve como una alerta, pues la fijación de fechas, a lo largo de la historia cristiana, demostró ser perjudicial para la fe y, en algunas circunstancias, causó tragedias. Modestamente, creo que esta investigación puede ser útil en el sentido de minimizar esta tendencia de fijar fechas. Por otro lado, ayudará a la iglesia en general a entender que el centro de nuestra esperanza es Cristo y no el tiempo de su venida.

Ministerio: ¿Cómo conciliar el sentido de inminencia y expectativa con respecto al regreso de Jesús con una postura crítica en relación con la fijación de fechas?

Pastor Nunez: Necesitamos desarrollar una actitud equilibrada. El sentido de inminencia ––“Jesús regresará en breve”– necesita estar presente todos los días en nuestra mente, impulsándonos a un estilo de vida elevado. El sentido de inminencia es indispensable para que la esperanza no se entibie, produciendo apatía y desgano espiritual. En contraposición, el cristiano sensato estará precavido contra la actitud desequilibrada y especulativa de la fijación de fechas, imaginando que esta es la única forma de que las personas dejen la pasividad, la indiferencia y la inactividad en la misión. El equilibrio debe ser mantenido entre la ansiedad por el Reino de los cielos y la sumisión humilde al cronograma divino, pues todo sucederá en “el cumplimiento del tiempo” (Gál. 4:4) y en conformidad con los sabios designios establecidos por Dios.

Sobre el autor: Redactor de la CPB.