Usemos “el año del pastor” como un año en que pastores y administradores hablen y se escuchen recíprocamente.

El concilio anual de 1991 votó entusiastamente designar el año 1993 como “el año del pastor”. El plan considera invitar a todas las divisiones a diseñar una forma efectiva de escuchar a los pastores y dialogar con ellos, especialmente en 1992, en preparación para el año especial del pastor.

Algunos pastores sienten que solamente son usados, pero que nadie los escucha. Los presidentes de la asociación los utilizan para alcanzar los blancos administrativos. Los secretarios de las asociaciones los usan para que les provean los informes y las estadísticas de la iglesia. Los tesoreros los usan para recoger el dinero que la tesorería demanda. Los departamentales los usan para promover sus programas.

Las congregaciones también usan a sus pastores para hacer la obra que la feligresía debería estar haciendo. Los miembros laodiceos los usan para ser alimentados espiritualmente a la hora de la adoración del sábado, dejándolos libres para dedicar el resto de la semana a la búsqueda de valores seculares.

No extraña, entonces, que los pastores sientan que son usados por todos, a menudo, pero que rara vez se los escucha.

En cierta medida nuestra organización refleja muy pobremente nuestra teología. Teológicamente declaramos que la iglesia local es el corazón, el núcleo, el centro de la iglesia. Sin embargo, los dirigentes congregacionales están representados sólo en forma simbólica en los niveles más significativos de toma de decisión. Reflejaríamos nuestras creencias más exactamente si la mayoría de aquellos que elaboran planes y programas para nuestras iglesias fueran dirigentes laicos y pastores que representan directamente a las congregaciones locales.

Necesitamos una forma más efectiva de escuchar a nuestros pastores. Las reuniones de obreros ayudan. Por lo regular, sin embargo, se concentran en “expresar”, e incluyen muy poco de “escuchar”. Los secretarios ministeriales contribuyen, pero la descripción de su trabajo suele incluir responsabilidades administrativas diversas. No nos quepa ninguna duda al respecto, repetidos estudios demuestran que la vasta mayoría de los pastores no presentarán sus frustraciones y problemas más significativos a nadie que esté en una posición de autoridad que pueda disciplinarlo o de quien dependa su empleo.

Justamente antes del concilio anual reunimos a un grupo representivo de pastores y les preguntamos cómo se sentirían con la idea de “el año del pastor” cuyo énfasis sería escuchar y hacer planes con los pastores. El consenso fue, “sería maravilloso si fuera real. Pero eso nunca ocurrirá”.

Yo soy mucho más optimista que ellos. Muchos administradores de iglesia, incluyendo nuestro presidente mundial, están conscientes de la necesidad de depender más de los pastores en el proceso de desarrollo de los planes para la iglesia. Usemos “el año del pastor” como un año en que pastores y administradores hablen, y se escuchen recíprocamente. Construyamos un puente sobre la grieta’ llamada “úselos”, que tanto daña a los ‘pastores. Hagamos planes juntos paramuna obra terminada.

He aquí el voto del Concilio Anual que puede darnos la voz de arranque:

AÑO DEL PASTOR: 1993

SECCION I: Preámbulo

SIENDO que el liderazgo denominacional reconoce el papel fundamental del pastor local en la misión de la iglesia, y

SIENDO que algunos pastores han llegado a la conclusión de que los dirigentes de la iglesia no siempre les han escuchado atentamente cuando les exponen sus necesidades, y

SIENDO que algunos dirigentes de la iglesia necesitan encontrar mejores formas de involucrar, alentar, equipar, reconocer, y fortalecer al pastor, y

SIENDO que, conceptos como solidaridad familiar, observancia del sábado, educación cristiana, mayordomía de los recursos y talentos están siendo vigorosa mente atacados por una sociedad secular,

El liderazgo denominacional se dedica, de todo corazón, a trabajar hombro a hombro con el pastor de iglesia para acrecentar su efectividad y revertir estas percepciones y tendencias.

SECCION II: OBJETIVOS

1. Reafirmar la importancia que tiene el pastorado en las mentes de los dirigentes de la iglesia, de los pastores y los miembros como la función principal del esfuerzo ministerial.

2. Poner al día y fortalecer la comunicación y la comprensión entre el pastor y el administrador.

3. Definir en qué forma son apropiadas para la sociedad moderna las funciones bíblicas de guardián y pastor.

4. Tratar los asuntos que amenazan la misión de la iglesia.

5. Estructurar, con una amplia participación de los pastores, sistemas de evaluación, comunicación y responsabilidad para todos los niveles de la organización de la iglesia que contribuyan a mejorar su efectividad en el logro de nuestros objetivos.

SECCION III: EJECUCION

Proponemos, por lo tanto, que cada división se dirija hacia estos objetivos, en consulta con los pastores, desde principios de 1992, y proponga recomendaciones a la Asociación General para la próxima reunión de primavera. El concilio anual de 1992 considerará un documento mundial resultante de toda esta información.

RECOMENDADO, designar el año 1993 como “El año del pastor”, y pedir a cada división, en consulta con los pastores, y en armonía con los objetivos arriba indicados, que prepare su plan particular de ponerlo en práctica.